Las relaciones interpersonales son complejas. A veces, por más cariño o afinidad que exista, surgen tensiones, choques, conflictos o malentendidos. Es entonces cuando aparecen las temidas discusiones, los distanciamientos, las mentiras y los rencores. Si no se afronta el conflicto a tiempo, la relación puede volverse insostenible y acabar mucho antes de lo esperado.
En este sentido, es importante tratar al otro con respeto y fomentar una comunicación sin evasivas. Y es aquí donde entra en juego un término cada vez más popular en el mundo de la psicología y la salud mental: la responsabilidad afectiva. Sobre este asunto hablaba recientemente la psicóloga Montse Cazcarra en sus redes sociales.
A través de una publicación en su perfil de Instagram, donde acumula más de 231.000 seguidores, la experta explicaba en qué consiste este concepto tan popular y tan desconocido a la vez por muchas personas. ''La responsabilidad afectiva no es hacernos cargo de las emociones de los demás, sino entender que lo que hagamos y digamos tiene impacto en el otro'', comenzaba diciendo.
Sin embargo, la experta recordaba que ''hay personas a quienes la responsabilidad afectiva les genera rechazo''. ''Quizá porque actuar de manera responsable significa: hacernos cargo de nuestras emociones; y esto, a su vez supone: sostener incomodidad. Quizá por las consecuencias que pueda tener actuar de forma responsable pues no siempre es bien acogido por la otra parte y queremos 'ahorrarnos' esa incomodidad'', señalaba a la vez que aclaraba que también entienden que si quieren ''actuar de forma responsable'', deben hacerse cargo de las emociones de los demás.

La sinceridad, la empatía y la asertividad son fundamentales para la responsabilidad afectiva.
Aún así, la experta reconocía que en muchas ocasiones la línea entre las emociones de los demás y las propias puede ser muy fina, por lo que es conveniente hacerse la siguiente pregunta: ''¿Qué es mío y qué de la otra persona?''. ''A menudo resulta difícil de saber, lo sé. Por eso desarrollar autorreflexión y poder conocer cómo funcionamos en lo emocional será importante. También podemos preguntarnos: ¿Con qué decisiones y acciones me estaré cuidando a mí, a la vez que cuido al vínculo?'', añadía.
Por último, la especialista aclaraba que todo esto ''no aplica a relaciones donde se dan dinámicas de abuso o de maltrato''. ''En cuyo caso nuestra prioridad debe ser ponernos a salvo, y no cuidar el vínculo'', concluía.