Inés Moreno, traumatóloga: “Joseph Lister tuvo una idea revolucionaria, empezó a lavar sus manos y la mortalidad posoperatoria se desplomó”

Histórico

Retrato fotográfico de Joseph Lister

Retrato fotográfico de Joseph Lister

Thomas Annan

El mundo de la medicina avanza a pasos agigantados a cada año que pasa. Las investigaciones se multiplican en distintos países, al mismo tiempo que lugares como el Hospital Clínic de Barcelona innovan constantemente sobre sus tratamientos y métodos de operación. Sin embargo, una de las mayores mejoras para la comunidad médica llegó en pleno siglo XIX, a pesar de ser tomada inicialmente como una estupidez.

Una historia que Inés Moreno, más conocida como Traumatóloga Geek en redes sociales, ha añadido a su miniserie de retrospectivas médicas. La divulgadora suele indagar en distintos puntos de la línea temporada para rescatar personajes y ocurrencias de profesión, desde Florence Nightingale hasta el rey Sancho I de León. En esta ocasión, ha recordado el papel vital que tuvo un investigador en un hecho indispensable en los quirófanos actuales: la higiene.

“Durante décadas, los médicos mataron, sin saberlo, a miles de pacientes. Y lo peor, cuando descubrieron la verdad, se negaron a aceptarla. Hospital, siglo XIX: sin guantes, sin mascarillas. Cirujanos con batas negras endurecidas por la sangre seca. Más sangre, más experiencia. La infección mataba a cientos, pero nadie entendía por qué. Los médicos creían en las miasmas, en el aire sucio que flotaba en los hospitales. Pero un hombre no estaba convencido: Joseph Lister”, destapó.

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“Inspirado en los estudios de Pasteur, tuvo una idea revolucionaria: ¿y si la infección no venía del aire, sino de los propios médicos? Empezó a lavar sus manos y los instrumentos con ácido carbólico, un antiséptico rudimentario. El resultado: la mortalidad posoperatoria se desplomó. Pero, en vez de ser recibido como un salvador, se rieron de él. ¿Lavarme las manos? Por favor, soy cirujano. La comunidad médica prefería seguir matando que admitir su error”, profundizó.

Entendido tiempo después

“Hoy sabemos que Lister tenía razón. Y ahora viene lo interesante: tú puedes ser un poco Lister. Porque, aunque no vayas a operar, tú también estás cubierto de microorganismos. En tu piel viven bacterias como el Staphylococcus epidermidis. En las uñas largas pueden acumularse colonias enteras de gérmenes. Por eso, en el quirófano lleva el pelo recogido, evita la barba y, sobre todo, las uñas largas. Es porque cada vello y cada uña puede ser refugio para las bacterias”, remarcó.

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Moreno también destacaba recientemente el origen de las incubadoras: “¿Qué hizo Martin Couney? Pensó ‘si la ciencia no me escucha, haré un espectáculo’. Montó una atracción de feria: Bebés vivos en incubadoras. El público pagaba por mirar y con ese dinero Couney contrataba médicos y enfermeras. Sí, una atracción de feria financiando cuidados neonatales. Lo acusaban de aprovecharse de bebés enfermos. Él respondió: ‘si la medicina los rechaza, lo salvará la feria’. Y funcionó”.

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