Durante casi tres décadas, el doctor José María Verdú ha sido una de las figuras más queridas del CAP de Sant Martí de Provençals, en Barcelona. Cercano, reflexivo y con una serenidad que solo dan los años de oficio, ha acompañado a generaciones de vecinos del barrio, desde los abuelos hasta los nietos.
A punto de jubilarse, ha concedido una entrevista en La Vanguardia donde defiende con pasión la atención primaria, advierte sobre la falta de médicos y reivindica la dimensión humana de una profesión que considera esencial para la salud de nuestra sociedad, pero que es necesario desburocratizar y protegerla más.
José María Verdú, médico de familia, 64 años
La importancia de la figura del médico de familia
Lleva años trabajando en la atención primaria. ¿Cómo ha cambiado el trabajo del médico de familia desde entonces?
Empecé la residencia en 1990 y la terminé en el 93. Desde entonces no he salido de la atención primaria. Trabajé primero en Madrid, donde estuve unos seis años, y en 1999 llegué a Barcelona, en el CAP de Sant Martí de Provençals. Pensaba quedarme solo un par de años y en enero haré 27. Por tanto, en todos estos años ha cambiado mucho y a mejor.
Con el tiempo, la medicina de familia se ha transformado y ha mejorado muchísimo: la atención primaria se ha profesionalizado, los residentes están mejor formados, y los médicos somos capaces de resolver cada vez más cosas. Hoy hacemos ecografías, dermatoscopias, controlamos tratamientos anticoagulantes, insulinización, entre otros.
Nuestros profesionales son muy buenos, pero necesitamos que se nos cuide más
Paradójicamente, cuanto más capacitados estamos, más carencias tenemos. Falta personal, médicos y sustituciones. No se han tomado medidas para desburocratizar el sistema ni para priorizar las cosas más importantes. Yo siempre digo que es necesario un nuevo pacto entre políticos, médicos y pacientes para repensar la atención primaria. Nuestros profesionales son muy buenos, pero necesitamos que se nos cuide más.
¿Cree que puede desaparecer la figura del médico de familia?
Espero que no. Pero hay políticas que parecen ir en esa dirección. Los médicos de familia somos esenciales. Los pacientes son los que mejor saben lo que hacemos, porque nos ven todos los días, pero parece que los políticos no comprenden realmente nuestra labor.
La importancia de la figura del médico de familia
La burocracia, uno de los grandes enemigos de la atención primaria
¿Qué cambios necesita con urgencia la sanidad pública?
Principalmente, se debe desburocratizar la atención primaria. Necesitamos que el médico dedique su tiempo a lo que realmente importa y no a llenar papeles. También hay que valorar mejor a todos los profesionales del CAP, desde las limpiadoras —que realizaron una tarea impresionante durante la pandemia— hasta los administrativos, las enfermeras y los médicos.
Debemos evitar que nuestros profesionales se vayan fuera. Tenemos médicos perfectamente formados que acaban trabajando en otros países porque tienen mejores condiciones laborales y económicas. Hay que invertir en atención primaria en todos los niveles: en formación, en sustituciones, en infraestructura y en comunicación con la sociedad.
La falta de médicos también hace que los profesionales se saturen y que aumente la carga administrativa
¿Cómo afecta la falta de médicos en el día a día?
Tiene consecuencias muy directas. Pongo un ejemplo: una compañera está de baja por maternidad, un derecho a proteger, pero no hemos podido sustituirla. Entre los demás médicos nos repartimos sus pacientes. Esto rompe una de las cosas más valiosas de nuestro trabajo: la longitudinalidad, el seguimiento continuo del paciente a lo largo del tiempo.
La falta de médicos también hace que los profesionales se saturen, que aumente la carga administrativa y que se pierda tiempo en tareas que no deberían recaer sobre nosotros. Y después está la fuga de talento: formamos excelentes médicos y muchos se van fuera o cambian de profesión. La burocracia y la sobrecarga pasan factura.
¿Y qué ocurre con los sueldos? ¿Han empeorado?
No puedo quejarme. En mi caso, me considero bien pagado, quizás porque no tengo hijos y mis circunstancias son diferentes. Pero reconozco que las diferencias con otros países son enormes. Tengo residentes trabajando en el Reino Unido que tienen condiciones laborales y salariales mucho mejores.
Yo me siento privilegiado. Me levanto feliz por ir a trabajar. Mi satisfacción personal compensa cualquier carencia económica. Sin embargo, lamento la situación que viven sobre todo los médicos jóvenes porque tienen sueldos bajos.
La falta de médicos hace que los profesionales se saturen.
El reto de la salud mental y la fragilidad de las personas mayores
¿Ha cambiado también el tipo de pacientes que atienden?
Muchísimo. Cada vez los pacientes son mayores, más frágiles y más complejos. La población envejece y esto implica más enfermedades crónicas y más tiempo de atención. Atender debidamente a un paciente anciano con varias patologías puede tardar 20 minutos o más. Si tienes tres o cuatro pacientes así en un día, el trabajo se multiplica.
A esto hay que añadir que la salud mental se ha convertido en un problema muy frecuente. La ansiedad, la depresión y los trastornos adaptativos son el pan de todos los días en las consultas. También aumentan los factores de riesgo cardiovascular: hipertensión, colesterol, obesidad, diabetes… porque nos estamos alejando de la dieta mediterránea y adoptando hábitos menos saludables.
Hay una idea equivocada de que los médicos somos fríos, pero somos cercanos, accesibles y comprometidos
En mi caso, he atendido a familias enteras, de ancianos a nietos. Hay una idea equivocada de que los médicos somos fríos, pero somos cercanos, accesibles y comprometidos. Yo sufro mucho cuando le ocurre algo a un paciente. Intento acompañarles siempre, en lo bueno y en lo malo. La muerte es el momento más difícil, y estar ahí es fundamental. Recuerdo el año pasado, en un congreso, una paciente terminal me llamó con su hija para despedirse. Estos gestos no se pagan con dinero y esto se valora mucho.
¿Qué opina de las nuevas tecnologías y la e-consulta?
La consulta electrónica es una magnífica herramienta. Permite comunicación inmediata con el paciente y con los familiares. Puedes resolver dudas, evitar desplazamientos innecesarios y priorizar los casos más urgentes.
A la gente mayor, además, es muy útil para mantener contacto con sus hijos o cuidadores. Pero hay que dotarla de medios: no puedes realizar tu consulta presencial y, además, atender a la telemática. Requiere tiempo y estructura. No se trata de huir del paciente, sino de mejorar su eficiencia y priorizar mejor.
¿Qué enfermedades o problemas de salud son más comunes hoy?
Más que una enfermedad concreta, me preocupa la fragilidad de la gente mayor. Cada vez necesitan más atención, más cuidadores y recursos sociosanitarios. Luego se encuentran los problemas de salud mental, que se han disparado, y los factores de riesgo cardiovascular. Además, como ya he comentado antes, hemos dejado de cuidar la dieta mediterránea, y esto se nota: obesidad, hipertensión, colesterol alto… son cada vez más frecuentes. Pero en la atención primaria somos verdaderos expertos en controlar todo esto.


