El doctor Mario Alonso Puig ha compartido una profunda reflexión sobre su fe y su visión espiritual, surgida a raíz de una experiencia vivida durante una entrevista. “Me sucedió algo que no se puede escribir con palabras”, comienza relatando el médico, quien recuerda cómo una periodista le sorprendió con una pregunta inesperada: “¿No me dirá que usted cree en Dios?”.
Según explica, aquella conversación giraba inicialmente en torno a temas de medicina y a la publicación de uno de sus libros. Sin embargo, la pregunta lo descolocó. “Me pilló absolutamente por sorpresa, porque es como si de repente me dijerais una cosa que no tiene nada que ver con el hilo, y dije ‘sí’, pero no pude decir más”, relata. La periodista, añade, dio por cerrado el tema diciendo: “Bueno, ya hablaremos en otra ocasión”.
Ha explicado el Dios en el que él cree
Su respuesta dio mucho que hablar
Al concluir el programa, Mario Alonso Puig recuerda que algunos oyentes reaccionaron a su respuesta. “Había un comentario de una persona que decía: ‘Cómo se le permite acceder a un micrófono a un científico que dice que cree en Dios’”, explica. A raíz de esa crítica, decidió expresar con claridad su pensamiento: “Yo creo en un Dios que es amor infinito y sabiduría infinita. Es el único Dios en el que creo. Por tanto, es puro amor”.
El médico añade que su visión de la divinidad está alejada del dogma y centrada en la conexión personal. “Si yo me imagino al mejor de los padres, aún así no me puedo imaginar la envergadura de ese Dios al que yo llamo padre. Unos le pueden llamar energía cósmica, campo cuántico, campo acásico… lo importante es lo que represente para ti”, afirma.
Mario Alonso Puig reconoce que no siempre logra vivir conforme a ese ideal, aunque lo intenta cada día: “Muchas veces no lo consigo, las cosas como son. Pero bueno, sigo, me moriré intentándolo”.
Finalmente, destaca que su fe se traduce en una mirada fraterna hacia los demás: “Como considero que ese Dios no es mi Dios, sino nuestro Dios, eso me lleva a ver a los demás como hermanos o por lo menos a buscar verles como hermanos”. Y concluye con una distinción rotunda: “Cuando se utiliza ese Dios para someter, para amedrentar o culpabilizar, digo: ‘ese no es mi Dios’”.

