El tabaco sigue siendo uno de los grandes enemigos del ser humano. A pesar de las múltiples campañas y advertencias sobre sus peligros, millones de personas continúan fumando. Es adictivo, sí. Pero todo lo que implica inhalar ese humo resulta aún más perjudicial. Quizá deberían inventar cigarros que hablen cada vez que alguien va a dar una calada, o máquinas expendedoras que suelten un sermón antes de entregar una cajetilla. Sea como sea, el consumo persiste.
Algunos se han planteado dejarlo, otros lo han intentado sin éxito y unos pocos, muy afortunados, han logrado dejar atrás esa adicción. ¿Pero qué lo hace tan difícil?

Si alguien está rodeado de fumadores, las probabilidades de recaer aumentan
No es solo el hábito, sino el enfrentarse a una adicción que implica a la mente y al cuerpo. La nicotina genera una fuerte dependencia física que produce síntomas de abstinencia cuando se interrumpe el consumo. A esto se suma la dimensión emocional y social del tabaco: muchas personas lo asocian con momentos de descanso, de evasión o incluso de conexión con otros.
Más allá de la adicción química, existe una fuerte dependencia psicológica. Muchas personas fuman como forma de manejar emociones o situaciones estresantes. El cigarro se convierte en una especie de “compañero emocional”, lo que hace que su ausencia se sienta más allá de lo físico.
Además, el contexto social también juega un papel importante. Si alguien está rodeado de fumadores, las probabilidades de recaer aumentan. Y en ciertos espacios, el cigarro aún es percibido como un símbolo de pertenencia o rebeldía. Sin embargo, aunque estos factores hacen que dejar de fumar sea un reto, también hay algo claro: sí se puede lograr.
¿De qué sirve dejar de fumar ahora si llevo toda la vida haciéndolo? La ciencia ya tiene una respuesta clara:¡Sirve muchísimo
Tal como explica Esther Gómez, enfermera, el primer paso es comprender que dejar el tabaco no es un acto aislado de fuerza de voluntad, sino un proceso que necesita apoyo, información y estrategias. Hoy en día existen múltiples recursos para acompañar ese proceso: terapias personalizadas, medicamentos, grupos de apoyo, e incluso apps que ayudan a controlar los avances.
Lo más importante es saber que los beneficios de dejar de fumar comienzan desde el primer momento. “Muchas personas se preguntan de qué sirve dejar de fumar si llevan toda la vida haciéndolo, pero la ciencia ya tiene una respuesta clara: ¡sirve muchísimo!”, explica.
Un estudio realizado en 1,5 millones de adultos de Canadá, Estados Unidos, Reino Unido y Noruega, publicado en NEJM Evidence, demostró que, a los 10 años de dejar de fumar, la esperanza de vida se acerca a la de quienes nunca fumaron.
Y lo más sorprendente: “la mitad de ese beneficio ocurre en solo 3 años. Incluso quienes dejaron hace poco ganan hasta 6 años de vida”, y el riesgo de muerte se reduce rápidamente, “sobre todo por enfermedades cardiovasculares, cáncer y patologías respiratorias”, apunta.

Dejar de fumar
Por difícil que parezca, dar el paso de dejar de fumar es una de las mejores decisiones que se pueden tomar por uno mismo. Porque el esfuerzo, aunque cuesta, siempre vale la pena. “Tal y como dice el Dr. Prabhat Jha: 'Dejar de fumar es ridículamente eficaz y los beneficios son rápidos'”. Además, a veces parece que se olvida que el acto de dejar de fumar no solo alarga la vida del fumador, sino que mejora la calidad con la que puede vivir.
Nunca es tarde para dejar de fumar. Ya no vale la excusa de haberlo hecho toda la vida. También llevamos años sentados más de la cuenta, sin hacer suficiente ejercicio o sin cuidar la alimentación, y aun así no dejamos de intentarlo. Así como cada inicio de año o de curso nos llena de ganas de empezar bien, de comer mejor o de movernos más, también deberíamos tener ese impulso para cuidarnos por dentro. Dejar de fumar es una forma poderosa de hacerlo. No solo ganas años de vida, sino calidad en cada uno de ellos.