La historia enseña que desde siempre los seres humanos se interesaron por el arte y la literatura, para buscar impactos emocionales o para atenuar la dureza de la vida cotidiana.
El faraón Ramsés II (1303 a. C.) proyectó en Tebas la biblioteca más antigua que se conozca y en cuyo portal de entrada se leía la inscripción “la casa para sanar el alma”.
Siempre se hizo referencia a las bondades de leer como algo deseable y necesario. Adquirió valor terapéutico a comienzos del siglo XX, a partir de la Primera Guerra Mundial, cuando enfermeras inglesas comenzaron a leer libros en las salas de hospitales donde estaban internados pacientes con síntomas de la llamada “neurosis de guerra”.
Un potente recurso
Desde entonces comenzó a considerarse que los libros podían usarse como un medicamento o una terapia y un fácil pero potente recurso para ayudar en la curación de las personas, acompañando siempre a los tratamientos pertinentes.
Este adquirió mayor desarrollo aún al terminar la Segunda Guerra cuando fue necesario tratar a cientos de miles de veteranos en el regreso a sus respectivos países.
La lectura, a través del lenguaje y la narrativa, induce cambios categóricos en las personas y mejora la salud, aun cuando no estén enfermos ya que al sumergirse en un texto algo cambia en el interior del individuo por ser un vehículo que logra una transformación en la perspectiva del lector respecto a su realidad o a su estado emocional.
Lectura
El Diccionario de Bibliotecología y Ciencias de la Información afirma que la lectura es un recurso terapéutico: “El uso de libros, seleccionados con base en su contenido, leídos como parte de un programa diseñado para facilitar la recuperación de pacientes que sufren alguna enfermedad mental o un malestar emocional como consecuencia de su cuadro”.
Existen dos tipos de terapia a través de los libros, según sean de autoayuda o narrativos. En los de autoayuda, la lectura está enfocada sobre determinados padecimientos, como la depresión, la ansiedad, los trastornos alimentarios, el uso de sustancias, el alcoholismo etc.
La experiencia indica que este tipo de textos pueden ser efectivos en algunos casos si la severidad del sufrimiento es leve o moderado y siempre que se combine con tratamientos psicológicos o psicofarmacológicos.
Tiene solo un carácter informativo que no debe nunca pretender reemplazar a las terapias reconocidas. Muchas personas intentan que sean “autocurativos”, lo cual es solo una ilusión.
Leer
Por el contrario, en las narraciones a través de cuentos o novelas se expresan conflictos que suelen ser íntimos e intensos, pero que al permitirle al lector tomar cierta distancia, facilitan la empatía y los procesos de identificación sobre los personajes y circunstancias de la vida con movilizaciones emocionales que cumplen una función catártica significativa.
Además, facilita pensar de manera creativa y potencia las representaciones del aparato psíquico, lo modela y lo ayuda a convertirlo en más fuerte y más sano.
Si la lectura se torna un hábito cotidiano alcanza repercusiones profundas en la vida de las personas por ser una actividad sencilla, de fácil acceso, económica y con una variedad casi infinita de posibilidades aplicable en contextos diferentes y en públicos heterogéneos.
En conclusión, la lectura es un viaje hacia el bienestar, donde cada página es un paso hacia la curación.

