Bruce Weber: su álbum más íntimo y feroz

Portfolio

El fotógrafo recoge en un libro sus fotos más icónicas, imágenes cotidianas y reflexiones que revelan su legado visual, un mapa de emociones, amores, aprendizajes y amistades que moldearon su sensibilidad

Alegría contagiosa. Iman con amigos, para ‘Traveling in style’ de ‘Vogue’, Sudáfrica, 1995

Alegría contagiosa. Iman con amigos, para ‘Traveling in style’ de ‘Vogue’, Sudáfrica, 1995

Bruce Weber

En los setenta, cuando Bruce Weber apenas tanteaba la fotografía con la intuición de un amateur apasionado, Richard Avedon le lanzó un consejo que parecía menor, pero que resultó decisivo: estudiar con Lisette Model. Poco después, un encuentro fortuito con la también fotógrafa Diane Arbus —ya entonces leyenda y mito viviente— reforzó la misma sugerencia. El destino estaba escrito.

Entrar a la clase de Model no fue difícil; sobrevivirla, sí. La fotógrafa vienesa no hablaba de diafragmas ni de velocidades de obturación. Su pedagogía era implacable, visceral, emocional. “Los sentimientos eran lo más importante”, recuerda Weber. En cada sesión había que mostrar imágenes y aceptar críticas sin anestesia. La belleza no era suficiente; había que despojar a la fotografía de ornamentos y empujarla hacia lo humano.

Modelo y escritor. Elaine Irwin y Paul Bowles para ‘Vogue’ en Tánger, 1990

Modelo y escritor. Elaine Irwin y Paul Bowles para ‘Vogue’ en Tánger, 1990

Bruce Weber

Uno de los primeros encargos de Weber bajo su tutela consistió en retratar personajes del East Village que orbitaban en los márgenes: una anciana excéntrica con decenas de gatos, un joven con malformaciones congénitas y ego desbordado, un estafador de peinado perfecto. Ahí, entre lo incómodo y lo insólito, Weber descubrió su voz. Comprendió que la fotografía no consiste en embellecer lo evidente, sino en revelar lo que late debajo.

El camino de Santa Fe: Sloane Condren y Jon Wiedemann, para ‘British Vogue’, en Abiquiú, Nuevo México, 1982

El camino de Santa Fe: Sloane Condren y Jon Wiedemann, para ‘British Vogue’, en Abiquiú, Nuevo México, 1982

Bruce Weber

Model rara vez hablaba de su propia obra, pero sus imágenes —los bañistas de Coney Island, los personajes extraños de la Riviera francesa— eran recordatorios silenciosos para sus alumnos. Como maestra no ofrecía conocimiento técnico, sino algo más infrecuente: permiso. Permiso para mirar sin pudor, para fallar, para explorar, para crear sin esperar autorización. Esa libertad, feroz y exigente, marcó a Weber para siempre. “Mi vida entera como fotógrafo ha sido una extensión de su clase”, dice.

“No quiero fotos mientras camino”, le exigió Paul Newman

Décadas más tarde, esa influencia reaparece cristalina en My education (Taschen), el libro en el que Weber mezcla memoria, álbum íntimo y reflexión artística. No es una autobiografía al uso, sino un testamento visual y afectivo: un mapa de emociones, amores, aprendizajes y amistades que moldearon su sensibilidad. El título no remite a estudios formales, sino a una educación ­vital: la que se nutre de familia, maestros, cine, literatura, deseo. Lisette Model y Nan Bush —su esposa y cómplice de vida— ocupan un lugar central. Pero también lo hacen sus padres, con su matrimonio tempestuoso y apasionado; su hermana Barbara; los amigos y colegas que le enseñaron que el arte no surge de la técnica, sino del afecto.

Sensual. Tatjana Patitz y Nestor Lowe. ‘Vogue’, 1990

Sensual. Tatjana Patitz y Nestor Lowe. ‘Vogue’, 1990

Bruce Weber
Romántico.Mark Miller y Lara Stone para ‘The New York Times Style Magazine’, 2014

Romántico.Mark Miller y Lara Stone para ‘The New York Times Style Magazine’, 2014

Bruce Weber

La familia atraviesa el libro como un hilo rojo. Weber retrata a sus padres con ternura y crudeza, reconociendo su humanidad contradictoria: la belleza, la fragilidad, las disputas, el romance salvaje que los unía. Su cámara ha amado a cientos de celebridades como Madonna, Elizabeth Taylor, Kate Moss, Naomi Campbell, Claudia Schiffer o Stella Tennant —“una de las modelos más genuinamente entusiastas con las que trabajé”, escribe—. 

“¡No me dirijas!”, le gritó el cineasta Ingmar Bergman

Son icónicas sus fotos de la duquesa de Devonshire alimentando a las gallinas, la corredora Marion Jones superando a la carrera un tren o Nelson Mandela con David Bowie e Iman. Paul Newman fue una de sus sesiones más complicadas porque el actor estaba cansado y terriblemente distante: “Ten cuidado cuando conozcas a tus héroes”, advierte Weber.

Su encuentro con Ingmar Bergman deja una anécdota áspera —“¡No me dirijas!”, le gritó el director cuando le pidió que se moviera para mejorar la luz— que encierra una lección de humildad: “¡No, no, lo siento. Olvídelo!”.

Natural. Kate Moss, en ‘Vogue Italia’, Londres, 1996

Natural. Kate Moss, en ‘Vogue Italia’, Londres, 1996

Bruce Weber

Cuando viajó a Lyon, frente al legado de los hermanos Lumière, se reconoció heredero de su manera de filmar lo cotidiano: escenas domésticas que se vuelven universales. El arte, insiste Weber, no puede separarse de la emoción. Una toma de cachorros corriendo por la calle para Let’s get lost —documental sobre el trompetista Chet Baker— le sirve para ilustrar cómo lo espontáneo puede transformarse en poesía visual “si miras los lugares más personales y a las personas amadas con gratitud”.

Libro de vida. ‘My education’, Bruce Weber.Taschen. Pesa 3,5 kg (edición en alemán,francés e inglés)

Michael St. Pierre con Bonkers, Thousand Oaks, California, 2004

Bruce Weber

 ‘My education’, Bruce Weber. Pesa 3,5 kg (edición en alemán, francés e inglés)

Dónde: Editorial Taschen

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