Elena Calleja, psicóloga, sobre por qué nos atraen los 'chicos malos' en la adolescencia: “Nos producen un pico de adrenalina que confundimos con el amor”

Relaciones

La adolescencia es una etapa emocionalmente intensa en la que los jóvenes empiezan a formar su identidad

Elena Calleja, psicóloga experta en apego emocional.

Elena Calleja, psicóloga experta en apego emocional.

El amor es uno de los motores que mueven el mundo, ya que es uno de los ejes centrales de las personas. A medida que vamos creciendo, este sentimiento puede adquirir un valor distinto, aunque hay una etapa en la que se intensifica y, en cierta medida, puede volverse más difícil de gestionar: la adolescencia. En esta fase, las relaciones pueden vivirse con una intensidad particular, donde la necesidad de pertenencia, la búsqueda de validación y el deseo de ser querido influyen profundamente en cómo se entiende el amor.

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La adolescencia es una etapa emocionalmente intensa en la que los jóvenes empiezan a formar su identidad. 

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La psicóloga Elena Calleja, especializada en ansiedad, apego, autoestima y afectividad, explica por qué, especialmente durante la adolescencia, algunas chicas pueden sentirse atraídas por los ‘chicos malos’ en lugar de aquellos emocionalmente más estables. Este patrón, común en muchas adolescentes, no tiene que ver con el amor en sí, sino con factores relacionados con la madurez emocional y la química cerebral.

“Hay un factor principal fundamental que es la madurez emocional… Depende de lo que nosotros somos capaces de dar y recibir en el amor, pues al final también es lo que proyectamos hacia los demás y lo que queremos en las relaciones”, explica la experta. Con esto, Calleja señala que no se trata de una simple cuestión de gustos, sino de la etapa afectiva en la que nos encontremos en ese momento.

Si no tenemos recursos, no sabemos desengancharnos y lo confundimos con el amor”

Elena CallejaPsicóloga

A primera vista, “el chico malo” parece más atractivo, pero en realidad lo que atrae es la montaña rusa de emociones, que fácilmente se puede confundir con el amor, sobre todo cuando no se cuenta con recursos emocionales suficientes para diferenciar la intensidad y del vínculo real. “Estas relaciones se basan en el sistema nervioso. Hay adrenalina, hay dopamina, hay sensaciones demasiado intensas y eso produce un enganche a nivel físico brutal”, recalca. “Tristemente e inconscientemente, si no tenemos recursos, no sabemos desengancharnos y lo confundimos con el amor”, añade.

De hecho, el estudio Developmental Differences in Reward Sensitivity and Sensation Seeking in Adolescence: Testing Sex-Specific Associations with Gonadal Hormones and Pubertal Development ( 2017) publicado en Journal of Personality and Social Psychology, concluyó que durante la adolescencia hay un aumento de la búsqueda de sensaciones y de la sensibilidad a la recompensa, especialmente vinculado a cambios hormonales y neurobiológicos, lo que explica por qué los adolescentes se sienten atraídos por experiencias intensas.

Esta emoción llena de dopamina e inestabilidad emocional no tiene que ver con lo que realmente significa amar. “El amor es paz, estabilidad, tranquilidad. No tiene nada que ver con este tipo de sensaciones tan fuertes”, recalca Callejo. Sin embargo, no siempre es fácil reconocerlo cuando aún no existe una madurez emocional suficiente ni una experiencia previa que nos permita saber qué es lo que no queremos en nuestras relaciones. 

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