Desde que lanzó TFP by Tamara Falcó en 2018 (desde 2022, la línea se desarrolla en colaboración con Pedro del Hierro), la diseñadora ha ido perfilando un universo que mezcla referencias personales, sensibilidad estética y una visión práctica de la moda. En su nueva colección, titulada My Summer Memories, Falcó toma como punto de partida tres destinos con carga afectiva —Venecia, Ciudad de México y las Islas Seychelles— para construir una propuesta dividida en tres líneas, cada una vinculada a una experiencia vivida.
Las prendas, concebidas con una lógica de armario funcional pero atentas al detalle, responden a una idea de elegancia aplicada a la vida cotidiana. “Busco belleza”, afirma, aunque en su caso no se trata de un ideal abstracto, sino de una suma de estímulos concretos: la luz en los canales de Venecia, los contrastes cromáticos en México, el ritmo pausado de un viaje de luna de miel.
Creo que hay lugares que, cuando los visitas, son muy pintorescos. La luz, los colores...”
¿Cómo elige los lugares que inspiran cada línea de esta colección?
Creo que hay lugares que, cuando los visitas, son muy pintorescos. La luz, los colores... Por ejemplo, Venecia tiene una luz muy especial, ¿no? Lo mismo pasa en México. Los colores cambian muchísimo de un sitio a otro. Y luego están las Maldivas, con esos azules tan intensos. A mí me encanta la naturaleza y me dejo llevar mucho por eso.
En general, ¿de dónde parten sus colecciones?
De algo que me haya inspirado, que me parezca bello. Por ejemplo, en México me impresionó la forma en que combinan los colores: rojos con naranjas, con fucsias... Eso en un país más nórdico nunca lo verías. A partir de esa chispa, hablo con el equipo y desarrollamos la colección.

Tamara Falcó y Nacho Aguayo
¿Se guía más por lo visual o también por lo emocional? ¿Tiene recuerdos especiales en esos lugares?
Sí, definitivamente. Cada sitio tiene una carga emocional. En Maldivas, por ejemplo, estuve de luna de miel y fue un viaje precioso. Venecia es distinta. La primera vez fui con mi familia y me fascinó, me pareció como viajar en el tiempo. Recuerdo el hotel, las sábanas de lino, todo muy clásico... La última vez estuve en la Biennale y fue una experiencia completamente distinta: me alojé en casa de unos amigos, los fundadores de Aquazzura, que tienen un piso frente al canal con una visión muy particular de Venecia. Me inspiró muchísimo. Y aunque muchas veces me cuesta entender el arte contemporáneo, me pareció una iniciativa interesantísima.
Dicen que con el arte se conecta con el lado emocional.
Totalmente. A mí me encantan las piezas que me enseñó mi padre. Y mi madre también tenía su colección, sobre todo en los años ochenta y noventa. Era la época de Tàpies, Chillida... colores muy neutros, mucha textura. Creo que eso también me ha influido.

La nueva colección se llama My Summer Memories
¿Nota su evolución como diseñadora?
Sí, creo que a base de repetir vas mejorando. Tuvimos mucha suerte con la primera colección porque, al ser novedad, llamó mucho la atención. Pero ahora hemos crecido mucho como equipo. Nacho (Aguayo, director creativo de la línea de mujer de Pedro del Hierro) sigue liderando, pero ahora me acompaña Rita, con quien tengo una conexión muy especial. Y también Ana Pastrana, que entiende muy bien lo que busca la clienta y nos guía mucho. Porque una prenda puede ser preciosa, pero si no puedes llevar sujetador o no es cómoda, afecta. Queremos que nuestras clientas se sientan guapas, femeninas y a gusto.
¿Ha cambiado la mujer en la que piensa cuando diseñar?
No, la verdad es que sigo pensando en una mujer que se identifica con mi estilo. Me gusta la moda, he estudiado las colecciones, pero no soy vanguardista ni me dejo llevar por lo que se lleva. En el Instituto Marangoni mi profesora me decía que echaba en falta algo más experimental, pero yo no entiendo así la moda. Para mí, lo importante es que te puedas poner algo, que te guste, y que sea útil. Se nota mucho desde la covid, todas buscamos más comodidad. Afecta, por ejemplo, al calzado. Ya no llevamos tanto tacón, y eso cambia la silueta. Queremos prendas más versátiles. Este vestido (dice señalando), por ejemplo, te sirve para un evento o una comida, una merienda o una cena. Es importante que la ropa te acompañe en distintos momentos. En esta colección hay una falda roja larga que me puse para una boda en México. Combinada con un top puede ser muy de alfombra roja, pero también queda perfecta con una camisa. Tiene una textura increíble. Intento que las piezas tengan calidad y duren en el tiempo.

Tamara toma como punto de partida para diseñar: Venecia, Ciudad de México y las Islas Seychelles
¿Ha influido ser diseñadora en su forma de vestir?
Creo que ahora valoro mucho más los procesos. Cuando tenía mi firma sola, dependía de los tejidos ya fabricados. En cambio, con Pedro del Hierro podemos encargar prints, trabajar más a medida. Y eso me ha hecho fijarme más en el trabajo que hay detrás de cada prenda.
Y por último, más allá del clima o los meses... ¿Qué es para ti el verano?
Es mi época favorita del año. Me recuerda a los veranos largos en Marbella, cuando venían mis hermanos. Éramos muchos, con perros, comidas, helados... Me encantaba. Me gusta el calor. Cuando hace frío y está gris, no me apetece ni salir de la cama. Hasta me he comprado unas gafas de luz. Asocio el verano con alegría, con Andalucía, con el surf, el mar, las buganvillas, el pescadito. Es como una forma de vivir más relajada, más feliz. Y ahora siento que ya está cerca. Estos son como los últimos coletazos.