Anna Murray, bióloga: “La fertilidad de una mujer suele empezar a disminuir a mediados de los 30 años. Esto significa que las posibilidades de quedarse embarazada disminuyen drásticamente cada mes”

Salud

Aunque pocas especies pasan por la menopausia, muchas comparten una biología ovárica similar a la humana

Anna Murray, bióloga

Anna Murray, bióloga

Anna Murray // simonizt/ Shutterstock

La fertilidad de una mujer suele empezar a disminuir a mediados de los 30 años. Esto significa que las probabilidades de quedarse embarazada disminuyen drásticamente cada mes.

Durante mucho tiempo, los científicos pensaban que el principal culpable de este rápido descenso de la fertilidad era la calidad de los óvulos. Es comprensible, ya que las mujeres nacen con todos los óvulos que tendrán en su vida y, a medida que se acercan a la menopausia, el número de óvulos en los ovarios disminuye. Lo mismo ocurre con la calidad de estos óvulos.

Lee también

Irene Albacete, experta en desarrollo personal: “La verdadera paz no depende de que todo salga bien, sino de dejar de exigirle perfección a la vida”

La Vanguardia
Irene Albacete, experta en desarrollo personal:

Pero un estudio reciente muestra que las células y los tejidos del ovario desempeñan un papel más importante de lo que se creía en la pérdida de fertilidad. Este hallazgo podría tener grandes implicaciones en cómo entendemos el proceso fundamental del envejecimiento reproductivo y cómo podría preservarse la fertilidad.

Estudiar la fertilidad siempre ha sido una tarea difícil. No solo porque la investigación en salud femenina ha estado históricamente poco financiada, sino también porque los ovarios y los tejidos ováricos son difíciles de acceder.

En estos casos, los científicos suelen recurrir a animales de laboratorio cuya biología se asemeja a la humana. Pero esto también presenta dificultades, ya que los humanos son una de las pocas especies que atraviesan la menopausia. Las únicas otras especies animales que la experimentan son ciertos tipos de ballenas, como las orcas y las belugas.

Sin embargo, aunque pocas especies pasan por la menopausia, muchas comparten una biología ovárica similar a la humana. Por eso, el equipo de investigación inició su estudio sobre el envejecimiento reproductivo utilizando ratones.

Una ginecóloga explica a una paciente los resultados de su ecografía

 

Nadzeya Haroshka

El equipo tomó tejido ovárico de ratones jóvenes y viejos, y lo comparó con ovarios de mujeres de entre 20, 30 y 50 años. Luego emplearon técnicas de imagen 3D y compararon los perfiles genéticos de las células ováricas para crear mapas detallados de los distintos tipos de células y sus funciones a lo largo de la vida.

Descubrieron tanto similitudes como diferencias en la función y el envejecimiento ovárico entre ratones y humanos. Estos primeros resultados fueron clave para confirmar en qué casos los ratones pueden ser un modelo útil para estudiar la fertilidad humana.

Vieron que los óvulos de mayor edad eran más similares entre humanos y ratones que los óvulos jóvenes. Además, los ovarios de ambas especies contienen tipos de células parecidos que apoyan el crecimiento del óvulo.

En los humanos, las células de la granulosa rodean el óvulo y producen estrógenos. Los ratones parecen tener un tipo de célula similar que cumple la misma función. Sin embargo, las células de la teca, que en los humanos producen testosterona y estimulan las células de la granulosa, parecen funcionar de manera distinta en los ratones.

Los tejidos y células del ovario contribuyen a la disminución de la fertilidad que se produce después de los 30 años

Los tejidos y células del ovario contribuyen a la disminución de la fertilidad que se produce después de los 30 años

Shot4Sell/ Shutterstock

Los investigadores también hallaron pruebas de que una célula de soporte nervioso llamada célula glial está presente tanto en los ovarios de ratones como en los humanos, y que esta se desarrolla tempranamente durante la vida fetal. En ambas especies, las células gliales parecen estimular al ovario para que produzca óvulos.

Además, manipularon genéticamente el desarrollo de las células gliales en ratones y observaron que los ovarios mostraban características similares al síndrome de ovario poliquístico (SOP). Esto provocó que se desarrollaran más óvulos en etapas tempranas dentro del ovario, pero sin llegar a madurar adecuadamente. 

Este resultado ofrece esperanzas de que los modelos con ratones puedan ayudar a desarrollar nuevos y necesarios tratamientos para el SOP. Al comparar ovarios jóvenes y viejos, los investigadores encontraron que la estructura del tejido difería entre humanos y ratones. 

En los humanos se forman espacios entre los óvulos, y el ovario se vuelve más rígido a medida que se deposita más tejido fibroso, probablemente debido a los procesos de ovulación y reparación del tejido a lo largo de la vida reproductiva de la mujer.

Lee también

Estos cambios en las células y tejidos del ovario podrían explicar por qué los ovarios humanos envejecen relativamente antes que los de otras especies. Los resultados de este estudio también demuestran que no son solo los óvulos, sino todo el ecosistema del ovario, el que contribuye al descenso de la fertilidad después de los 30.

Poder utilizar modelos animales en la investigación sobre salud femenina permitirá avanzar en la comprensión de enfermedades como el SOP y la infertilidad, que históricamente han recibido poca atención y financiación. Esto permitirá estudiar mejor las enfermedades reproductivas que afectan a las mujeres y desarrollar nuevos medicamentos para tratar estas condiciones debilitantes.

Este conocimiento mejora la comprensión de los procesos fundamentales del envejecimiento ovárico, lo que permitirá mejores diagnósticos y tratamientos de la infertilidad.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. 

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...