Acorde con su escritura, Caitlin Moran (Brighton, Reino Unido, 1975) es un torbellino de simpatía. Cuando entra en la sala, lo primero que hace es dar un muy poco británico abrazo a la periodista, antes de sentarse para conversar largamente sobre su último libro. La escritora recibe al Magazine con motivo de la traducción de ¿Y los hombres qué? (Anagrama), donde analiza la masculinidad moderna. En el libro, como en todos los de Moran, se entremezclan el sentido del humor (no se pierdan el capítulo ¿Por qué los hombre no van al médico?) con una inteligente disección de los asuntos de la especie humana; en este caso, los de ellos.
Eres autora y columnista de éxito. Icono del feminismo. ¿Por qué complicarse la vida escribiendo sobre hombres?
Me gustan los retos. Y es verdad que cuando anuncié que escribía un libro sobre hombres, hubo mujeres que se enfadaron mucho. “¿Te has pasado al otro bando?”, me decían. Pero mi respuesta es clara: “No, no y no. Soy del team-tits [equipo tetas] hasta la muerte”, pero normalmente, el 50% de los problemas de las mujeres están causados por los hombres: por los hombres abusivos y enfadados, los que no pueden hablar de sus emociones, los que enferman y no se cuidan. Por los maridos, los hijos o los jefes que destrozan tu carrera. No podemos arreglar a las mujeres hasta que no arreglemos a los hombres; por eso pensé que era el momento de hablar sobre ellos.
Es verdad que cuando anuncié que escribía un libro sobre hombres, hubo mujeres que se enfadaron mucho”
¿Qué fue lo primero que descubriste?
Que nosotras hemos tomado muchas cosas suyas: ahora podemos gobernar países, viajar al espacio, llevar pantalones, tener relaciones sexuales sin quedarnos embarazadas, fumar cigarrillos y decir palabrotas. Pero los hombres no se han apoderado de cosas que son de mujeres, como el hablar de los sentimientos. Y si miras su lista de problemas, el primero es la salud mental: el suicido es la principal causa de mortalidad entre los varones menores de cincuenta años. ¡Prefieren matarse a decir: ‘lo estoy pasando mal’!, cosa que nosotras sí sabemos hacer. Así que mi mensaje es: chicos, ¡robadnos un poco de feminismo!
Pero el feminismo es para muchos hombres un agravio. ¿Qué se hace mal?
Cuando doy charlas pregunto al público: “¿Qué hay de bueno en los hombres?” Y las respuestas son cosas como: “Son leales”, “Les gusta gusta proteger a su familia”, “Son divertidos”, “Tienen sentido del humor”… No percibo diferencias entre géneros. Creo que si la mitad de la población se pone en guerra con la otra mitad, todos estamos jodidos. Necesitamos estar juntos para afrontar los retos de los próximos años.

La escritora inglesa, reconocida feminista, nunca imaginó que dedicaría un libro a los hombres
¿Qué propones, para aproximarnos?
¡Inventemos más tipos de mujeres y de hombres! Podemos tener mujeres que sean carpinteras, paletas y beban mucha cerveza y tener hombres que quieran hacer vestidos y embellecer sus casas. Los estereotipos masculinos, que se transmiten a los hijos, solo les fastidian la vida. Cuando empecé a investigar para este libro, no se hablaba de esos chicos que creen que el feminismo ha ido demasiado lejos. Entender por qué estaban tan enfadados con las chicas fue el objetivo: me puse en la cabeza de los adolescentes y descubrí que también tienen muchas presiones, estéticas y sociales, pero no reciben los mensajes de apoyo que sí reciben ellas.
Pero los hombres llevan dominando el mundo desde los inicios. ¿No les toca dejar paso y no enfadarse tanto?
Nosotras tenemos esa perspectiva y sabemos que el poder femenino es muy reciente, pero un adolescente, no. El año cero es el año en que naces, y si eres un chico de quince años, no sabes nada de la historia: desconoces que las mujeres ha sido violadas y esclavizadas y que no tenían voto. Tienes otros problemas. Piensas: “No soy suficientemente musculoso”. “Necesito ser rico”. El mundo está en llamas y a las chicas se les sigue diciendo que pueden hacer cualquier cosa. ¡Pero nadie está diciendo eso a los chicos!
Creo que los padres de mi generación han aprendido a ejercer de padres sin referentes”
En tu libro denuncia la falta de referentes para ellos. ¿Los necesitan?
Sí, mientras que todas las librerías de Inglaterra hay una sección de “mujeres”, ¡no hay sección para hombres! Los referentes en la cultura popular tampoco son muy abundantes. No se me ocurre ningún libro, obra de teatro o película que explique qué significa ser un hombre, qué implica el cambio a la adultez. Y respecto a la paternidad: solo hay que fijarse en la relación más famosa padre-hijo con la que crecimos la generación X: ¡La de Darth Vader y Luke Skywalker! Creo que los padres de mi generación han aprendido a ejercer de padres sin referentes, haciendo exactamente lo contrario que habían hecho sus padres. Los hombres necesitan herramientas para combatir la larga lista de problemas que tienen.
Una lista alarmante: entre otras cosas, rinden menos en la escuela, mueren más en el trabajo y son la mayoría de la población reclusa. ¿Cómo se explica que sean el género dominante?
Porque son verdaderos supervivientes, aunque cada vez menos. Si miras todas las tendencias, los empleos masculinos tradicionales están desapareciendo, como su tradicional poder social y cultural. Y no hablemos de la música pop, hoy dominada por mujeres. Las mujeres están dominando cada vez más la cultura, aunque todavía somos físicamente más vulnerables.
Y aún existe la brecha salarial, por lo menos en España. ¿Cómo se arregla?
Eso es porque la crianza se ve como un problema de la mujer, en lugar de un problema de la familia. Pero eso también fastidia a los hombres, que han de “proveer” por encima de criar. Conozco a cantidad de hombres que solo han disfrutado de sus hijos en segundos matrimonios, me dicen: “Ojalá hubiera podido hacerlo en mi primera familia”.
Por contra, cada vez hay más mujeres que no quieren ser madres. ¿Lo detectas?
En el Reino Unido la tasa de natalidad está cayendo en picado. Las jóvenes no quieren hijos: ¡Mis hijas están horrorizadas ante esa idea! Voy a escribir sobre lo estupendo que es tenerlos. Por supuesto, no es que tengas el deber de reproducirte, pero me gustaría explicar lo jodidamente mágico que es fabricar un ser humano y acompañarle a lo largo de su vida.
Talento irreverente
La mayor de ocho hermanos, Caitlin Moran se crió en una vivienda de protección oficial en Wolverhampton. Sus padres decidieron educarlos en casa, pero como la propia Moran ha señalado, no pusieron demasiado interés en ello. Así, fue una niña autodidacta, que devoraba libros y escribía. Con la mayoría de edad, se marchó de casa: “Escapé lo más rápido que pude de una infancia sobre la cual escribiré la verdad un día”, explica. Columnista precoz en The Times, ha vendido millones de copias de Cómo ser mujer, Cómo se hace una chica y Cómo ser famosa (todas en Anagrama). Acaba de cumplir los 50 y su propósito es: “Sentir menos ansiedad” que, advierte, puede ser adictiva. “Y políticamente, lo más útil que hoy podemos hacer es tener esperanza”.
En tu libro dice que la masculinidad tóxica es minoritaria, pero muy ruidosa. Sin embargo, la sensación es que este tipo de hombre va camino de dominar el mundo…
Para mí el patriarcado es el hombre más jodido del grupo diciéndole a todos los demás hombres cómo comportarse. Y eso lo ves en la escuela, en política y en los negocios. Mark Zuckerberg, Elon Musk, Donald Trump… ¡Son los más jodidos de la clase y están diciendo a los otros lo que es la masculinidad! Lo que ocurre es que los hombres progresistas no han aprendido a decirles a sus hijos que pueden rebelarse contra eso.
Te describen como parte de la cultura de su país, el Reino Unido: ¿Cómo lo llevas?
Nadie te dice: “Hoy te haces famosa”. Es algo que detectas cuando, de repente, la gente a tu alrededor empieza a actuar de forma extraña o, en una firma de libros, te encuentras con una larga cola. Pero la fama tiene su otro lado: en X han amenazado con violarme y matarme. Aunque esta red ha sido una herramienta muy importante para mí, ahora ya no puedes bloquear a estos sujetos, por lo que he dejado de publicar.

Caitlin Moran dejó X por no poder bloquear a sus 'jhaters'
Una de las cosas que te hizo famosa fue tu franca conversación sobre el sexo: en ‘Cómo ser mujer’ hablaba largo y tendido sobre la masturbación. ¿Te trajo problemas?
Fui una adolescente tan vergonzosa que a los veintiún años, simplemente, exploté: de repente, no tenía más vergüenza. Así que cuando escribí sobre la masturbación, no me di cuenta que iba a tener un impacto, pero era lo primero que me preguntaban en las entrevistas: “¿Por qué hablas de la masturbación?” ¡Pues porque es un buen pasatiempo, no engorda, te anima y te relaja!
También defiendes la importancia de las relaciones sexuales satisfactorias y consentidas. ¿Por qué algo en teoría sencillo, natural, se complica tanto?
No quiero sonar como marxista, pero la causa es el capitalismo. El sexo se ha convertido en una industria, que se llama pornografía. En ¿Y los hombres qué? dedico un capítulo al impacto de la pornografía entre los jóvenes: está destrozando su vida sexual. Y no solo la de ellos: cada vez más chicas dicen que no quieren sexo. No me sorprende. Si eres una niña y ves alguna de esas imágenes pornográficas, con mujeres sometidas y maltratadas, la lógica es: “El sexo es dolor y degradación”.
Llevas veinte años escribiendo sobre los famosos en ‘The Times’, ¿por qué te interesan?
Mi mayor obsesión es entender cómo cambia la cultura y lo que más rápido hoy está cambiando la cultura son los famosos. Los Beckham me interesaban, porque eran una pareja poderosa y ella, Victoria, a menudo lideraba. Pero las que encuentro fascinantes son las Kardashian: son un matriarcado, un montón de hermanas con grandes culos, que han cambiado nuestras normas de belleza; han hecho aceptable tener el culo grande.