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La nueva vida de la acrópolis de Tarragona

Con historia

La muralla romana de Tarraco, la mayor fuera de Italia, custodia un patrimonio que sigue marcando el pulso de la ciudad

El hospital de Santa Tecla fue fundado en el año 1171

Mihail Moldoveanu

Escipión el Africano disfrutando de un partido de fútbol en el televisor de una de las moradas que crecieron dentro del venerable muro, las legiones de Roma, los visigodos, las plagas de la edad media, los jinetes árabes entrando y saliendo por sus grandes puertas... Mirando la muralla romana de Tarragona, tiempos remotos irrumpen con naturalidad en la vida de hoy.

Las de Tarraco tienen una edad y un destino parecidos a las murallas Aurelianas de Roma, que hoy delimitan un túnel llamado el Muro Torto que atraviesa el centro de la Ciudad Eterna en un camino sinuoso que pasa cerca de Via Veneto. En el siglo III, el emperador Aureliano hizo construir un recinto amurallado que abrazaba toda la ciudad de aquel entonces, aprovechando tramos de muros robustos que existían allí desde la época republicana, dos siglos anterior. 

Mirando la muralla romana de Tarragona, tiempos remotos irrumpen con naturalidad en la vida de hoy

Más tarde, en la edad media proliferaron pequeñas construcciones en las crestas de las murallas, y en el Renacimiento apareció algún pabellón elegante de la Villa Médici… Desde su base hasta su cima, cada tramo de muralla ofrece una graduación cautivadora: el ritmo monumental primitivo —las piedras ciclópeas que surgen del suelo— cede gradualmente el paso a las finas tramas de la albañilería renacentista que se divisan en su parte alta.

La parte visible de la muralla de Tarragona mide hoy unos 1.100 metros de largo y es la muralla romana más extensa preservada fuera de la península Itálica; tiene unos 12 metros de altura, y su anchura puede variar de 4 a 6 metros, en función de los espacios que alberga entre sus paramentos. Muy cerca se encuentra la suntuosa catedral, edificada sobre las ruinas de un gran templo romano y que aprovecha también parcialmente la solidez de la muralla como base.

Tarragona reúne más de 2.000 años de historia

Mihail Moldoveanu

 La concentración de puntos de gran interés artístico e histórico que se da en esta zona ha inspirado al arzobispado de Tarragona, que tiene aquí la sede, a trazar un proyecto para dar a conocer a fondo un patrimonio de riqueza y belleza incontestables, un circuito de tesoros que incluye monumentos de la antigüedad, fascinantes excavaciones arqueológicas, testimonios de la vida de los visigodos y de la presencia islámica, del mundo medieval... también la catedral más grande de Catalunya, con su espléndido claustro románico y sus colecciones de arte, más de 2.000 años de historia reunidos en un verdadero tour de force.

El recorrido, bautizado La Acrópolis de Tarragona, se propone definir un núcleo muy coherente dentro de la parte alta de la ciudad, en el que se encuentran elementos protegidos desde el 2000 y que pertenecen al extenso conjunto de monumentos de Tarragona y sus alrededores integrados en la lista del patrimonio de la humanidad de la Unesco. El particular mérito de esta nueva iniciativa es propiciar una visión sintética sobre la historia aprovechando la densidad de puntos de interés en un área limitada. Es una idea que invita a atisbar paralelismos y filiaciones dentro del marco más grande de la historia de Europa.

Tarragona comenzó a tener un lugar destacado en el mundo mediterráneo como consecuencia del desembarco de las legiones romanas al sur de los Pirineos

Tarragona comenzó a tener un lugar destacado en el mundo mediterráneo como consecuencia del desembarco de las legiones romanas al sur de los Pirineos, inicialmente en Empúries. Hacia el final del siglo III a.C., en plena pugna entre Roma y Cartago por el dominio del Mare Nostrum, Escipión el Africano buscaba un lugar idóneo para establecer un gran puerto para abastecer y refrescar su armada. Una suma de razones condujo a la elección de la actual bahía de Tarragona, donde el general y sus tropas montaron una imponente base militar con uno de los mejores puertos del Mediterráneo y desarrollaron una gran ciudad que llamaron Tarraco.

Puesto que las guerras con Cartago se decidieron a su favor, los romanos se dedicaron a conquistar la península Ibérica. Tarraco, el punto de arranque de la conquista, se convirtió en la capital de Hispania Citerior, la más grande de las tres provincias que cubrían la Península y constituían la Hispania romana. Por su importancia estratégica, Julio César le otorgó el rango de colonia. Un punto álgido en la historia de la urbe fue la estancia del emperador Octavio Augusto, que condujo los asuntos del imperio desde aquí entre los años 27 y 25 a.C. Entre las muchas obras de relevancia que se llevaron a cabo en los siglos siguientes, destaca la construcción de un gran templo dedicado a Augusto, resguardado por la parte más elevada de la gran muralla.

Campanario de la catedral de Tarragona

Mihail Moldoveanu

El templo y su gran recinto abierto fueron la expresión del apogeo de la época romana en estas tierras, en los siglos II y III d.C. Coincidiendo con la lenta decadencia del imperio y su división, aparecieron los primeros cristianos, antes perseguidos y luego protegidos bajo los emperadores Constantino y Teodosio. Los visigodos, pueblo germánico que abrazó la tradición romana y la religión cristiana, conquistaron la ciudad en el siglo V. En la Tarragona visigoda pudieron perpetuar las tradiciones de los romanos y añadir otras, hasta el inicio del siglo VIII, cuando toda la región fue invadida por los musulmanes. Se quedaron unos cuatro siglos y, en su literatura, Madinat Tarkuna aparece como una gran ciudad romana en ruinas y abandonada.

Desde principios del siglo XII, con el cese de la ocupación musulmana, la ciudad volvió a prosperar, y en 1171 empezó la construcción de la iglesia románica con su claustro, aprovechando como base las ruinas romanas del templo y de la muralla. La peste de 1348 interrumpió las obras de la gran catedral tardorrománica; los pináculos centrales de la fachada quedaron a medias y se convirtieron en una expresiva insignia de la ciudad.

Desde su campanario, la catedral proporciona un sonido muy emotivo a la acrópolis de Tarragona

El novedoso recorrido que enaltecerá la acrópolis tiene el epicentro en la catedral. Desde espacios patrimoniales como el edificio historicista del seminario y la Casa dels Concilis se podrá descubrir la muralla con sus tres torres y su monumental puerta de entrada, las excavaciones arqueológicas de las ruinas del templo de Augusto y el muy bello claustro románico, el más grande de Europa, con 277 capiteles de mármol y óculos con reminiscencias de Al Ándalus.

En el sobreclaustro de la catedral se prevé una actuación de restauración y adecuación para facilitar la visita turística y aprovechar las vistas de la seo y de las construcciones que tiene a su alrededor: la capilla de Sant Pau, las dependencias de los canónigos, el edificio del seminario… En ellas se organizará la visita de las extensas colecciones de los museos Bíblico y Diocesano reunidas; se crearán accesos para conocer los espacios de la muralla romana y se facilitará la vista de las excavaciones arqueológicas. Con mappings y proyecciones inmersivas se explicará de forma atractiva las fascinantes transformaciones que se han dado aquí, desde el mundo de la antigüedad hasta la contemporaneidad. 

La muralla de Tarragona se asemeja a las Aurelianas de Roma

Mihail Moldoveanu

En las calles medievales que cruzan esta acrópolis se encuentran también el antiguo edificio del hospital Santa Tecla –maravilloso ejemplo del estilo románico civil— o la capilla de Santa Tecla, joya de la arquitectura funeraria de influencia cisterciense.

Desde su campanario, la catedral proporciona un sonido muy emotivo a la acrópolis de Tarragona: su impresionante campana La Capona, del siglo XVI, toca las horas y los cuartos. Las otras dos campanas –las miríficas Fructuosa y Maria Assumpta, del XIV– se dejan oír para los toques litúrgicos.