“El adelanto del anochecer y la reducción de horas de luz puede afectar al estado de ánimo y favorecer trastornos afectivos estacionales”: María José Aróstegui, psicóloga experta en sueño, sobre el cambio de hora
Cambio de hora
Los expertos en sueño advierten que mantener el horario de invierno mejora la salud, el rendimiento y la sincronía con la luz natural, aunque socialmente no sea el más popular
María José Aróstegui es psicóloga especialista en sueño y trabaja en la clínica del Doctor Estivill
Este lunes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sorprendió a propios y extraños con un vídeo en el que hablaba sobre el cambio de hora que, como cada año, tendrá lugar la madrugada de este domingo 26 de octubre, cuando a las 3:00 volverán a ser las 2:00. En el mensaje, Sánchez aseguraba que ya no ve sentido a seguir realizando este ajuste bianual, recordando que tanto las encuestas como la ciencia lo cuestionan: “Los ciudadanos, tanto españoles como europeos, están en contra, y los estudios confirman que ya no supone un ahorro energético. Lo que sí sabemos —añadía— es que trastoca nuestros ritmos biológicos dos veces al año”.
Por eso, el presidente anunció que, aunque se trata de un debate que viene de lejos, pues el Parlamento Europeo votó hace ya seis años a favor de eliminar el cambio horario, “el Gobierno de España va a defender en el Consejo Europeo que dejemos de cambiar la hora, por fin, en 2026”.
De momento no se han dado más detalles sobre la propuesta, pero todo apunta a que el Ejecutivo apostaría por hacer del próximo cambio horario el último, manteniendo de forma permanente el horario de invierno. Esto supondría que, como sucederá en apenas unos días, amanezca antes, pero también anochezca antes, con lo que salir del trabajo y ver como ya es de noche sería una realidad eterna para mucha gente.
Hay que ser consecuentes. La salud cronobiológica debería estar por delante de las preferencias sociales
Aunque Sánchez sostiene que la mayoría de los ciudadanos está en contra del cambio de hora, (y no le falta razón, ya que una consulta pública de la Comisión Europea en 2018 reveló que el 84 % de los europeos quería abolirlo), lo cierto es que esa opinión cambia si se concreta qué horario se mantendría. La mayoría de los expertos defienden el horario de invierno por ser el más saludable desde el punto de vista biológico, pero las preferencias ciudadanas van por otro lado: según datos del CIS, un 66 % de los españoles dice preferir quedarse con el horario de verano.
Levantarnos con luz natural ayuda a empezar el día de mejor forma
La psicóloga María Aróstegui, especialista en sueño, en una conversación con La Vanguardia, asegura que estos temas deben abordarse desde la cronobiología—la ciencia que estudia los ritmos biológicos— y la salud pública, y no según las preferencias mayoritarias de unos u otros.
Según la experta, aunque la alteración de la hora que se produce cada año sea leve, esta tiene efectos reales en nuestro cuerpo y nuestra salud. “Retrasar el reloj una hora provoca una disrupción temporal del ritmo circadiano, una especie de jet lag social. Aunque el cambio de otoño es menos abrupto que el de marzo, sigue generando consecuencias físicas y cognitivas a corto plazo”.
Algunas de las más habituales suelen ser mayor somnolencia diurna, episodios de insomnio, reducción del rendimiento cognitivo (problemas de memoria, concentración y atención) y posibles alteraciones emocionales, especialmente en personas más sensibles: “El adelanto del anochecer y la reducción de horas de luz puede afectar al estado de ánimo y favorecer trastornos afectivos estacionales”, añade la experta.
Si retrasamos la salida del sol, como ocurre con el horario de verano, rompemos ese equilibrio natural
Aún y así, la evidencia científica es clara y asegura que el horario de invierno sincroniza mejor con nuestros ritmos biológicos: “La luz matutina es nuestro principal sincronizador biológico: detiene la producción de melatonina, activa el metabolismo y las funciones cognitivas. Si retrasamos la salida del sol, como ocurre con el horario de verano, rompemos ese equilibrio natural”, explica María José.
Según la especialista, existe un estudio de la Universidad de Stanford que analizó las tres políticas horarias posibles y concluyó que el actual sistema de doble cambio anual es el menos saludable. En cambio, mantener el horario estándar —el de invierno— se asocia con un menor riesgo de accidentes cerebrovasculares, obesidad y otros trastornos vinculados a la desincronización circadiana. En palabras de la experta, “cuanto mayor regularidad tengamos en nuestros ritmos biológicos, mejor será nuestra salud general y nuestro rendimiento diario”.
Aunque el horario de verano es mucho más social, lo cierto es que es también menos beneficioso para nosotros
Por eso, más allá del debate político o de la comodidad social de tener más luz por la tarde, los expertos coinciden en que el bienestar debería pesar más que la costumbre. Mantener un horario fijo de invierno no solo ayudaría a prevenir el déficit crónico de sueño, sino que también mejoraría el rendimiento laboral y escolar, por lo que es algo que debemos plantear seriamente.