La comida ultraprocesada, uno de los hábitos que más podría estar dañando tu páncreas
Salud
Varios factores de estilo de vida muy comunes pueden someter al páncreas a un gran esfuerzo
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Comida ultraprocesada
El páncreas es esencial para mantenerse vivo y sano. Este pequeño órgano, situado detrás del estómago, tiene dos funciones principales: produce enzimas digestivas que descomponen los alimentos y hormonas como la insulina y el glucagón, que controlan el azúcar en sangre.
Los hábitos diarios, como beber en exceso y llevar una alimentación poco saludable, pueden dañar el páncreas de forma gradual. Una vez lesionado, las consecuencias pueden ser graves e incluir inflamación, diabetes y, en algunos casos, cáncer.
Alcohol
Beber en exceso de forma habitual es una de las principales causas de pancreatitis. La pancreatitis aguda provoca un dolor abdominal intenso, náuseas y vómitos, y a menudo requiere hospitalización.
Los episodios repetidos pueden derivar en pancreatitis crónica, en la que la inflamación prolongada y la cicatrización reducen permanentemente la función pancreática. Esto puede provocar mala absorción de grasas, vitaminas y otros nutrientes, diabetes y un mayor riesgo de cáncer de páncreas. Los investigadores manejan varias teorías sobre cómo se produce este daño.
El alcohol puede hacer que enzimas digestivas como la tripsina —que normalmente actúan en el intestino delgado— se activen dentro del páncreas antes de llegar al intestino. En lugar de digerir alimentos, digieren el propio tejido pancreático y desencadenan una inflamación grave.
El tabaco y el alcohol
El alcohol también espesa los jugos pancreáticos. Estos fluidos más densos pueden formar tapones de proteínas que se endurecen en forma de cálculos y bloquean pequeños conductos. Con el tiempo, esto provoca irritación, cicatrización y pérdida de células pancreáticas. Además, cuando el páncreas descompone el alcohol se produce una sustancia tóxica llamada acetaldehído, que irrita y daña las células y desencadena inflamación.
El alcohol también fomenta la liberación de mensajeros químicos que activan la inflamación y la mantienen. Esto aumenta la probabilidad de daño tisular.
Las guías recomiendan no superar las 14 unidades de alcohol a la semana. Es más seguro repartirlas en varios días y evitar los atracones.
Tabaco
Fumar aumenta el riesgo tanto de pancreatitis aguda como crónica. La pancreatitis aguda aparece de repente con dolor intenso y malestar. La pancreatitis crónica se desarrolla a lo largo de muchos años, y la inflamación repetida produce un daño permanente.
Varios estudios demuestran que cuanto más fuma una persona, mayor es el riesgo. Otro estudio halló que dejar de fumar reduce significativamente ese riesgo y que, tras unos 15 años, puede acercarse al de una persona no fumadora.
Fumar también está estrechamente relacionado con el cáncer de páncreas. Aunque los científicos aún no comprenden todos los mecanismos, estudios de laboratorio demuestran que la nicotina puede desencadenar aumentos repentinos de calcio dentro de las células pancreáticas. Un exceso de calcio daña las células y agrava la inflamación. El humo del tabaco también contiene carcinógenos que dañan el ADN.
Uno de los primeros cambios genéticos en el cáncer de páncreas implica un gen llamado Kras, que actúa como un interruptor que controla cómo crecen las células. En más del 90% de los cánceres de páncreas, este gen está mutado, lo que deja el interruptor del crecimiento permanentemente activado y favorece la proliferación celular sin control.
Alimentación
La dieta influye en el páncreas de varias maneras. Consumir muchas grasas saturadas, carne procesada o hidratos de carbono refinados aumenta el riesgo de problemas pancreáticos.
Una de las principales causas de pancreatitis aguda son los cálculos biliares. Estos pueden bloquear el conducto biliar y atrapar las enzimas digestivas dentro del páncreas. Cuando las enzimas se acumulan, empiezan a dañar el órgano. La dieta contribuye a la formación de cálculos porque un nivel alto de colesterol hace que la bilis forme piedras con más facilidad.
Grasas saturadas
Otro tipo de grasa en sangre son los triglicéridos. Cuando los triglicéridos alcanzan niveles muy altos, grandes partículas de grasa llamadas quilomicrones pueden obstruir pequeños vasos sanguíneos del páncreas. Esto reduce el aporte de oxígeno y desencadena la liberación de ácidos grasos perjudiciales que irritan el tejido pancreático.
Los picos frecuentes de azúcar en sangre provenientes de alimentos muy azucarados también exigen un mayor esfuerzo al páncreas. Las subidas constantes de insulina reducen la sensibilidad a esta hormona y pueden aumentar el riesgo de cáncer de páncreas.
Obesidad
La obesidad aumenta el riesgo de pancreatitis aguda, pancreatitis crónica y cáncer de páncreas. La grasa puede acumularse dentro y alrededor del páncreas, una afección conocida como esteatosis pancreática o enfermedad pancreática grasa no alcohólica. Esta acumulación puede reemplazar células sanas y debilitar el órgano.
El exceso de grasa corporal también aumenta los niveles de moléculas proinflamatorias como TNF-alfa e IL-6, generando una inflamación prolongada que favorece el crecimiento tumoral. La obesidad altera la sensibilidad a la insulina y las señales hormonales del tejido adiposo. Los cálculos biliares son más frecuentes en personas con obesidad y pueden aumentar el riesgo de pancreatitis.
Inactividad física
Un estilo de vida sedentario empeora la resistencia a la insulina y obliga al páncreas a producir más insulina. Sin actividad que ayude a los músculos a absorber glucosa, el páncreas trabaja bajo una presión constante. Este estrés metabólico aumenta la susceptibilidad a la diabetes y al cáncer de páncreas.
La actividad física puede reducir el riesgo de cáncer de páncreas tanto directa como indirectamente. Refuerza la función inmunitaria, mejora la salud celular, reduce la obesidad y disminuye el riesgo de diabetes tipo 2. El movimiento regular fortalece las defensas antioxidantes y aumenta la actividad de células inmunitarias que combaten enfermedades.
Cáncer de páncreas
El cáncer de páncreas puede derivar en diabetes, ya que un páncreas dañado no puede producir suficiente insulina. A su vez, la diabetes puede aumentar el riesgo de cáncer de páncreas.
Se recomienda a los adultos incluir entrenamiento de fuerza al menos dos veces por semana y hacer 150 minutos de actividad moderada o 75 minutos de actividad vigorosa a la semana.
Dado que las afecciones pancreáticas pueden poner en peligro la vida, es importante reconocer los síntomas tempranos. Busca atención médica si tienes dolor abdominal persistente, pérdida de peso inexplicable, falta de apetito, náuseas o vómitos que no se resuelven, ictericia, heces grasientas o malolientes, o fatiga crónica.
Muchos riesgos son modificables. Limitar el consumo de alcohol, dejar de fumar, llevar una dieta rica en fruta, verdura y cereales integrales y mantenerse activo reduce la probabilidad de padecer enfermedades del páncreas. Incluso pequeños cambios, como elegir proteína vegetal o reducir las bebidas azucaradas, ayudan a aliviar la carga de este órgano vital.
Comprendiendo cómo se daña el páncreas y reconociendo los síntomas a tiempo, puedes tomar medidas sencillas para protegerlo. Cuida tu páncreas y él cuidará de ti.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.