Nick Rohaidy, ‘expat’ estadounidense en España: “Prefiero estar aquí, cobrando menos, pero sin el miedo de pensar que me puedo arruinar si me pongo malo y tengo que ir al hospital”
Vida en Barcelona
Instalado en Barcelona desde hace dos años, Nick defiende que se integra “como un vecino más” en plena polémica por los ‘expats’, mientras denuncia los precios abusivos del alquiler en la ciudad
Nick lleva 3 años viviendo en España y ya le han bastado para saber que este es el lugar en el que quiere estar
Nick dejó atrás su vida en Estados Unidos, un sueldo más alto y la supuesta “tierra de las oportunidades”, para mudarse a España: primero por trabajo a Madrid y, más tarde, a Barcelona por amor. Aunque en un inicio no pensaba quedarse, lo que encontró aquí lo cambió todo. La vida social, la cercanía de la gente y la sensación de seguridad lo conquistaron. Hoy confiesa que en España puede vivir sin miedo a que, en cualquier momento, se desate un tiroteo como los que marcan el día a día en su país natal.
Aquí, Nick asegura haber encontrado su lugar. Aunque reconoce la polémica que rodea a los expats, se esfuerza en integrarse como uno más: aprendió catalán, comparte piso y compra en las tiendas del barrio siempre que puede. Echa de menos a su familia y todavía se le hace difícil adaptarse a los horarios españoles de comidas y cenas, pero lo tiene claro: quiere quedarse en este país para siempre. Y la pasión con la que habla de España lo demuestra en cada palabra.
¿Qué te trajo a Barcelona y cuánto tiempo llevas aquí?
Al principio me mudé a Madrid por trabajo, hace tres años. Estuve allí un año y luego me mudé a Barcelona por una relación. Fue una mudanza por amor. Llevo dos años aquí.
¿Cómo describirías el estilo de vida aquí comparado con el de EE.UU.?
Mucho más tranquilo, sin duda. En Estados Unidos hay más ansiedad, y lo más fuerte es el tema de los tiroteos. Desde pequeños hacemos simulacros de tiroteos en las escuelas. Aquí, aunque haya más carteristas o pequeños robos, no hay ese nivel de violencia. Es más seguro vivir aquí, sin comparación.
Me sorprendió cómo las generaciones se mezclan. En fiestas de pueblo ves a jóvenes y mayores juntos hasta tarde, algo impensable en EE.UU.
¿Y a qué te dedicas actualmente?
Trabajo en ventas tecnológicas para una empresa estadounidense. Me mudé por ese trabajo y ahora soy el encargado de expandir la empresa en Europa. Vendo una aplicación a grandes empresas, aunque prefiero no decir el nombre. Tengo base en Barcelona, pero sigo conectado con Estados Unidos.
¿Qué es lo que más echas de menos de tu país?
Mi familia, sin duda. Vine sin conocer a nadie, sin red de apoyo, sin amigos. Además, cuando llegué, no hablaba ni castellano ni catalán, y eso lo hizo todo mucho más difícil. A nivel más anecdótico, también echo de menos chucherías como los Gushers, unos caramelos que no se encuentran aquí. Mi madre me los envía cada mes.
¿Qué te sorprendió más al llegar a Barcelona, tanto para bien como para mal?
Lo social que es todo, me sorprendió cómo las generaciones se mezclan. En fiestas de pueblo ves a jóvenes y mayores juntos hasta tarde, algo impensable en EE.UU. Allí, por ejemplo, mi abuela está en una residencia y apenas socializa. Aquí, en cambio, la familia y la calle son parte esencial de la vida, y eso me encanta. Lo que aún no llevo bien es el horario. En EE.UU. hacemos solo tres comidas, aquí cinco. Yo quiero cenar a las 6, pero eso aquí es imposible. Y la cena allí es la comida más grande, aquí es más ligera. Todavía me cuesta adaptarme.
El estadounidense ama la vida en España, y no lo esconde
¿Con qué sueldo crees que se puede vivir bien en Barcelona sin estar apretado?
Es complicado. Los precios han subido muchísimo, y aunque hay maneras de ahorrar, como compartir piso o vivir en barrios más asequibles, sigue siendo caro. Yo, por ejemplo, comparto piso, y aunque cobro un sueldo de aquí —porque estoy contratado por la oficina europea—, he bajado mucho mi salario respecto a lo que ganaba en EE.UU. Pero lo hago encantado, aquí se vive mucho mejor. Si me pongo enfermo, voy al hospital sin miedo a arruinarme. Eso allí no existe.
¿Qué ha sido lo más difícil económicamente desde que llegaste?
El alquiler, sin duda. Es lo más caro y lo más complicado. En ciudades como Denver o Nant, donde vivía antes, era más barato conseguir un piso que aquí. Hay muchos alquileres temporales, de uno a once meses, y los precios están pensados para gente que viene con sueldos de Nueva York o Londres. Es insostenible para alguien con salario local.
No me siento expat, me siento inmigrante. Nunca me he sentido rechazado, pero también he hecho por integrarme
¿Fue difícil encontrar piso?
Horrible. Muchos pisos en Idealista son para estancias temporales, caros, y enfocados a gente extranjera con sueldos altos. Eso distorsiona el mercado. Yo comparto porque es imposible encontrar algo solo. Es muy complejo y debería regularse más.
¿Crees que es necesario hablar castellano o catalán para integrarse de verdad?
Totalmente. El castellano es imprescindible para hacer cosas cotidianas: ir al CAP, instalar wifi, ir a Correos… y también para conocer gente local, más allá de otros extranjeros. El catalán, aunque no sea obligatorio, te conecta con el lugar. Saber decir “bon dia” o “sisplau” marca la diferencia. Yo hablo ambos, gracias en parte a que mi pareja era catalana.
¿Y el inglés? ¿Se habla mucho aquí?
En Barcelona más que en Madrid, pero en general, el nivel es un poco más bajo que en otras partes de Europa. Aun así, es una ciudad bastante internacional y se puede vivir en inglés, pero te pierdes mucho.
Nick ha vivido en Barcelona y Madrid, pero asegura que también le gustaría visitar el sur o hacer el Camino de Santiago
¿Te has sentido bienvenido por los locales?
Sí, muchísimo. Creo que tiene que ver con que me he esforzado por integrarme: aprender el idioma, comprar en tiendas locales, participar en la vida del barrio. No me siento expat, me siento inmigrante. Nunca me he sentido rechazado, pero también he hecho por integrarme.
¿Existe un debate similar en EE.UU. respecto a los extranjeros?
Sí, pero diferente. Mis padres son cubano y puertorriqueña, y no me enseñaron español por miedo al rechazo. En los años 90, hablar español en Nueva York era sinónimo de pobreza o extranjería. Hay racismo hacia los latinos, mientras que aquí el debate está más en torno a la gentrificación.
En EE.UU. no es común besarse o abrazarse en la calle, se ve como inapropiado, mientras que aquí es completamente normal
¿Crees que los expatriados contribuyen a encarecer la ciudad?
Un poco sí. Hay muchos que vienen por unos meses y pagan precios altísimos por pisos, porque les parece barato comparado con Nueva York o Toronto. Pero también hay que mirar quién pone esos precios y qué leyes lo permiten. Es un problema estructural.
¿Te sientes culpable por el ‘privilegio’ de poder mudarte aquí?
No tanto, porque tengo sueldo local y vivo como cualquier otro aquí. No vengo con privilegios salariales ni un estilo de vida de lujo.
¿Te ves quedándote en Barcelona a largo plazo?
Sí, en España seguro. Puede que algún día me mude a otra ciudad, pero no me veo volviendo a EE.UU. Quiero recorrer más el país, hacer el Camino de Santiago, ir al sur… España es mi hogar ahora.
Nick está completamente enamorado de la amplia vida social que hay en España, aunque admite que aún le cuesta adaptarse a los horarios de comidas y cenas
¿Cuál ha sido el mayor choque cultural?
Algo muy simple: el cariño en público. En EE.UU. no es común besarse o abrazarse en la calle. Se ve como inapropiado. Aquí es completamente normal. Al principio me sorprendía mucho.
¿Qué consejo darías a alguien que quiere mudarse a Barcelona?
Aprende castellano y, al menos, frases básicas en catalán. Y no te rodees solo de otros extranjeros. Te perderás la ciudad real y vivirás en una burbuja.
Mis hermanos me cuentan que tienen miedo de llevar a sus hijos al colegio en Estados Unidos porque cualquier día puede haber un tiroteo
¿Qué cambiarías de Barcelona para hacerla más amable con los recién llegados?
Menos robos. El tema de los carteristas es grave. Me han intentado robar dos veces. Conozco gente a la que le han quitado el pasaporte o el móvil. Hay días que en la embajada de EE.UU. se presentan 20 personas para pedir pasaporte de emergencia. Es una locura.
¿Cómo vives la situación política actual en EE.UU. desde aquí?
Con preocupación, el país está muy dividido y hay odio entre los dos grandes partidos. Lo que pasó con Charlie Kirk fue lamentable, pero no me sorprende por lo mal que está todo. Mis hermanos me cuentan que tienen miedo de llevar a sus hijos al colegio porque cualquier día puede haber un tiroteo. Yo quiero que España no caiga en eso. Es un país con diversidad, culturas, idiomas… hay que cuidar eso y no fomentar el odio.