El paso del tiempo no solo se ve reflejado en el organismo, sino también en la piel. Con la edad, la producción de colágeno y sebo disminuye, la epidermis pierde su capacidad para retener agua y, en consecuencia, la piel se vuelve más seca y menos elástica.
Así lo explica en sus redes sociales, la dermatóloga Ana Molina, quien compartió su visión sobre cómo adaptar el maquillaje al envejecimiento cutáneo. “Con los años, la piel pierde colágeno, elasticidad e hidratación, por lo que conviene adaptar la forma en que te maquillas. Las fórmulas en crema se integran mejor y resecan menos”, afirma la especialista.
Productos con textura cremosa
En su post, Ana habló sobre cómo ha cambiado su propia forma de maquillarse con el paso del tiempo. “Antes me encantaba el acabado mate, base, corrector y polvos para sellarlo absolutamente todo. Pero con el tiempo la piel pierde colágeno, elasticidad e hidratación, lo que hace que los productos en polvo marquen mucho más las líneas y quiten luminosidad”, explicó.
La dermatóloga defiende que los productos con textura cremosa —como bases satinadas, coloretes en crema o iluminadores líquidos— se integran mejor con la piel madura y ayudan a mantener su aspecto saludable y natural.
Piel radiante
La experta se ampara en estudios publicados en la revista Dermatologic Therapy, donde se detalla que, con la edad, disminuye la producción de sebo y la capacidad de retener agua en la epidermis.
Esto provoca que las fórmulas en polvo tiendan a resecar y acentuar las líneas de expresión, mientras que las texturas cremosas aportan un acabado más uniforme y luminoso. “El resultado es mucho más natural y no es solo una cuestión de gustos”, insistió.
Un toque en la zona T
Subraya que entender los cambios biológicos de la piel es esencial para ajustar la rutina de cuidado y maquillaje a cada etapa vital.
Sin embargo, la dermatóloga aclara que esto no significa que los polvos deban eliminarse por completo del neceser. “Eso no quiere decir que los polvos sean malos, simplemente hay que usarlos estratégicamente: un toque en la zona T o para fijar donde haga falta, pero poco más”, señaló.
Según la especialista, el objetivo del maquillaje en la madurez ya no es cubrir la piel, sino acompañarla en sus transformaciones naturales, potenciando su luminosidad y frescura sin sobrecargarla.
La publicación de Ana hace hincapié en tener una mirada consciente y adaptada a la biología cutánea. “Cuando entiendes su biología, descubres que menos maquillaje puede significar más belleza”, concluye.

