Zulema Matías, podóloga infantil: ”¿Cuándo debemos preocuparnos por una desviación en el dedo gordo del pie en los niños?”

¿Juanetes?

Una inclinación del primer dedo puede parecer leve al principio, pero si cambia la forma de caminar o afecta al apoyo general del pie, puede convertirse en una alteración funcional

Juanetes: Cómo afectan tu pie y cómo tratarlos

Zulema Matías, podóloga

Zulema Matías, podóloga

Una desviación en el dedo gordo del pie puede empezar sin avisos evidentes. No duele siempre al principio ni limita de forma clara el movimiento. Pero cuando en un niño esa inclinación se acentúa y cambia la forma en la que camina, deja de ser solo una peculiaridad del crecimiento. 

El ángulo y la posición del primer dedo pueden alterar la forma en que todo el pie se apoya, y eso sí tiene consecuencias. El impacto no está solo en lo estético. Zulema Matías, podóloga infantil, explicó en su perfil de Instagram que muchas familias se preocupan por si su hijo tiene un juanete cuando observan cierta desviación en el dedo gordo, aunque no siempre lo es.

Crecimiento

Que un dedo apunte hacia dentro no significa que sea un juanete

Según detalló, en pediatría se considera dentro de la normalidad una desviación de hasta 15 grados, siempre que no exista dolor ni afectación en la marcha. Aun así, aclaró que no basta con observar el ángulo, también hay que entender el funcionamiento global del pie.

Cuando el primer dedo se desplaza, lo primero es analizar el calzado, pero eso no resuelve todas las dudas. Matías señaló que “si la biomecánica del pie no es la adecuada, el primer dedo va a recibir más carga generando más desviación y generando un problema futuro”. Esta observación ayuda a entender que no es solo una cuestión de zapatillas estrechas o plantillas correctoras.

Una revisión completa permite ver si el pie actúa como debería en cada paso. Hay niños que, sin molestias visibles, empiezan a repartir mal el peso. Esa redistribución fuerza ciertas estructuras, y con el tiempo puede condicionar el crecimiento óseo y muscular. En ese contexto, no se trata únicamente de una malformación en un dedo concreto, sino de una alteración que puede influir en el conjunto del aparato locomotor.

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Los cambios sutiles suelen pasar desapercibidos en edades tempranas, pero a medida que crecen, las desviaciones aumentan y pueden provocar síntomas. Si un menor siente dolor, tropieza más de la cuenta o camina de forma diferente, es recomendable acudir a consulta. Detectar estos factores a tiempo permite intervenir sin necesidad de tratamientos agresivos.

Observar cómo se apoya el pie, qué zona contacta primero con el suelo y si existe tensión en el dedo gordo puede marcar la diferencia. Y aunque el calzado es relevante, no es lo único a tener en cuenta.

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