Qué significa que prefieras el horario de invierno, según la psicología

Cambio de hora

La ciencia confirma que quienes prefieren el horario de invierno no se equivocan: nuestro cuerpo rinde mejor cuando vive al ritmo del sol

El horario de invierno es el preferido por los expertos

El horario de invierno es el preferido por los expertos

amriphoto.com

Cada año, cuando llega el último fin de semana de octubre, el debate se repite y muchas personas se vuelven a preguntar: ¿de verdad es necesario volver a cambiar la hora? Para muchos, ganar luz por la mañana y dormir más (aunque no necesariamente mejor) compensa el hecho de que anochezca antes, pero otros tantos son los que prefieren salir de trabajar y ver aún el sol para poder aprovechar mejor la tarde.

Un estudio de la Universidad de Stanford analizó las tres posibles opciones: mantener el cambio bianual, fijar el horario de verano o mantener el de invierno, y concluyó que el horario estándar, el de invierno, es el más saludable. Según los investigadores, mantener la hora solar ayuda a regular los ritmos circadianos, el reloj biológico que controla el sueño, el metabolismo y el estado de ánimo. Por el contrario, vivir de forma permanente en horario de verano, con amaneceres más tardíos y más luz al final del día, desajusta ese equilibrio y se asocia a un mayor riesgo de trastornos del sueño, obesidad y problemas cardiovasculares.

Los datos coinciden con una revisión publicada en PLOS Computational Biology, que analizó millones de registros médicos y confirmó que los cambios de hora provocan un “jet lag” social que afecta la memoria, la atención y el bienestar general durante varios días. Cuanto más se aleja nuestro horario del ciclo solar, más le cuesta al cuerpo adaptarse.

La ciencia lo tiene claro: el horario de invierno es el más beneficioso para nuestra salud

Además, la luz de la mañana es, según los investigadores, el principal sincronizador del cerebro. Cuando amanece, la exposición a la luz detiene la producción de melatonina, la hormona del sueño, y activa la serotonina, relacionada con el bienestar y la energía. Por eso, cuanto más temprano recibimos luz natural, mejor dormimos por la noche y más estables son nuestras emociones a lo largo del día. En cambio, retrasar la salida del sol, como ocurre con el horario de verano, debilita esas señales biológicas y puede alterar el descanso y el estado de ánimo.

Este domingo 26 se producirá el cambio de hora que dará inicio al horario de invierno

Este domingo 26 se producirá el cambio de hora que dará inicio al horario de invierno

Stephanie Frey

Estudios de la Universidad de Michigan y del National Institute of Mental Health han observado que la falta de luz matutina se asocia con una mayor incidencia del trastorno afectivo estacional, una forma leve de depresión que aparece en los meses con menos horas de sol. La exposición a la luz natural por la mañana, en cambio, mejora la concentración, el rendimiento y la sensación de bienestar.

¿Qué dice la psicología?

Desde la psicología, la preferencia por el horario de invierno también se relaciona con el cronotipo, es decir, con la tendencia de cada persona a ser más activa por la mañana o por la noche. Las personas de cronotipo matutino, conocidas como “alondras”, suelen sentirse mejor con luz temprana y con noches más largas, mientras que los “búhos nocturnos” tienden a disfrutar de tardes más luminosas. Investigaciones del Instituto Nacional del Corazón de Estados Unidos muestran que las personas vespertinas tardan hasta una semana en adaptarse al cambio de hora, mientras que las matutinas lo hacen en apenas dos días.

En conjunto, la evidencia científica apunta a que el horario de invierno favorece un descanso más profundo, un mejor rendimiento y una mayor coherencia entre el reloj interno y el social. La regularidad, concluyen los expertos, es clave para la salud ya que cuanto más estable sea la relación entre nuestro cuerpo y la luz natural, mejor funcionará nuestro organismo.

Los expertos aseguran que despertarse con luz solar es tremendamente beneficioso para el organismo

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Getty Images

Por eso, preferir el horario de invierno no es una cuestión de nostalgia ni de costumbre. Es, en el fondo, una forma de que el cuerpo reclame su ritmo natural. Vivir a la hora del sol (aunque anochezca antes) es, según la ciencia, la manera más sencilla de cuidar la mente, dormir mejor y sentirse en equilibrio.

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