Inspirado por el rico folklore húngaro, y teniendo como base un edificio neoclásico del siglo XIX de cuatro plantas en el centro de Budapest, el diseñador holandés Marcel Wanders ha imaginado el interior del nuevo Hotel Kimpton BEM. Allí despliega su estilo narrativo desinhibido donde incorpora criaturas mitológicas, y todo un universo floral y faunístico afín a su imaginario.
Procedentes del cuento húngaro El ciervo dorado y el pájaro turul, estos dos animales acompañan al huésped en su estancia. El primero como símbolo de sabiduría y nobleza, el segundo como ave mitológica con poder de guía. Un ciervo de trazo naif plasmado sobre el portal de entrada con hierro forjado y cincelado da la bienvenida.

El ciervo de las leyendas populares húngaras es uno de los protagonistas del hotel
En la recepción, los mostradores con laboriosa composición de teselas recuerdan la tradición popular de los huevos de pascua pintados primorosamente con flores, geometrías y volutas. Y las vidrieras remiten a la artesanía de bordados de Matyó. Wanders envuelve el ambiente con líneas curvas que evocan clasicismo, aunque pronto se revelan contemporáneas al ojo: techados cóncavos con casetones incorporan florones de yesería con botón de luz integrado.
Un atrio central de cristal aporta luz y cobija uno ciervo dorado. Que reaparece de nuevo en grandes y pequeñas ilustraciones e imágenes. El pavimento destila historia, aunque la madera adquiere una inusitada fuerza grafica actual. En ella sobrepone estampados y tramas contrastadas con libertad ecléctica y afán de sorprender al huésped.
El diseño en el hotel es un viaje a lo inesperado
El hotel aloja tres restaurantes y distintas salas que alternan formas magnificadas con espacios menores a resguardo, y multiplican las capas de historias. En las habitaciones el efectismo viene dado por la ilustración y estampados agigantados. Las que disponen de vistas al rio Danubio se ven sumergida en olas y espuma. Con azules de distintos tonos, combinan el máximo de texturas: cerámica, textil, terciopelo. Las habitaciones encaradas al patio interior ajardinado se visten de verde, vegetación y flores.
La gran mayoría de piezas que amueblan el Kimpton BEM Budapest son de Moooi, la editora de muebles y complementos que Marcel Wanders creó en el año 2001, junto con Casper Vissers. En la que además de propietario es director creativo. Y cuya declarada filosofía ha sido convertir el diseño en un viaje a lo inesperado. En una vida extraordinaria. También algo excéntrica.

El patio interior ajardinado con gazebo de vidrio ornado art déco
Explica el diseñador que cuando fundó Moooi, recién inaugurado el siglo XXI se prometieron crear una marca legendaria. Con una colección siempre original, imprevista, ecléctica, rebelde y sofisticada. A punto de cumplir los 25 años puede decirse que lo han logrado.
En el Kimpton BEM, Marcel Wanders se hace un autohomenaje en el denominado Salón M.W. Una sala de reuniones oval en intenso rojo, cuarterones en paredes y motivos florares en techado y vidrieras, que a él le evoca un boudoir. Para esta estancia ha elegido la silla Smoke de Moooi, creada por Maarten Baas en 2002, un año justo después de poner en marcha su editora. Cada silla es distinta y semeja haberse rescatado del fuego que la quemó parcialmente. Es uno de los diseños más icónicos que ha producido Wanders e ilustra su gusto a la vez por lo narrativo y experimental.

El cuarto de baño revestido con cerámica vidriada destonificada
En el Hotel Kimpton BEM Budapest, el ilusionismo de Marcel Wanders ha convertido lo que fue el Cuartel Radesky, un edificio historicista militar de finales del XIX -edificado durante el imperio austrohúngaro, y que durante la primera mitad del XX albergó también sus capítulos oscuros- en un palacete neoclásico actualizado con bienvenida de fábula romántica.