Marta León, experta en microbiota: “La salud dental puede influir en la fertilidad porque una infección en las encías puede generar una respuesta inflamatoria en todo el cuerpo”

BIENESTAR

Marta León, experta en microbiota femenina, explica cómo los desequilibrios en la microbiota pueden afectar a la fertilidad y qué señales no debemos pasar por alto

Marta León, experta en nutrición femenina

Marta León, experta en nutrición femenina

Cuando hablamos de fertilidad, solemos pensar en óvulos, espermatozoides, hormonas y ciclos menstruales. Sin embargo, hay un elemento silencioso y fundamental que pocas veces se menciona y que también podría influir en la capacidad reproductiva: la microbiota. En concreto, la microbiota vaginal. Este conjunto de microorganismos, que vive de forma natural en nuestro cuerpo, no solo protege frente a infecciones, sino que también juega un papel clave en la fecundación. Un entorno vaginal desequilibrado puede convertirse en un obstáculo más en el camino hacia la maternidad, aunque muchas veces pase desapercibido.

Cuando el sistema inmune está desregulado, como ocurre en algunas celiaquías, esto puede dificultar la fecundación o el mantenimiento del embarazo

Marta LeónExperta en microbiota

Marta León, experta en microbiota femenina, con un enfoque integrador y profundo, ha dedicado los últimos años a investigar cómo nuestra salud intestinal, vaginal e incluso bucal influye en todo el proceso reproductivo. “Si llevas tiempo intentando quedarte embarazada sin éxito, descartar una celiaquía podría ser una buena idea. Algunas formas de esta enfermedad son silenciosas y no presentan síntomas evidentes, pero aun sin diagnosticar pueden generar inflamación y permeabilidad intestinal, lo que activa respuestas inmunitarias que pueden interferir en la implantación del embrión. El cuerpo necesita distinguir claramente que ese nuevo ADN que llega (el del futuro bebé) es bienvenido, y no una amenaza. Cuando el sistema inmune está desregulado, como ocurre en algunas celiaquías, esto puede dificultar la fecundación o el mantenimiento del embarazo”, apunta en el pódcast Tiene Sentido. 

Un técnico de laboratorio de fertilidad realiza meticulosamente la fertilización de un óvulo

Un técnico de laboratorio de fertilidad realiza meticulosamente la fertilización de un óvulo

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Entonces, como señala Marta León, “si ya me he hecho las pruebas de celiaquía, cuando hay un bebé que no llega, sería interesante observar cómo es mi microbiota vaginal”, ya que síntomas como “muchos picores, molestias, un flujo que tiene un color raro, un olor raro, irritación o ardor indican que el pH de mi vagina, de mi microbiota, quizás está un poquito desequilibrada”. La vagina es “el lugar donde va a llegar el semen y desde donde va a emprender su camino”, y allí predominan los lactobacilos, que “acompañan al semen”. Marta destaca que “el cuerpo femenino coopera también, cambia nuestro pH para que estén más cómodos, cambia el flujo, esta densidad para que puedan correr más”, mientras que en otros momentos del ciclo “el flujo es más espeso, más pegajoso para atraparlo. Así, ya no solamente tiene que ver con el pH, sino también con las propias bacterias”.

Si hay desequilibrio en la microbiota vaginal, el entorno no es tan favorable para la fecundación

Marta LeónExperta en microbiota

Además, Marta explica que “la salud dental puede influir en la fertilidad porque una infección o inflamación en las encías puede generar una respuesta inflamatoria en todo el cuerpo”. Señala que “esa inflamación generalizara puede afectar al equilibrio del sistema inmunitario y dificultar que el cuerpo reconozca el embrión y permita su implantación”. Además, “mantener una buena higiene bucal y controlar la salud dental no solo es importante para la boca, sino para la salud reproductiva en general”. Por eso, “no debemos subestimar el impacto que pueden tener infecciones aparentemente lejanas, como las dentales, en la fertilidad”.

Pastillas anticonceptivas 

Pero el equilibrio de la microbiota vaginal no depende solo de infecciones o de la alimentación: las hormonas también juegan un papel clave. Por eso, “la píldora anticonceptiva altera la microbiota”, explica León. Al generar niveles hormonales constantes, “el contexto en el que nuestra microbiota habita cambia completamente”. Esto puede traducirse en un entorno menos favorable, con “más tendencia a tener cándidas, más picores o cambios en el flujo”. Aunque tras dejar la píldora el cuerpo suele recuperar su equilibrio, León recuerda que “la mayoría de las veces el cuerpo lo puede restaurar”, aunque conviene acompañar ese proceso con una mirada integral.

Ecografía

Ecografía

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Según Marta León, en muchos casos “lo podemos restaurar rápidamente con una buena alimentación”, pero hay mujeres en las que el impacto ha sido mayor, especialmente si la píldora ha influido también a nivel emocional. “Si ha habido una causa emocional por la que he dejado de tomar la píldora”, sugiere, “quizás sería interesante ver cómo están mis vitaminas del grupo B”, ya que estos anticonceptivos pueden dificultar su absorción. Esto puede derivar en “un estado de ánimo más plof, con más síndrome premenstrual, más tristeza, más irritabilidad”. En esos casos, suplementar durante un par de meses con vitaminas del grupo B o con probióticos puede ser de gran ayuda para “reponer la estantería vacía” y acompañar al cuerpo en su reajuste.

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