Luigi Mangione, presunto asesino y hombre más deseado de la red

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De supuestos criminales a estrellas de cine, pasando por tipos con apariencia de roedores, compartir la pasión por determinados hombres en redes sociales ha sido una de las tendencias del año

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Luigi Mangione acusado del asesinato del CEO de la aseguradora UnitedHealthcare 

Altoona Police Department / Reuters

Para el momento en que Luigi Mangione, acusado del asesinato del CEO de la aseguradora UnitedHealthcare, se disponía a pasar su primera noche bajo custodia, Internet ya sabía que padece problemas de espalda que en ocasiones le impiden hacer vida normal, que pertenece a una influyente familia inmobiliaria del área metropolitana de Baltimore con orígenes que se remontan a Sicilia y que tiene dos títulos, un máster y una licenciatura en ciencias de la informática completados en cuatro años en la Universidad de Pensilvania. 

Sabía también que el joven de 26 años está interesado en el desarrollo personal y en la alimentación sana, y que entre sus libros favoritos figuran El Lórax de Dr. Seuss, Sapiens de Yuval Noah Harari, Un Mundo Feliz de Aldous Huxley o la biografía de Elon Musk escrita por Ashlee Vance. 

Algunos atraídos por el personaje al verlo como un héroe, la mayoría por considerarle enormemente atractivo

Internet había visto la imagen que el FBI había distribuido para facilitar su arresto, la de su sonrisa en el hostal de Nueva York en el que se bajó la mascarilla para supuestamente flirtear con la recepcionista, pero a los pocos minutos de la detención también le vio cenando con sus amigos con una chaqueta azul, con traje en sus fotos del anuario escolar y practicando senderismo sin camiseta.

Algunos atraídos por el personaje al verlo como un héroe —Mangione, según se está narrando la historia, encaja en el arquetipo de “bandido social” descrito por Eric Hobsbawm, por haberse enfrentado a un sistema injusto—, la mayoría por considerarle enormemente atractivo; todos querían más de él. Dieron con su perfil de Tinder, analizaron sus últimas reproducciones en Spotify (Criminal de Britney Spears, Brat de Charlie XCX) y descubrieron las prendas que había guardado como favoritas en la plataforma de venta de segunda mano Grailed. Aplaudieron y compartieron las numerosas fotos que de él se han tomado desde que llegó a la cárcel, en lo que un usuario de X (antes Twitter) calificó como “una sesión de fotos sin fin”. La información sobre el detenido se multiplicó en pocas horas porque miles de usuarios rastrearon sus perfiles en redes sociales hasta que estos dejaron de estar disponibles.

El caso Mangione se podría categorizar como ejemplo del “efecto halo”, que no es otra cosa que la inclinación del público a asocial la bondad al atractivo. Combinado con el bandido social, es carne de mito como lo han sido Robin Hood, Jesse James o más recientemente Jeremy Meeks, aquel ladrón cuya foto policial se convirtió en meme en 2014 y que hoy hace carrera como modelo y tiene más de un millón de seguidores en Instagram. Sin embargo, en este momento particularmente desconcertante de la historia de la humanidad, el fenómeno también es inseparable de una corriente que lleva meses propagándose por la red: la de convertir a determinados hombres en objeto de deseo colectivo. No es un comportamiento nuevo, pero hasta ahora estaba reservado a las mujeres. A ellas, en la actualidad, más que en objeto de deseo se las convierte en objeto de escrutinio: Ester Expósito, Demi Moore o Lindsay Lohan han sido víctimas recientes de ese tratamiento.

El de Paul Mescal, protagonista de Gladiator II, es el caso más evidente, pero los encantos de Jeremy Allen White, de The Bear o Matty Healy, cantante del grupo The 1975, también han sido ampliamente discutidos online. Conocidos como los “rodent men”, se trata de tipos con cara de roedor por tener las orejas grandes, los ojos pequeños y la nariz puntiaguda. En otras palabras, hombres que guardan algún tipo de parecido con Stuart Little o con Remy de Ratatuille que, por no tener físicos perfectos, son considerados todavía más atractivos.

En TikTok, hay usuarios que aseguran estar “reservando el espacio entre las piernas” para Paul Mescal; en X, otros dispuestos a cometer delitos con tal de compartir celda con Luigi Mangione; y en Instagram, quienes declaran querer sentarse encima de Jeremy Allen White. Aunque se trata de hombres distintos y situaciones diferentes, comparten un denominador común: la pasión que despiertan ha convertido el comentario sobre sus físicos en un acto de entretenimiento colectivo, amplificado por cientos de “Me gusta” o superado por chascarrillos que a menudo suben la apuesta de la peor forma. Como si compartir el deseo hacia alguien fuese un catalizador del sentido de comunidad y pertenencia, a finales de 2024, convertir la atracción física en un fenómeno colectivo (con apreciaciones que en muchos casos rozan el acoso) se ha consolidado como una de las tendencias más fuertes del año.

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