Isabella Heseltine, de comida a domicilio a un imperio de la restauración
Emprendedores
La empresaria creó de la nada Isabella's, un grupo de restauración que cuenta con dos hoteles y siete restaurantes en Barcelona, Madrid y Llafranc
Isabella Heseltine supo aplicar sus habilidades como cocinera y relaciones públicas en un negocio próspero
Alegre, divertida y parlanchina, Isabella Heseltine, propietaria de Isabella's Group (dos hoteles y siete restaurantes repartidos entre Barcelona, Madrid y Llafranc), es de esas personas con las que conectas desde el primer minuto. Tiene esa calidez que te hace sentir como si la conocieras de toda la vida, una cercanía que seguramente heredó de su padre diplomático: un inglés culto, con carácter y muy querido en su entorno. Su vida, al contrario de lo que pueda parecer, no ha sido un camino de rosas; la verdad es que ha estado llena de giros inesperados, anécdotas divertidas y más de un tropiezo antes de llegar a ser, según Forbes, una de Las 100 Mujeres Más Influyentes de Catalunya en 2025. Pero el camino hasta aquí no ha sido fácil, su carácter arrollador y su carisma han tenido mucho que ver.
Nació en Roma y se quedó huérfana de madre. Su padre era un hombre con una personalidad muy marcada y ella era una rebelde, así que la comida fue su refugio. O más bien, las recetas que preparaba la sirvienta de la familia. “Vivía al lado y siempre estaba en su casa. Era un amor y me dio todo el cariño del mundo”, recuerda Isabella con ternura. De esos días nacieron sus primeros platos inspirados en la comida casera italiana, como los famosos macarrones con alcachofas que tanto le gustan.
Su vida, al contrario de lo que pueda parecer, no ha sido un camino de rosas
A los 24 años se mudó a Barcelona y se casó. Vivían bien, con comodidades, viajes y una vida familiar intensa, y ella se dedicó a criar a sus dos hijos, Marco y Valentina. Pero el amor, como a veces pasa, se acabó, aunque siguen teniendo una muy buena relación. Y después llegó lo peor. “A él le empezaron a ir mal las cosas. Había sido generoso y nunca me faltó de nada, pero cuando tuvo problemas económicos vino a preguntarme qué sabía hacer. Y yo solo supe decirle: cocinar y hablar con la gente.”
Sin ingresos, sin herencia (su padre se había vuelto a casar) y con la necesidad de salir adelante, Isabella decidió reinventarse. Siempre había sido una gran anfitriona, así que se le ocurrió algo ingenioso: envió un correo a sus conocidos con el asunto “Viernes de comida para solteros”. Les ofrecía prepararles la comida del fin de semana para llevar. Y, claro, tuvo éxito inmediato. Incluso hacía los repartos en moto. “Al principio me moría de vergüenza, pero me lo quitaba de encima con desparpajo”, confiesa.
Un delicioso plato de espaguetis a la carbonara
Las cosas siguieron su curso hasta que, en 2010, unos amigos le propusieron abrir un restaurante. Ellos ponían el dinero y ella el alma. Le pusieron su nombre “para que me comprometiera al cien por cien”, dice. Y vaya si funcionó: el local siempre estaba lleno, y muchos iban solo por verla. Pero, a pesar del éxito, ganaba menos que la jefa de sala. Pidió un aumento y no salió bien, así que se fue. Desesperada, la suerte volvió a tocarle la puerta: el empresario José Cacheiro se fijó en ella y le propuso abrir un restaurante que llamaron Bimba’s, como su perrita que la acompañó durante 17 años.
Tiempo después, el verano la llevó a Eivissa. Ferran Monge le ofreció encargarse del restaurante del hotel La Torre del Canónigo, en lo alto de Dalt Vila. “Aquello no funcionaba, la gente no subía hasta allí, así que hablaba mucho con el portero, Israel. Él estaba pasando un momento durísimo: divorciado, con poco dinero… un desastre. Y cada noche lo veía frente al ordenador, trabajando en un programa informático. Nos hacíamos compañía”. Tres años después, Israel la llamó desde Barcelona para tomar un café. “Llegó con traje, estupendo. Solo quería darme las gracias por aquel verano. Me dijo que había sido el peor de su vida. Y resulta que había vendido muy bien su programa, Check Collector”.
Isabella’s Restaurant ofrece un ambiente acogedor para que los comensales se sientan como en casa
Cuando Isabella dejó su restaurante, el negocio empezó a decaer. Entonces le propusieron comprarlo. No tenía dinero, pero el destino volvió a sonreírle en el restaurante Isabella’s, donde coincidió con Josep Maria Donat, que acababa de vender TCN, y con un joven director del Banco Santander. Isabella, sin dudarlo, le pidió un crédito. Y se lo concedieron. Isabella’s volvía a ser suyo. En 2018 se incorporaron dos nuevos socios, Harry y Toni Serra (Salomón), y junto a su hijo Marco Gari, que es el CEO de la empresa, empezaron a despegar.
De entre todas las anécdotas que cuenta, hay una especialmente divertida: cómo conoció a su actual marido. “Una amiga me llevó a ver a una bruja, una de esas importantes, con lista de espera de seis meses. Era diciembre, me acuerdo perfectamente. Fui… y no acertó nada. Ya me iba cuando me hizo sentar otra vez y me dijo que no había visto nada igual, que conocería al hombre de mi vida, un viudo, y que tres meses después me casaría con él y que viajaría mucho a una isla. Eso sí, tendrían que pasar tres años y medio.
La comida tradicional que le preparaban de pequeña en Roma ha sido su fuente de inspiración
Desde entonces, cada vez que conocía a un viudo me echaba a temblar: no me gustaban, eran mayores… hasta que un día, en una boda, se sentó a mi lado un hombre que me dijo: ‘Perdone, no soy la alegría de la huerta. Acabo de perder a mi mujer’. Y yo pensé: ya está, siempre me tocan los más alegres.” Ese hombre era Richard Carrión, presidente del Banco Popular de Puerto Rico. La bruja, ironías de la vida, se arruinó. Pero Isabella se casó con Richard tres meses después de conocerse. “Un hombre extraordinario”, nos dice.
Isabella’s Group se ha convertido en una gran compañía. Si hablamos del tipo de comida que elaboran, la define como “reconfortante. Nos esforzamos mucho para que, aun manteniendo su esencia, sea creativa y entre por los ojos, añadiendo productos de mercado y de temporada”. Su plato estrella: La Tagliata, marinada 24 horas e infusionada con romero.
Su vida ha estado llena de giros inesperados, anécdotas divertidas y más de un tropiezo
Ahora es abuela y, aunque el negocio está en manos de su hijo, ella sigue siendo el alma del grupo. “Los restaurantes de ahora no tienen alma”, nos confiesa. Su lema lo deja claro: “momentos que se convierten en recuerdos”. Y es que Isabella tiene ese don de hacer que todo el mundo, desde el primer momento, se sienta como en casa.