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Natalia Martínez, española en Alemania: “La gente no sonríe por la calle ni se interesa por tu vida, su carácter es muy distinto al nuestro, especialmente al del sur de España. Al principio hubo momentos complicados y lloré muchas veces”

Españoles

“Durante unas vacaciones en Portugal conocí a un alemán y nos enamoramos. Después de un año me invitó a mudarme con él; incluso se lo propuso a mis padres”, cuenta Natalia Martínez, sevillana en Alemania

Natalia Martínez, española en Alemania

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Son muchos los españoles que salen del país buscando nuevas oportunidades de vida en el extranjero. Podemos ver cómo muchos jóvenes lo hacen, ya sea por condiciones laborales o buscando un futuro mejor. Otros también lo hacen por amor, como es el caso de Natalia Martínez, una sevillana de 25 años que lleva 6 años viviendo en Alemania.

“Me mudé a Alemania por amor. Durante unas vacaciones en Portugal conocí a un alemán y nos enamoramos. Después de un año, me invitó a mudarme con él; incluso se lo propuso a mis padres. Finalmente, terminé mis estudios de manera online”, cuenta la joven. Hoy es educadora infantil y se comunica con fluidez en español, alemán e inglés. “Yo estaba súper enamorada y, la verdad, no me paré a pensar bien en cómo me iba a afectar el cambio. Simplemente, lo hice dejándome llevar, como suele pasar cuando estás enamorada”, explica.

Pese a eso, cuando llegó a Alemania el choque cultural fue intenso y considera que adaptarse a la cultura supuso un reto enorme. “Venía de Sevilla, con un clima fantástico, y llegué a un pueblo en Alemania donde llovía casi todos los días. Además, no conocía a nadie y me mudé a la casa de sus padres, lo que hacía todo aún más difícil”, explica. Natalia cuenta que el concepto de familia en el país es muy diferente al de España. “Estar lejos de mi familia y amigos fue muy duro. Echo mucho de menos el concepto de familia que tengo en España. Hubo momentos complicados y lloré muchas veces”, confiesa.

Jamás podría volver a España a trabajar en lo mismo que hago aquí, porque no es comparable. En España la educación infantil es totalmente diferente

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Natalia llegó al país sin saber nada de alemán. “Con mi pareja hablo en inglés, ya que él es mitad alemán, mitad canadiense, y mi inglés es muy bueno, pero el alemán lo empecé desde cero. Necesitaba al menos un nivel B1 para poder empezar a trabajar, así que aprendí el idioma mientras vivía en un pueblo pequeño, donde era casi imposible conocer gente nueva”, aclara.

Además, cuenta que aprender alemán fue complicado, ya que conocer la lengua y hablarlo no es fácil. “He estudiado el idioma, he obtenido mis títulos, pero aun así resulta difícil. Los niños, sin embargo, ayudan muchísimo a aprender más rápido, porque interactuar con ellos te obliga a usar el idioma constantemente”, confiesa.

Natalia en la feria

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He estudiado el idioma, he obtenido mis títulos, pero aun así resulta difícil. Los niños, sin embargo, ayudan muchísimo a aprender más rápido

Natalia MartínezProfesora en Alemania

Otro de los choques culturales que vivió Natalia fue adaptarse al clima y a la forma de ser de la gente. “Aquí la gente no sonríe por la calle ni se interesa mucho por tu vida, y su carácter es muy diferente al nuestro, sobre todo al del sur de España, donde somos superabiertos. Al principio no entendía por qué nadie quería ser mi amiga. Además, viviendo en el pueblo de mi pareja, él podía hacer su vida y yo sentía que tenía que adaptarme a todo lo suyo. Me sentía muy pequeña y un poco perdida en ese contexto”, confiesa.

Pese a ello, llegó el momento en que todo cambió: se mudó a una ciudad más grande, conoció nuevas amistades, se hizo su hueco y encontró un trabajo. “Con el tiempo, aprendes el idioma y empiezas a sentir que perteneces, que tienes tu lugar aquí. Ahora estoy contenta de estar en Alemania”, aclara.

Natalia junto a su familia

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El desafío laboral: cómo encontrar trabajo en el extranjero

Una de las cosas que más valora Natalia es la educación infantil del país. “Jamás podría volver a España a trabajar en lo mismo que hago aquí, porque no es comparable. En España la educación infantil es totalmente diferente, y aquí las oportunidades laborales en cualquier sector son mucho mejores: los contratos, las vacaciones, todo lo que ofrece trabajar aquí es mejor que en España, al menos desde mi experiencia. Así que, por ahora, no sabría cómo volver a España si tuviera que trabajar allí”, aclara.

“También ha sido un desafío encontrar trabajo. He buscado puestos bilingües, trabajando en español o en alemán, y he trabajado en escuelas infantiles en español, que también existen aquí. Mi objetivo a futuro sería trabajar en una escuela alemana para perfeccionar mi alemán al 100%”, expone.

Respecto al colegio, la sevillana explica que otra dificultad es ganarse la confianza y el afecto de los niños. “Aunque apliques a un puesto bilingüe, tienes que entender a los niños, que en su mayoría no hablan inglés, y también a tus compañeros y a los padres, que pueden hablar otro idioma”, confiesa. Además, aclara que hay que manejar varias lenguas al mismo tiempo para comunicarte y enseñar eficazmente.

La llamada de Natalia a otros españoles que quieren vivir experiencias fuera

“En general, animaría a la gente a venir a trabajar aquí, sobre todo por las condiciones laborales. Sé que puede resultar un poco frustrante para quienes ya han trabajado como profesoras de infantil en España, porque aquí el enfoque es diferente: gran parte de la mañana se dedica a acompañar a los niños en el juego libre, en lugar de dictarles constantemente qué hacer. Eso puede resultar chocante al principio”, relata.

Además, destaca que, en cuanto al nivel laboral, los salarios y las condiciones son muy buenos. Hay muchísimas empresas y escuelas, tanto privadas como del Estado, lo que facilita encontrar trabajo. “Y, sobre todo, la mayoría de las escuelas ofrecen un entorno de trabajo con muy buenas condiciones”, concluye.