La saga Riedel, la familia que suma once generaciones y hace las mejores copas del mundo

Entrevista

Maximiliano Riedel visitó Barcelona para ofrecer dos clases magistrales sobre sus copas Veloce

Maximilian Riedel en la entrada del Majestic con una de sus copas

Maximilian Riedel en la entrada del Majestic con una de sus copas

Joan Mateu Parra

No es ninguna tontería: la forma y el tamaño de la copa pueden influir en la manera en que se perciben los aromas, los sabores y el carácter general de un vino. Así que escoger el recipiente adecuado no es trivial; entender qué copa usar puede marcar una gran diferencia. El primero en darse cuenta de que la forma, el tamaño y el diámetro del borde de una copa afectaban directamente la percepción de estas características —que hacen que la experiencia sea mejor— fue Claus Josef Riedel. Sí, Riedel. Si hacemos memoria, nos daremos cuenta de que la hemos visto muchas veces en restaurantes, bodegas, enotecas o incluso en los propios hogares: lugares donde el vino es importante.

En la década de los cincuenta hubo una revolución con las copas diseñadas por Claus. Él creó la base de todas las copas de vino actuales, específicamente ideadas para destacar las cualidades de cada variedad de uva.

En la década de los cincuenta hubo una revolución con las copas diseñadas por Claus Riedel

Pero la historia de su empresa no es reciente, sino que tiene más de dos siglos. Johann Leopold Riedel fundó, en 1756, la primera fábrica en la actual República Checa, que en ese entonces formaba parte del imperio Habsburgo. Generación tras generación, mejoraron la forma, los acabados y el proceso de elaboración, no solo de copas, sino también de todo tipo de productos de gran calidad: lámparas, joyas...

Maximiliano Riedel representa la undécima generación de esta familia, y visitó Barcelona el pasado junio. Aprovechamos la ocasión para hablar con él. 

Maximilian Riedel durante la entrevista

Maximilian Riedel durante la entrevista

Joan Mateu Parra

Se presentó sonriente, bien peinado, pulcro, impoluto, con un traje evidentemente hecho a medida. La camisa, sin arrugas, parecía recién planchada; pañuelo rosa... Está claro que es el mejor embajador de la marca.

Riedel tiene más de 265 años de historia. ¿Qué significa para ti liderar una compañía con tan larga tradición? ¿No es mucha presión?

Es mucha presión, pero no por la historia, sino por el futuro. Soy de la XI generación, y no quiero ser la última. La XII generación ya ha nacido, pero es muy joven, y el objetivo es gestionar un negocio de éxito y enseñar a la siguiente generación para que continúe.

¿Quién te enseñó el negocio?

Mis padres hicieron un gran trabajo, porque siempre lograron que pareciera muy interesante. Fueron inteligentes: me educaron de una manera en la que mi objetivo siempre fue, algún día, querer liderar el negocio. El día a día lo aprendí por mí mismo, porque mi padre, siendo yo muy joven, me envió a América, donde me dio la oportunidad de empezar un proyecto. El país estaba listo. Era la década del 2000, y yo estaba allí. La moda del vino explotó, la gente estaba dispuesta a disfrutar, así que estuve en el momento correcto, en el lugar adecuado. Me dio la oportunidad, y lo conseguí. Ahora es nuestro mercado más grande.

Creemos que cada copa de vino no es solo un objeto de belleza: es un instrumento de trabajo”

¿Y tu abuelo, Claus Josef, qué te enseñó?

Cuando conocí a mi abuelo —es decir, cuando entendí quién era y lo que representaba— él ya era bastante mayor. Así que nunca hablamos de negocios. Siempre hablamos de su pasado, de su infancia, de la guerra. Me enseñó las raíces de la familia. Mi abuelo me decía: “Siéntete orgulloso de tu legado familiar”. Cuando volví en 2013, de EE. UU., contraté a dos historiadores para reconstruir las partes que faltaban de mi pasado familiar. Y con la información construimos dos museos en muy poco tiempo (Riedel Factory & Museum).

¿Cómo has conseguido mantener la artesanía viva en un mundo tan industrializado?

Es un desafío. Creemos que cada copa de vino no es solo un objeto de belleza: es un instrumento de trabajo. Producimos 60 millones de copas al año de manera industrial, y 250.000 copas de manera artesanal. Podemos hacerlo porque hay un mercado que demanda artesanía. No es Europa, no es América: es Asia. Gracias a la mentalidad asiática, enfocada en la calidad y la artesanía, todavía podemos producir copas hechas a mano en Austria.

Archivo

Maximiliano dio a probar un mismo vino en varias copas distintas, la que era específica par el vino conseguía sacar todos los matices

Pere Duran/Nord Media

Entonces, ¿tus trabajadores son artesanos?

Todos provienen de familias que elaboran copas a mano. No siempre con nosotros; pueden haber trabajado en otros lugares. Pero muy pocas personas sin vínculo con el trabajo artesanal entran al negocio. Tienes que estar, de alguna forma, relacionado porqué es duro; si no, no lo harías.

He leído en algún lugar que sabes soplar cristal. ¿Es verdad?

Bueno, lo aprendí porque mi padre, cuando yo era adolescente, me envió a Venecia, a la isla de Murano, para aprender todo sobre hacer copas a mano. Así que no diría que sé cómo hacerlo, pero conozco a las personas que sí lo saben.

¿Y no crees que es importante saber algo tan básico?

No sé cómo moldearlo, pero, por supuesto, sé todo acerca de la composición, la temperatura y los procesos. Sé, por desgracia, lo que es posible y lo que no. El cristal es un material muy sensible y muy difícil de moldear.

No hay una copa de vino en el mundo, en este momento, que pueda competir con las mías en funcionalidad”

¿Qué le dirías a alguien que piensa que una copa es solo una copa y que hay demasiado esnobismo alrededor de este tema?

Vertería el mismo vino en copas diferentes y simplemente le pediría que oliera y probara. No le contaría historias, solo que probara y viera la diferencia.

¿Qué diferencia tus productos de otros?

Que funcionan. Mis copas funcionan; las demás, no. Hay muchas empresas que elaboran copas bonitas, les ponen su nombre y diseño, pero no funcionan. Piensan más en términos de diseño que en su uso. No hay una copa de vino en el mundo, en este momento, que pueda competir con las mías en funcionalidad. Quizás sean más ligeras, más finas, pero no funcionan. Las nuestras están pensadas especialmente para beber vino. Inventamos el concepto. Fuimos los primeros.

¿Tienes alguna copa de vino en casa que no sea Riedel?

Sí, pero no son para beber.

¿Qué marca?

Lalique, Baccarat... Hermosas, valiosas, caras. También vasos de agua. Es solo estética.

Producimos 60 millones de copas al año de manera industrial, y 250.000 copas de manera artesanal”

A un nivel básico, ¿qué tipo de copas deberíamos tener en casa?

Muy buena pregunta y muy fácil de responder. Todo el mundo disfruta de un tipo de vino en concreto. Esas son las copas que deberías tener primero, porque te gusta ese vino y quieres la mejor experiencia. Luego hay que pensar en la pareja. La mayoría de las veces, no les gusta lo mismo que a nosotros. Esos son los dos tipos de copas que deberías tener en casa. Y luego ir jugando con algo nuevo. Pero la respuesta es: la copa del vino que más te gusta. A mí me gusta el Cabernet. Por eso tengo muchas copas de Cabernet en casa.

¿Y un decantador? ¿Cuándo deberíamos usar uno?

Siempre. Con rosado, blanco, champán... con todo. Porque el vino está encerrado. Y cuando le quitas el corcho, quiere volar. Quiere desarrollarse. Es como una flor en un tiesto. Antiguamente, el decantador era para vinos con sedimentos, para separar el líquido del sedimento. Actualmente, todo el mundo bebe vinos jóvenes. Y la única manera de acelerar el proceso de envejecimiento es con un decantador que le dé aire. Al cabo de una hora, el vino cambia y se transforma.

¿Hay alguna bebida (más allá del vino) para la que quieras diseñar copas?

He hecho muchas. He hecho copas para cócteles, para sake, para la mayoría de espirituosos como el whisky.

Archivo

La experiencia de cata de vinos con copas Riedel es todo un espectáculo

Pere Duran/Nord Media

¿Has tenido alguna petición especial? Como, por ejemplo, crear copas para una boda, o para un vino muy concreto…

Claro. Por ejemplo, suministramos copas para Tiffany & Co., para Rolls Royce... y muchas otras.

¿A qué personaje famoso le has regalado  tus copas?

No te lo puedo decir, pero he diseñado decantadores con Elton John.

¿Por qué? ¿Tiene un interés especial?

Bueno, por dos razones. Primero, el señor Elton John colecciona cristalería y copas más que cualquier otra persona que conozco. Y segundo, tiene que ver con su fundación contra el sida. Hicimos algunas ediciones muy limitadas que vendimos, y todo el dinero fue donado a la Elton John AIDS Foundation. Tenían colores vivos y cosas así. Los diseñé, él los aprobó, y salieron al mercado.

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¿Usas redes sociales?

Sí, las redes sociales.

¿Eres muy activo?

Sí, lo soy. Soy el mayor influencer de vino en redes sociales, con 585.000 seguidores. Las gestiono personalmente, al 100 %. Imágenes, textos, todo. Y además tengo una familia y llevo un negocio con más de 1.000 empleados. Soy el ejemplo perfecto de que se puede hacer. Las redes sociales han sido la forma más importante de comunicar sobre la marca.

La mejor forma de comprobar la funcionalidad de las copas es con la práctica

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L.Bernaus
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