Poco a poco, las personas van siendo más conscientes de la importancia del lenguaje no verbal y lo determinante que este resulta dentro de la comunicación entre individuos. Sin embargo, la postura del cuerpo, el tono de la voz y la mirada no son los únicos aspectos en los que hay que fijarse, sino también las distancias. Esto es lo que se conoce como el lenguaje proxémico. Es decir, un tipo de comunicación no verbal que se basa en la interpretación de las distancias, y cómo estas pueden transmitir “el lado más emocional” de las personas, tal y como señala el psicólogo y sociólogo Arturo Torres, en ‘Psicología y mente’. El espacio es una herramienta comunicativa que pasa desapercibida, pero ofrece mucha información.
La cercanía o lejanía física entre dos personas se puede manifestar de diferentes maneras, incluyendo los gestos. De hecho, existe uno en particular que, si bien puede parecer sutil, muestra con claridad las sensaciones que está experimentando la persona en ese momento.
El gesto que transmite incomodidad y rechazo
Manos levantadas, mostrando las palmas, y un movimiento como si se estuviese ‘empujando’ el aire, este es el gesto del que habla Liz Rose, experta en comportamiento. A través de un vídeo publicado en su perfil de la red social de TikTok, la especialista explica que se trata de un comportamiento que suele tener lugar durante conversaciones o encuentros en los que se produce un desacuerdo. Una pista muy clara de que esa persona que adopta esta posición está experimentando rechazo a una situación o idea determinada. “Dice mucho de lo que está pasando bajo la superficie”, asegura Liz Rose.
Este es uno de esos ejemplos que muestran la importancia del lenguaje corporal dentro de la comunicación entre las personas. Aunque no resulten tan evidentes como las palabras, estos gestos aportan mucha información sobre las emociones o pensamientos de los demás. Sobre todo, porque, tal y como destaca la experta en comunicación, esta muestra de rechazo o desacuerdo se hace de forma inconsciente la mayoría de las veces. “Este gesto es, literalmente, el cuerpo diciendo 'Deja de molestarme y dame espacio', incluso cuando la persona parezca educada”.
Liz Rose afirma que las personas que realizan este gesto suelen experimentar incomodidad, una necesidad de distancia emocional o incluso es posible que se estén sintiendo abrumadas por la situación. “El cerebro está programado para protegerse del estrés y, cuando la amígdala del cerebro lo detecta, se enciende y la respuesta del cuerpo es crear espacio”, algo que se manifiesta de manera física por medio de ese gesto de ‘empujar’ el aire con las manos.


