El verano es esa época del año que los niños esperan con emoción y los padres afrontan con una mezcla de ilusión y, en ocasiones, vértigo. Adiós al colegio, hola a los días largos, las comida improvisadas, los horarios relajados… y también a la incertidumbre de cómo organizar tantas semanas y rutinas. ¿Hace falta llenar cada día y momento de planes? ¿Está bien que los hijos se aburran? ¿Cómo evitar acabar todos de mal humor? La psicóloga infantil, Ana Aznar, defiende que no hay que aspirar a un verano perfecto, sino a uno real: con límites flexibles, tiempo en familia y, por supuesto, ratos de sano aburrimiento para los hijos, ya que estos les ayudan a autorregularse y a descubrir intereses nuevos.
La culpa implica haber hecho algo mal. Sin embargo, cuando como padre o madre estás gestionando todos los aspectos de tu vida—el trabajo, los hijos, la casa, el cuidado de otros familiares— lo mejor que puedes, no estás haciendo nada mal
El verano trae un cambio de ritmo brusco: más tiempo libre, menos estructura… ¿Cómo impacta eso en el bienestar emocional de los niños?
Depende del niño, del carácter, la estructura en casa, la situación… Creo que el verano está fenomenal para relajar las rutinas y bajar el ritmo, pero hay que mantener unos límites. Está muy bien que les digas a tus hijos: nos vamos a acostar una hora más tarde, vas a salir más de la cuenta más días de la semana y vas a comer más helados, porque hay que disfrutar, pero no podemos pasar del orden que llevamos durante el año de repente. A los niños no les va bien que de repente todo sea una locura, sin horarios ni rutina, acabarán de mal humor, irritables y entonces los padres se cabrearán más. Con lo cual, relajar la rutina y las normas está fenomenal, pero con un orden y unos límites.
Verano en familia
¿Cómo encontrar un equilibrio?
Hablando con los niños. Al principio de verano podemos decirles a qué hora se levantarán, más o menos, a qué hora comeremos, si podrán ver a sus amigos todos los días, que planes haréis... También es muy importante tener en cuenta si los padres trabajan o no, porque es fundamental que los hijos disfruten, pero los padres también. Hay que “tejer” un plan. Además, yo recomiendo que dos semanas antes de la vuelta al colegio se retomen los horarios y el orden. Que empiecen a levantarse un poco antes, rebajemos el ritmo, vayamos preparando el material del colegio, se duerman antes... No es nada recomendable dejar todo para el último momento porque cuando falta algo se entra en pánico. Adelantarse puede hacer que el comienzo sea tranquilo y sin bajones o preocupaciones.
¿Qué papel juega el aburrimiento en verano? Algunos padres lo ven como algo negativo, pero ¿puede tener un valor educativo o emocional?
Lo tiene. El aburrimiento, moderado, es bueno. Los padres siempre tienen la idea de que hay que organizarle al niño todo el verano para que sea divertido y entretenido, pero tiene que aburrirse de vez en cuando y no ser una carrera de cosas que hacer. El niño tiene que aprender a jugar por su cuenta, a estar solo de vez en cuando, a que no tenga un plan permanentemente cerrado. El niño tiene que aprender primero a autorregularse, tiene que aprender a sentarse en ese aburrimiento, a entender lo que le está pasando. Con el aburrimiento se desarrolla la creatividad: se les ocurren ideas, soluciones a problemas… Si a un niño le dejas en un cuarto, él se apañará solo, quizá encuentre un libro, se ponga a leer y descubra que le encanta, o un nuevo juego de mesa, o quizá se de cuenta que disfruta pintando.
Hay que dejar que se aburren y que se organicen el tiempo. El aburrimiento realmente es un sentimiento que te dice que o bien que lo estás haciendo no tiene ningún valor para ti, no te recompensa, o lo que estás haciendo es difícil o muy fácil. Te da información, nada más. Tenemos que dejar de pensar que perder el tiempo es algo malo, no hay que ser productivos todo el rato, en verano encima podemos rebajar aún más el ritmo.
Creo que el verano está fenomenal para relajar las rutinas y bajar el ritmo, pero hay que mantener unos límites
Otra cosa que hacemos mucho los padres es sacar el móvil cuando el niño nos dice que se aburre, es humano y lo hacemos todos, pero a lo mejor debemos frenar ese impulso y decirle al niño: pues sal al jardín o a la calle, coge un libro o ponte a pintar. No demonizo las pantallas, porque a veces nos ayudan, pero sí tenemos que ser conscientes de que cuando les damos el móvil no dejamos que se autorregulen, y eso es precisamente lo que queremos.
A veces los niños se sienten solos en verano si sus amigos se van o no hay actividades. ¿Qué pueden hacer las familias para fomentar el vínculo social durante las vacaciones?
Si un niño está bien integrado en el colegio y tiene amigos, no pasa nada porque pase un par de semanas sin verlos. No es el fin del mundo. Es normal que sientan algo de nostalgia o se aburran y digan que están solos, pero también es importante aprender a sobrellevarlo y entender que un poco de soledad de vez en cuando no es algo negativo. Y si no hay amigos disponibles, es una gran oportunidad para disfrutar del tiempo en familia: hablar, escucharse, compartir. No hace falta hacer planes extraordinarios. Basta con estar juntos en casa, ver una película, tomar un helado, dar un paseo o cocinar algo entre todos. Al final, uno de los factores más importantes para la salud mental infantil es tener una relación sólida con los padres. Por eso, esos momentos sin amigos son perfectos para reforzar los lazos familiares: con padres, hermanos, abuelos o primos.
Para muchas familias, el verano es también un reto logístico y emocional (trabajo, conciliación, culpa…). ¿Qué le diría a esos padres?
Los padres vivimos muchas veces con una sensación de culpa constante. Si trabajas, te sientes mal por no estar con tu hijo; si no trabajas, te preocupa no estar aportando económicamente. Si vas al gimnasio, piensas que deberías estar con él… es un ciclo continuo de culpa. Pero en realidad, esa culpa está mal entendida. La culpa verdadera implica haber hecho algo mal. Sin embargo, cuando como padre o madre estás gestionando todos los aspectos de tu vida—el trabajo, los hijos, la casa, el cuidado de otros familiares—no estás haciendo nada mal. Estás haciendo lo mejor que puedes con todo lo que tienes.
Recomiendo que dos semanas antes de la vuelta al colegio se retomen los horarios y el orden
Verano en familia
Hay que dejar de hablar de culpa y hablar de tensión. La tensión que sentimos cuando tienes mil cosas que hacer y no llegas, eso es lo complicado, pero cuando haces todo lo que puedes de la mejor manera que puedes, no tienes que sentir culpa. Y en verano también pasa lo que hemos hablado, que queremos que los niños hagan mil planes, que sea un tiempo maravilloso para ellos... Pues si no tenemos la agenda llena no pasa nada. Tampoco hay que hacer que cada verano sea el verano de nuestras vidas.
Hay que manejar las expectativas y ser realistas con la situación que cada uno tiene en casa. Si te empeñas en que el niño tenga el verano perfecto y por lo que sea no llegas, entonces sí sentirás culpa. Y también recomendaría a los padres dejar Instagram y las redes sociales, porque constantemente estamos viendo vídeos de la madre y el padre perfecto, en la casa perfecta, en frente de una playa perfecta y con un niño perfecto. Y cuando tú no llegas a eso, te sientes peor y piensas que lo haces mal, pero no es así.
