Soulages, el pintor que halló su voz en el negro
Creadores
El Museo de Luxemburgo de París acoge una magna exposición de la obra sobre papel del artista que demostró que el color más oscuro contiene toda la luz
Pierre Soulages en su taller, en el 11 bis de la Rue Schoelcher. Paris, 1953
Devastada por la guerra, la Europa de 1945 no era el mejor lugar para que un creador lograse hacer oír su voz, por muy poderosa que fuera. Allí donde no había censura, como en España o el Este, los talleres y las galerías habían sido destruidos, el mercado no existía y los valores habían entrado en crisis tras la barbarie general vivida y los horrores del Holocausto.
Tinte nogal sobre papel, 1946
El centro mundial del arte se desplazó de París a Nueva York, donde, bajo la etiqueta genérica del expresionismo abstracto, Pollock, Rothko, De Koonig y sus muchos seguidores crearon una fructífera escuela que era una apisonadora con visibilidad global, vitaminada además por el poder político en plena guerra fría, algo a lo que los estados europeos no podían responder.
Y a este lado del Atlántico, la resistencia residual de las viejas escuelas modernistas y la fragmentación de las nuevas vanguardias –informalismo, arte matérico, abstracción lírica, art brut, existencialismo pictórico, además de los diferentes grupos, como Cobra (acrónimo de Copenhague, Bruselas y Amsterdam)– restaban fuerzas a una respuesta común.
Pierre Soulages optó por invertir a largo plazo en un trabajo coherente, confiando en su propio talento
En ese contexto, ¿qué podía hacer un artista joven para llamar la atención? Francis Bacon y Jean Dubuffet optaron por encontrar un lenguaje muy personal, inimitable. Asger Jorn, Karel Appel, Constant Nieuwenhuys y otros se unieron en el citado grupo Cobra. Y la tercera opción, laboriosa y discreta, era invertir a largo plazo en un trabajo coherente, confiando en el propio talento. Esa fue la vía elegida por nuestro Antoni Tàpies y por el francés Pierre Soulages, conocido como el pintor del negro.
Paradójicamente, las dificultades para vender arte en un entorno devastado empujaron a los creadores vocacionales a la experimentación pura, con excelentes resultados creativos. Algunos de los que persistieron y tenían la calidad suficiente obtuvieron la recompensa de su esfuerzo con el tiempo.
Tinta sobre papel montado sobre lienzo, hacia 1949
Soulages no tuvo una aceptación general hasta los años sesenta, aunque en 1948, con 28 años, ya había participado en una exposición colectiva de pintores abstractos franceses en Alemania que le abrió las puertas en su país y en el extranjero, y aún antes había llamado la atención de artistas como Francis Picabia.
Su exploración radical del color negro, básicamente, pero también de otros tonos oscuros en su obra sobre papel, como los tintes nogal usados en ebanistería, que le permitían trabajar con múltiples herramientas basándose en el gesto puro, le granjeó una fama de coherencia que lo consolidó como una figura singular en todo el mundo.
Su exploración radical del color negro le granjeó una fama de coherencia que lo consolidó como una figura singular
Pero todo esto empezó mucho antes, en 1919, cuando Soulages nació en una familia de artesanos en Rodez (Rodés en occitano), una pequeña población del departamento de Aveyron que en aquel momento, tras la Primera Guerra Mundial, no superaba los 14.000 habitantes.
Siendo muy joven ya destacó por sus dotes para el dibujo, por lo que un profesor de secundaria le recomendó formarse en París. Allí se matriculó en el estudio privado de René Jaudon, hizo el examen de ingreso a la Escuela de Bellas Artes y aprobó, pero decidió no entrar y regresar a su tierra para estudiar en la Escuela de Bellas Artes de Montpellier, donde conoció a Colette Llaurens, con quien se casó en 1942.
Tinta sobre papel montado sobre lienzo, 1963
Falleció en el 2022, con 102 años, y a lo largo de su vida se ha acreditado que elaboró más de 1.700 pinturas sobre lienzo, más de cien grabados, tres bronces, tres alquitranes, así como tapices y cerámicas. Y casi 800 pinturas sobre papel, parte de las cuales, unas 130, se pueden ver hasta el 11 de enero en el Museo de Luxemburgo de París, en un recorrido que abarca casi toda su trayectoria creativa y que demuestra que ese soporte no era para Soulages un mero paso previo al desarrollo final sobre lienzo, sino un camino de creación propio.
En Soulages, que siempre se negó a marcar jerarquías entre las diferentes técnicas que empleaba, el soporte determina la percepción final del espectador. Sobre lienzo, con óleo y más tarde con acrílico, trabajaba el material y las texturas de una manera casi escultórica, incluso arquitectónica dado el tamaño de las telas, con espátulas y grandes pinceles, para experimentar con los reflejos de la luz, en la línea de una abstracción más matérica que lírica, con una dimensión casi mística de la percepción.
En Soulages, que se negó a jerarquizar las técnicas que usaba, el soporte determina la percepción del espectador
Sobre papel, en cambio, usaba al principio tinte de nogal y más tarde tinta china y gouache, con diferentes diluciones, para generar contrastes fluidos y juegos de transparencias. El gesto es directo, con trazos amplios similares en ocasiones a la caligrafía, y el blanco del papel funciona como un elemento activo que permite que la luz emerja del soporte en contraste con la pintura.
El formato también importa: si los lienzos tienden a la monumentalidad, el formato del papel es generalmente más manejable y comunica la inmediatez del gesto, el registro inmediato de la energía del artista capturada en un instante. Las diferencias –el lienzo construye espacio y el papel capta un instante– no significan incoherencias, sino diálogo.
Gouache sobre papel montado sobre lienzo, 1973
El dibujo para Soulages comenzó con bocetos al carboncillo, hacia 1946 y 1947. Pero pronto esa técnica le dejó con hambre. Fue entonces cuando se le ocurrió tirar del tinte de nogal que usaban los carpinteros para teñir madera y la brocha gorda, que le permitían experimentar con las transparencias y las opacidades. “Ya no hay continuidad de una línea, sino la emergencia de un todo: hay simultaneidad”, expresaba el propio artista al ver los resultados.
El tinte de nogal dominó en su obra sobre papel hasta los años sesenta, con periodos en los cincuenta en que incluso lo trabajó con espátula y en pinceladas amplias, en coincidencia con su trabajo en lienzos del mismo periodo y siempre con la misma importancia que estos. De hecho, él no hablaba de dibujos, sino de “pinturas sobre papel”. Con el inicio del trabajo con la tinta china, fuertemente contrastada con el papel blanco, se inició también en los formatos más grandes. Y en dos momentos separados, en 1973 y 1977, abandonó por completo los lienzos para volcarse en el papel, incluyendo gouaches monumentales.
Después, Soulages entró en una etapa en la que progresivamente fue abandonando el papel para volcarse en los lienzos: fue cuando definió su trabajo como outrenoir, más allá del negro. Son sus características pinturas exclusivamente negras, trabajadas para resaltar la incidencia de la luz y las diferencias que conseguía con las distintas aplicaciones del material, dependiendo de la herramienta que usara (espátula, cuchilla, pincel, para crear superficies estriadas o lisas, uniformes o aleatorias). Pero en ocasiones volvía al medio para crear grandes formatos con una nueva técnica: grafito aplicado sobre fondo negro, o contrastes de blanco y negro. Finalmente, regresó por un tiempo al tinte nogal, antes de dejar por completo el papel en el 2004 para volcarse en el outrenoir hasta su muerte.
Las obras que contiene esta exposición, junto con la documentación y las proyecciones, ayudan a entender la idea de Soulages de la ausencia de subordinación en su obra según las técnicas y los soportes. La variedad de recursos que aplicó en su práctica sobre papel, visible en el recorrido, da fe de la intensidad que puso en ella y de que en ella aplicó plenamente su pensamiento básico: “Me encanta la autoridad del negro, su gravedad, su obviedad, su radicalismo. Su potente poder de contraste confiere una intensa presencia a todos los colores, y cuando ilumina los más oscuros, les confiere una sombría grandeza”.