Todos, en algún momento, hemos vivido una situación que nos ha puesto a prueba: una conversación que se calienta, una frase lanzada con mala intención, una maniobra en el coche que nos hace sacar lo peor de nosotros… En el trabajo, en una comida familiar, en redes sociales o incluso en la calle, da igual el escenario: cuando alguien nos insulta, algo dentro de nosotros se remueve y esa sensación de sentirnos humillados por la otra persona nos hace estallar. El cuerpo se tensa, la respiración se acelera y la cabeza empieza a ir a mil por hora para pensar en respuestas que, aunque en ese momento nos lo parecen, no suelen ser las más inteligentes.
Es precisamente por esto por lo que, quizá, cuando estos episodios ocurren en televisión, nos resultan tan familiares, pues funcionan como un espejo incómodo: vemos a otros perder los nervios, reaccionar desde el orgullo o caer en provocaciones que nosotros mismos hemos vivido alguna vez. Y, muchas veces, aunque no tengamos absolutamente nada que ver con estos personajes televisivos e incluso no seamos ni mucho menos ‘fans’ de estos programas, ver situaciones así desde fuera ayuda a entender lo que nunca vemos en nosotros.
Una situación que todos podríamos vivir
Reaccionar ante los insultos
Eso es lo que ha ocurrido en uno de los últimos episodios de La isla de las tentaciones, en uno de los momentos que más se ha viralizado en las redes sociales y que nos permite analizar cuál es la mejor forma de actuar cuando nos encontramos ante una situación así. Durante el intercambio de collares, en el que los novios se encuentran directamente con los solteros que vienen a ‘conquistar’ a sus novias, uno de ellos apela directamente a Rodri, novio de Helena, con el apodo de ‘Caillou’. Ante esto, y sin pensarlo dos veces, este reacciona impulsivamente, devolviendo el golpe con otro insulto, asegurando que es “muy feo”.
El especialista critica la actitud de Rodri tras ser calificado como 'Caillou'
Para el criminólogo y experto en comunicación no verbal José Ignacio Fernández, conocido como Soycriminólogo, esa escena, por más que sea un show televisivo, merece una lectura más profunda de la que se percibe a simple vista. No se trata solo de lo que uno dice, sino de todo lo que su cuerpo y su actitud revelan antes de abrir la boca.
“La respuesta de él no es la correcta”, afirma Fernández, que analiza la escena desde una perspectiva profesional. “Si después de recibir un ataque, lo primero que haces es atacar también, la otra persona sabe que te ha molestado, y probablemente lo va a volver a hacer”. Por eso, para él, cuando devolvemos el insulto, indirectamente estamos dándole a la otra persona lo que quiere, ya que reaccionando así lo único que hacemos es demostrar que lo que ha dicho nos ha herido.
Lo peor que puedes hacer después de recibir un ataque es atacar también
Pero, para Fernández, en este caso, igual que sucede en muchas otras ocasiones, la reacción no empieza en el insulto, sino mucho antes. El experto señala que el concursante llega a la situación con una actitud defensiva disfrazada de superioridad. “Desde un primer momento ya está quitándoles valor o faltándoles el respeto a los demás, y eso habla más de las inseguridades que uno tiene si necesita atacar primero”, explica. La escena, vista desde fuera, revela algo muy repetido en psicología, que es que quien desprecia a los demás es porque no se siente seguro de sí mismo y actúa así porque cree que es lo mejor para proteger lo que considera suyo.
Lenguaje verbal y no verbal
¿Cómo deberíamos reaccionar?
¿Qué habría sido entonces lo correcto? ¿Cómo debe reaccionar alguien cuando lo atacan sin caer en el mismo juego? El criminólogo explica que “la respuesta debería ser mucho más tranquila. Si quieres contestar, que no parezca un ataque, sino un comentario inteligente, algo que diga: ‘no me importa lo que estás diciendo’”. Es una estrategia que no pretende humillar al otro, sino evitar que nos arrastre a su terreno.
Ante un insulto o descalificación, lo más importante es mantener la calma y no reaccionar como la otra persona espera
También subraya el papel del cuerpo en estos momentos, pues la manera en que nos colocamos, respiramos o miramos puede transmitir fuerza o vulnerabilidad. “Intentaría tener una postura que refleje confianza y una expresión facial lo más neutra posible”, señala. Porque la calma, aunque cueste, también se entrena.
En situaciones como esta, la hipótesis del experto es tan sencilla como contundente: no responder también es responder, y hacerlo desde la serenidad envía un mensaje más poderoso que cualquier insulto. “Si reaccionas desde la tranquilidad, la otra persona entiende que no tiene el control. Y ahí se acaba el juego”, sentencia.
