Tomar decisiones tan simples como qué comer en el desayuno implican una variedad de opciones en las que los pros y los contras harán que uno se decante por una opción u otra. Es en momentos como ese en el que muchos utilizan una valiosa habilidad, el pensamiento crítico, que decidirá cuál es el mejor camino en base a las posibilidades que se presenten.
El pensamiento crítico permite resolver problemas en todos los ámbitos de nuestra vida, aportar ideas y afrontar cualquier situación que se nos presente. Nos hace interpretar, evaluar y analizar hechos e información que están disponibles, para formar un juicio o decidir si algo está bien o mal. Una habilidad que además está en alza desde el surgimiento de las nuevas tecnologías y cómo han transformado la información, pues desde todos los sectores especializados se pide que “pensemos críticamente” al consumir información en Internet.
Psicólogos y pedagogos sostienen que ignorar es tan esencial como el pensamiento crítico para la alfabetización mediática moderna.
Sin embargo, el saber interpretar y analizar ya no es suficiente. En el mundo actual en que vivimos, además de saber a qué prestar atención, también hay que ser conscientes de otro detalle muy importante: qué ignoramos.
Así lo afirma el profesor Matthew Facciani, doctor en sociología por la Universidad de Notre Dame (EE.UU.), que sostiene que ignorar conscientemente es tan esencial como el pensamiento crítico para la alfabetización mediática moderna. Esta habilidad, conocida como ignorancia crítica, implica filtrar estratégicamente el contenido de baja calidad o manipulador para que nuestra atención, ya de por sí limitada, pueda centrarse en lo que realmente importa.
El auge de las redes sociales ha provocado tanto optimismo sobre los posibles beneficios sociales como preocupación por los daños, como la adicción y la depresión..
Una ignorancia crítica que el experto divide en tres tipos. Primero, rediseñando el entorno digital para prevenir que nos expongamos a información que denomina “basura”. Para ello, aconseja establecer límites de tiempo, dejar de seguir a determinadas cuentas o cambiar el modo de color del móvil a escala de grises para reducir el impacto visual de las pantallas. Como ejemplo, también añade los datos de una investigación publicada en la revista especializada American Economic Review en 2020, que reveló que desactivar Facebook durante un mes libera aproximadamente una hora al día, aumenta el bienestar.
El segundo tipo revela una manera más inteligente de comprobar la credibilidad de las fuentes de las que surge la información, que es abandonar la web de la que surgen y buscar dicha información y afirmaciones en otras fuentes. “Este enfoque ‘lateral’ es mucho más eficiente que intentar evaluar críticamente un sitio desconocido basándose únicamente en sus propios términos”, explica Facciani.
Una investigación reveló que desactivar Facebook durante un mes libera aproximadamente una hora al día, aumenta el bienestar
Para terminar, Facciani insiste en que ignorar a los ‘trolls’ y ‘haters’ de Internet siempre ha de ser la primera opción, en lugar de interactuar con ellos. “Los súper propagadores de desinformación y los acosadores se nutren de la interacción, por lo que es importante no darles ventaja en el algoritmo”, explica. “No respondas, corrijas ni debatas con estos usuarios, ya que es justo lo que buscan. Bloquea, ignora e incluso denuncia a los peores”.
Para Facciani, estas técnicas ayudarán a la navegación por Internet. “Ignorar lo superfluo no reemplaza el pensamiento crítico; crea el espacio para él. Al filtrar primero el ruido, podemos dirigir nuestra energía mental hacia la información que realmente merece análisis y atención.”
