Para muchos, despertarse cada mañana supone una verdadera prueba de resistencia que es necesario superar. No importa cuántas alarmas suenen ni lo motivador que sea el día por delante, hay quien simplemente se levanta de mal humor, como si el cuerpo y la mente se negaran a abandonar ese lugar de descanso y refugio como es la cama.
Y es que, para una gran mayoría, ese primer instante del día en que abren los ojos es ya una pequeña batalla. Una especie de niebla mental, una irritación sin causa aparente, un “no me hables hasta que tome café” convertido en lema vital. Pero… ¿y si ese mal despertar tuviera más que ver con la biología que con la actitud?
En uno de sus últimos vídeos, el farmacéutico Álvaro Fernández explica que, aunque mucha gente cree que el hecho de levantarse de mal humor cuando madrugan es parte de su personalidad, lo cierto es que es más normal de lo que acostumbramos a pensar y tiene mucho que ver tanto con cómo está confeccionado nuestro cerebro como con la luz solar.
La luz del sol hace que tu cuerpo libere hormonas como el cortisol, que te espabila, o la serotonina, que te anima
Según Fernández, cuando nos levantamos antes de que amanezca, nuestro cerebro interpreta que aún es de noche (porque lo es), y que, por tanto, tiene que seguir apagado. Entonces, es normal que nos levantemos cansados y de mal humor, porque el cerebro interpreta que lo estamos engañando y forzando a estar despierto y funcionar de forma correcta cuando él considera que aún es tiempo de seguir descansando:

Levantarse de mal humor es habitual cuando madrugamos tanto que no vemos siquiera la luz solar
“La luz del sol hace que tu cuerpo libere hormonas como el cortisol, que te espabila, o la serotonina, que te anima. Por eso, si te levantas demasiado temprano, lo único que te queda es tomar café para intentar que se liberen todas esas sustancias que te producen felicidad y que conseguirías de forma natural si te levantaras a una hora más apropiada”, explica el farmacéutico.
¿Qué dice la ciencia al respecto?
Diversos estudios han asociado el cronotipo madrugador, es decir, la tendencia natural a despertarse y estar activo más temprano, con una mejor salud mental. Uno de los más representativos, publicado en Nature Communications en 2019, analizó datos de casi 700,000 personas y encontró que quienes tienen una predisposición genética a madrugar presentan un riesgo significativamente menor de sufrir depresión y otros trastornos del estado de ánimo. Sin embargo, estos beneficios no parecen deberse únicamente a la hora en que se despiertan, sino también al entorno lumínico en el que lo hacen.

Exponerse a la luz solar al despertarse puede hacer que nuestro día cambie por completo para bien
La clave está en la luz solar. La exposición a luz natural por la mañana actúa como un potente regulador del reloj biológico, ayudando a sincronizar los ritmos circadianos y facilitando una transición más fluida entre el sueño y la vigilia. Cuando una persona se despierta temprano pero en completa oscuridad —por ejemplo, en invierno o antes del amanecer—, esa sincronización se rompe. El cerebro sigue interpretando que “es de noche”, y la activación fisiológica que normalmente acompaña al despertar se retrasa. En estos casos, los efectos positivos asociados a madrugar pueden verse disminuidos o incluso invertirse, dando lugar a fatiga, irritabilidad y malestar emocional, a pesar de estar siguiendo un patrón de sueño aparentemente saludable.