Ana Galán, psicóloga: “Los psicópatas suelen resultar encantadores porque se mimetizan con la sociedad mejor que nadie, probablemente todos nos hemos cruzado alguna vez con alguien así sin saberlo”

Psicópatas

“Lo que define a un psicópata no es tanto lo que hace, sino lo que no siente. Una persona cualquiera puede mentir o manipular en algún momento, pero normalmente sentirá culpa, desazón o compasión después”, cuenta Galán

Ana Galán, psicológa

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Ana Galán Dalmau, psicóloga experta en relaciones y trauma, conoce en profundidad la psicopatía. Se trata de un perfil de personalidad que no se limita a los delincuentes o a los titulares de sucesos, sino que también puede encontrarse en la vida cotidiana. Según explica para La Vanguardia, entre un 1% y un 3% de la población presenta rasgos psicopáticos, lo que significa que probablemente todos nos hemos cruzado con alguien así sin ser conscientes.

Galán advierte que el rasgo que los define no es lo que hacen, sino lo que no sienten: ausencia de empatía, de culpa y sin remordimiento. Esa frialdad emocional les permite manipular y controlar a los demás sin límites. Y aunque a corto plazo pueden parecer brillantes, seductores o exitosos, a largo plazo su modo de relacionarse puede provocar en el otro dolor, desgaste emocional y vínculos marcados por la manipulación.

Discusión de pareja

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HAKLARI HASAN EROGLUNAITTR [email protected]

¿Qué entendemos exactamente por psicopatía?

La psicopatía no es un diagnóstico médico, pero sí un perfil de personalidad muy estudiado. Se trata de personas que muestran una frialdad emocional extrema, con ausencia de culpa y empatía, una forma de relacionarse basada en el engaño y la manipulación, y una tendencia a violar normas sociales sin remordimiento. No todos los psicópatas son delincuentes, aunque muchos de ellos pueden implicarse en conductas antisociales. Lo que los define no es necesariamente el delito, sino esa incapacidad de conectar emocionalmente con los demás, lo que les permite utilizar a las personas como si fueran objetos o como simples piezas para lograr sus propios fines.

Usted señala que muchos psicópatas no matan ni amenazan. ¿Cómo se reconoce entonces a una persona con rasgos psicopáticos en la vida diaria?

A estos psicópatas se les llama “integrados”, porque no aparecen en las páginas de sucesos, sino que conviven en la sociedad como cualquiera de nosotros. Se reconocen por un estilo de relacionarse frío, calculador y dañino para quienes los rodean. Los psicópatas suelen mostrar dos caras: una atractiva, con encanto y amabilidad, que utilizan para ganarse nuestra confianza y conseguir algo; y otra cruel y déspota, que sacan después para castigarnos o incluso divertirse a costa de nuestro sufrimiento. Para ellos, el interés nunca es amor ni afecto genuino: es pura conveniencia. En definitiva, el dolor ajeno no les afecta ni les conmueve; únicamente lo perciben como algo que les entretiene o les resulta útil.

Se estima que entre el 1% y el 3% de la población presenta rasgos psicopáticos. ¿Hablamos de un perfil más común de lo que pensamos?

Sí, es más común de lo que solemos imaginar. Se calcula que entre un 1% y un 3% de la población tiene rasgos psicopáticos, lo que significa que probablemente todos nos hemos cruzado alguna vez con alguien así sin saberlo. La psicopatía no aparece solo por experiencias de vida, hay personas que nacen con una predisposición biológica, marcada por diferencias en áreas del cerebro como la amígdala o en el funcionamiento de ciertos neurotransmisores. Sin embargo, también puede influir el entorno, situaciones de abuso, maltrato o modelos de crianza hostiles pueden potenciar o agravar esos rasgos. En resumen, la psicopatía surge de la combinación entre lo que traemos de nacimiento y lo que vivimos, y no siempre se manifiesta de forma violenta, sino en la manera de relacionarse con los demás.

¿Qué significa que el rasgo que los define no es lo que hacen, sino lo que no sienten?

Lo que define a un psicópata no es tanto lo que hace, sino lo que no siente. Una persona cualquiera puede mentir o manipular en algún momento, pero normalmente sentirá culpa, desazón o compasión después. El psicópata no. En la psicopatía lo esencial es la ausencia de emociones básicas que nos frenan a dañar a otros: la empatía, la responsabilidad, el pesar. Por eso pueden manipular, engañar o castigar sin sentir el más mínimo freno moral. El dolor ajeno no les conmueve y la ética no guía sus decisiones. Esa frialdad emocional es el núcleo que sostiene la psicopatía.

¿Qué papel juega la falta de culpa, remordimiento o empatía en la vida de un psicópata integrado en la sociedad?

La falta de culpa, remordimiento o empatía es el motor silencioso que guía la vida del psicópata integrado. En el corto plazo, estos rasgos pueden darles ventaja: su encanto superficial, su ambición sin límites y su capacidad de manipular los hace destacar en escenarios de poder como la empresa, la política o incluso el mundo del coaching. No sienten miedo al fracaso ni piedad por quienes dejan atrás, lo que les permite avanzar sin titubeos. 

Pero a largo plazo, esa misma frialdad se convierte en su talón de Aquiles. Al no tener un freno ético ni valores sólidos, terminan cruzando límites: fraudes financieros, corrupción, explotación emocional o escándalos personales. Su imagen pública puede sostenerse un tiempo, pero con frecuencia se derrumba cuando la realidad de sus actos sale a la luz. En definitiva, su aparente éxito inicial suele estar condenado a la autodestrucción, porque sin empatía ni conciencia moral, todo logro se convierte en castillo de arena.

¿Por qué suelen resultar encantadores, educados y, en muchos casos, hasta exitosos en el trabajo o en las relaciones?

Los psicópatas suelen resultar encantadores porque se mimetizan con la sociedad mejor que nadie. Aunque no sienten empatía real, aprenden desde pequeños a reconocer intelectualmente las emociones en los demás: saben qué gesto, palabra o actitud generará confianza o admiración, y lo utilizan como un disfraz perfecto. Esa habilidad los convierte en figuras que pueden parecer brillantes, educadas y exitosas en el trabajo o en las relaciones. 

Pero esa cara amable se mantiene sólo mientras les interesa. Cuando perciben que alguien está enamorado o sometido emocionalmente, aparece su verdadera estrategia: la manipulación, el sometimiento y el control, usando el vínculo afectivo como herramienta para dominar. Por lo que, su encanto es un instrumento calculado para atrapar y utilizar a los demás.

discusión de pareja

Discusión de pareja

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¿Es correcto decir que pueden ser grandes manipuladores? ¿De qué manera lo logran sin que nos demos cuenta?

Sí, es correcto: los psicópatas son grandes manipuladores. Utilizan la manipulación como fin. Su habilidad no está en gritar ni en imponer por la fuerza, sino en tejer una red invisible de control que pasa desapercibida hasta que ya estamos atrapados. En las relaciones de pareja, disfrutan llevando a la otra persona a situaciones límite. Si en la intimidad no tienen castigo ni culpa actuarán durante años. 

Exigirán pruebas de amor constantes y lograrán que su pareja se sienta culpable por cosas mínimas: “si de verdad me quisieras, no me negarás esto”. Usan el vínculo emocional como arma para someter y controlar. En el ámbito laboral, muestran un encanto superficial hacia sus jefes, mientras desprecian o maltratan a compañeros. Son expertos en apropiarse de méritos ajenos, manipular datos, generar conflictos y después evitar toda responsabilidad, culpando a otros de sus propios errores. Su fuerza está en la frialdad emocional: como no tienen conciencia de culpa y son indiferentes afectivamente, pueden manipular sin pestañear, mientras la víctima duda de sí misma y no percibe el engaño hasta demasiado tarde.

¿Qué diferencia hay entre una persona con rasgos psicopáticos y alguien simplemente frío o distante emocionalmente?

No es lo mismo ser una persona fría o distante que tener rasgos psicopáticos. Alguien frío puede mostrar menos expresividad emocional, pero sí es sensible hacia los demás cuando hace daño. Lo que realmente define a la psicopatía es la ausencia total de afinidad afectiva: no logran conectar con lo que el otro siente. A esto se suma la falta de contrición y autorreproche, lo que significa que no experimentan miedo ni malestar al actuar de forma dañina. Además, suelen moverse por un fuerte egocentrismo, cercano a los rasgos narcisistas, donde sus propios intereses siempre están por encima de los demás. En resumen: una persona distante puede parecer fría, pero siente; un psicópata no siente, y esa es la gran diferencia.

¿Hasta qué punto pueden mantener relaciones de pareja, de amistad o familiares sin sentir emociones profundas?

Los psicópatas sí pueden tener sentimientos, pero son superficiales y limitados. En psicología esto se denomina “shallow affect” o afecto superficial: emociones que existen, pero sin la profundidad ni la intensidad que caracterizan a la mayoría de las personas. Carecen de esa riqueza emocional que nos permite llorar con una canción, sentir una tristeza profunda en una pérdida o experimentar una felicidad plena en un momento especial. Pueden vivir placer o cierto afecto, pero nunca llegan a llenarse emocionalmente. 

Por eso, aunque establezcan relaciones de pareja, de amistad o familiares, estos vínculos suelen ser más instrumentales que auténticos: los mantienen mientras resulten útiles o gratificantes. En definitiva, aman de forma egocéntrica: valoran a alguien porque les da compañía, placer o hijos, pero nunca desde un amor altruista. Con la distancia o la pérdida de interés, pueden olvidar con facilidad a personas que parecían centrales en su vida. Sus relaciones no se sostienen en el apego profundo, sino en la conveniencia del momento. Un psicópata puede sonreír o decir ‘te quiero’, pero tras esa máscara solo hay shallow affect, un afecto vacío y calculado

¿Cómo puede afectar convivir, trabajar o tener una relación sentimental con alguien con psicopatía?

Convivir con un psicópata genera un desgaste emocional enorme. La manipulación y las mentiras minan la autoestima, provocan culpa, ansiedad y aislamiento, y dejan huellas psicológicas que pueden durar mucho tiempo.

¿Existen señales de alerta que nos ayuden a intuir que estamos frente a una persona con este tipo de rasgos?

Sí, hay señales de alerta que pueden ayudarnos a intuir. En la infancia y adolescencia pueden aparecer conductas de crueldad hacia animales o personas del entorno, realizadas por diversión, sin remordimiento y que no disminuyen pese a advertencias o reflexiones sobre su comportamiento. En la vida adulta, los psicópatas integrados suelen mostrarse en el inicio de las relaciones con un encanto excesivo (lo que se conoce como love bombing), para después dar paso a la manipulación emocional, las mentiras crónicas y técnicas como el gaslighting, que hacen dudar al otro de su propia percepción de la realidad. En general, si alguien combina encanto superficial, ausencia de sensibilidad interpersonal y manipulación constante, es una señal clara de alarma.

¿Un psicópata puede cambiar, aprender a sentir empatía o es algo que se mantiene estable a lo largo de su vida?

Tradicionalmente se ha dicho que no tiene cura, ya que la psicopatía presenta con frecuencia rasgos genéticos. Las personas que la padecen reconocen perfectamente la diferencia entre el bien y el mal, pero eligen saltarse las normas sin sentir responsabilidad y es esa ausencia de freno moral lo que sostiene su comportamiento antisocial. Sin embargo, sí se puede actuar en la prevención. Cuando los rasgos se detectan en la infancia o adolescencia, es clave intervenir en la educación y socialización, con programas cognitivo-conductuales bien diseñados, disciplina clara y castigos tajantes.

Inculcándoles que aunque ellos no lleguen a sentir culpa de manera genuina ante sus acciones, pueden aprender que la sociedad sí les va a responsabilizar y castigar y que por ello les conviene adaptarse a las normas. Aun así, el pronóstico sigue siendo mucho más complejo que en otros trastornos de personalidad y su abordaje clínico es un verdadero desafío.

¿Qué recomendaría a alguien que sospecha que tiene cerca a una persona con este perfil y no sabe cómo actuar?

Lo primero es protegerse emocionalmente y marcar límites firmes. No conviene confrontar ni intentar cambiar a un psicópata, porque eso sólo alimentará la manipulación. La mejor estrategia es tomar distancia, buscar apoyo externo y profesional y, sobre todo, priorizar siempre la propia seguridad y bienestar. 

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