El deseo sexual es una parte natural y compleja de la experiencia humana, que evoluciona con el tiempo y se ve influenciado por muchos factores físicos, emocionales y sociales. A lo largo de la vida adulta, es común que se presenten cambios en la intensidad, la frecuencia o la forma en que se experimenta este deseo. Estos cambios no tienen por qué indicar un problema, sino que reflejan la forma en la que el cuerpo, la mente y el contexto se adaptan al momento vital de cada persona.
Comprender cómo varía el deseo sexual en las diferentes etapas de la vida, desde la juventud hasta la madurez, puede ayudar a vivir una sexualidad más plena, saludable y libre de presiones. La terapeuta Nilda Chiaraviglio lo explica con claridad en un vídeo en sus redes sociales: “Corazón, el placer jamás será algo que simplemente se nos da. Algunas experiencias llegan solitas, sí, pero otras requieren que las cultivemos conscientemente”.
Cuando una persona toma la decisión de mirar hacia adentro y explorar su mundo interior con curiosidad, puede comenzar a descubrir qué es exactamente “lo que alimenta y expande su gozo, su bienestar y su conexión consigo misma y con los demás”. Este proceso de autoconocimiento permite identificar no solo los estímulos, experiencias o vínculos que potencian el deseo y el disfrute, sino también aquellas conductas, elecciones o pensamientos que lo limitan o lo apagan.
El erotismo, entendido como esa energía vital que nos conecta con el placer de estar vivos, puede nacer de una mirada, de una palabra, de un recuerdo o hasta de una fantasía
A través de esa mirada interior, se abre la posibilidad de cultivar una vida íntima más auténtica, libre y coherente con las verdaderas necesidades y deseos personales. “Tú vas a investigar en ti todo aquello que tiene que ver con tu concepto del placer, con tu concepto del gozo y con tu concepto del éxtasis. ¿Qué te lo impide? ¿Qué te lo expande? ¿Cómo desarrollarlo? Porque realmente es posible reconocer cuáles son esas ideas que te llenan de vida, que encienden tu deseo, que te conectan con tu capacidad infinita de sentir. Y, por lo tanto, elegir más de eso que te enciende. El cuerpo cambia con los años, pero el erotismo nunca envejece”, explica la terapeuta.
El erotismo es como una construcción, una idea que se transforma contigo, “que puede acompañarte hasta siempre, hasta el infinito”. No es una fuerza estática ni una fórmula fija, sino una expresión viva de lo que somos y sentimos en cada etapa de la vida. A medida que cambiamos, con el paso del tiempo, las experiencias, los vínculos y los aprendizajes, también cambia la forma en que deseamos, lo que nos atrae, lo que nos enciende o lo que nos brinda placer.
Lejos de agotarse, el erotismo puede volverse más rico y significativo con los años, si se le permite crecer con libertad, sin las exigencias externas o los prejuicios que muchas veces lo limitan. Comprenderlo así es también reconocer que el deseo no tiene edad, sino historia. “Cuanto más nos autoconocemos, más podemos desarrollar ese erotismo, que encima no envejece porque es una idea. Lo importante es saber cuáles son las ideas que a mí me llenan de vida, me llenan de placer, me llenan de gozo. Todo aquello que conocemos como placer de vivir: de donde nace, surge o emerge”.
Este enfoque de Nilda invita a mirar el deseo desde un lugar más amplio y menos rígido, donde no se trata solo de una respuesta física o inmediata, sino de una experiencia emocional, simbólica y hasta espiritual. El erotismo, entendido como esa energía vital que nos conecta con el placer de estar vivos, puede nacer de una mirada, de una palabra, de un recuerdo o hasta de una fantasía.
El deseo y el erotismo es una idea que se transforma contigo
A medida que las personas maduran, tienen la oportunidad y posibilidad de redefinirlo, de elegir con más conciencia qué lo alimenta y qué ya no le representa. De esta forma, el deseo se vuelve más auténtico, más propio, menos atado a los moldes que impone la sociedad en la que vivimos y más encaminado hacia la verdad íntima de cada persona. Cultivar ese espacio interno, donde el gozo no depende solo de lo externo, sino de lo que sentimos, imaginamos y deseamos, también es un acto de libertad muy importante.
Por tanto, aceptar que el deseo cambia no es resignarse, sino abrir la puerta a nuevas formas de sentir, de explorar y de disfrutar. El erotismo no tiene fecha de caducidad, porque no depende exclusivamente del cuerpo, sino de la imaginación, la sensibilidad y de la historia que cada persona va construyendo. “Se transforma contigo”. Y, sencillamente, es un acto íntimo de amor propio y de libertad.
