Valenza se esconde en la campiña italiana de la región de Piamonte. Un lugar especial en el que parece que el tiempo se detiene, lejos del frenetismo y el ruido de Milán. Esta pequeña localidad es considerada la cuna de la orfebrería italiana y sus lugareños conocen a la perfección, por vocación y herencia familiar, los secretos de la tradición artesana y el oficio de la producción de joyas. Entre los talleres y fábricas más famosos de la zona, Valenza cuenta con su joya de la corona: la Manifattura de Bvlgari.
Con 33.000 metros cuadrados, esta sede se ha convertido, tras una reciente expansión, en la fábrica de joyería de una sola marca más grande del mundo, un lugar que invita a conocer la magia que esconde el diseño de joyas como las pulseras Tubogas y las gargantillas Serpenti, desmontar mitos e impregnarse de la esencia de esta ancestral joyería romana.
Gargantilla Tubogas de la colección High-Polychroma
Para promover la biodiversidad del entorno, un apicultor local se ocupa de diez colmenas instaladas a lo lejos de la entrada principal. Como pequeñas obreras, un millón de abejas trabajan incansables para producir su miel, una alegoría de cómo se trabaja en el interior de esta fábrica repleta de piedras preciosas. Cada sala y sus respectivos especialistas representan un engranaje crucial en la maquinaria de Bvlgari.
Según Corinne Le Foll, directora general de joyería y alta joyería de la firma de lujo, el vínculo con el atelier y la producción de cada pieza es fundamental: “Valenza es un sitio industrial único, y lo que hacemos aquí representa perfectamente nuestra búsqueda de innovación combinada con la artesanía. Dentro de un entorno muy industrial, trabajamos junto a nuestros orfebres y demás artesanos para alcanzar la excelencia de cada producto”, explica Corinne Le Foll.
Con 33.000 metros cuadrados, esta sede se ha convertido en la fábrica de joyería de una sola marca más grande del mundo
Corinne Le Foll, directora general de joyería de Bulgari
El proceso arranca con el boceto que reciben los técnicos en el departamento de producción. Un ejército de impresoras 3D da vida a complejas estructuras de cera que se rellenan con metal fundido en un horno especial durante 16 horas en la sala dedicada al modelaje. El resultado, un cilindro metálico, sirve de esqueleto para dejar paso al oro en un proceso de apenas dos segundos en el que el material se solidifica y enfría al mismo tiempo. “La forma en que se manejan esos dos segundos marca la diferencia entre una buena y una mala calidad”, explica Nicolo Rapone, director de la Manifattura.
Más allá de las salas de moldeado y producción —tres plantas alrededor de un patio interior de 600 metros cuadrados— se encuentra un área de maquinaria avanzada, control de calidad y otros espacios como zonas comunes y salas de reuniones. Pero el peso pesado del lugar, donde realmente se produce la magia artesanal, está en las islas de los artesanos, entre los que se encuentran orfebres ensambladores, engastadores de gemas y pulidores. Cada orfebre trabaja en su pieza. El proceso de confección puede alargarse semanas dependiendo de la complejidad de cada una. Un vínculo especial entre la pieza y su artesano que te transporta a otro siglo, cuando no existían ni ordenadores ni grandes máquinas industriales.
La colección Serpenti es la más vendida de la firma de lujo
Una de ellas, que lleva trabajando casi cuarenta años en el sector, levanta la cabeza de su mesa de trabajo para tratar de poner en palabras qué hay detrás de su oficio: “Es como tocar el piano, depende de la intención con la que quieras tocar —forte o pianissimo— se ejerce una fuerza u otra. En nuestro trabajo pasa lo mismo, a veces debes usar el pincel y tan solo acariciar la pieza para pulirla porque si eres agresiva si lo presionas demasiado quedará un color completamente distinto”, explica.
Su sensibilidad es precisamente la esencia de Bulgari y la necesidad de preservar su talento, la que da sentido a una de las nuevas zonas de la Manifattura: la Scuola de Bulgari, que completa la formación de la academia de la marca. “La primera promoción de estudiantes comenzará en septiembre, con el regreso a las clases. Nos tomamos muy en serio la transmisión del talento y del savoir-faire de Bulgari, es por ello que el primer paso fue crear la academia en el 2017, donde formamos a jóvenes y aseguramos que desarrollan el nivel de habilidad necesario para representar la excelencia de Bulgari. La Scuola ha sido el paso siguiente natural para construir trayectorias profesionales porque al finalizar la beca, los estudiantes obtienen un título de Bulgari y tienen la oportunidad de elegir en qué maison quieren trabajar. Para nosotros, eso es un gran hito para toda la industria”, explica la directora general.
La Scuola busca ayudar a sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la belleza de este mundo”
La Cascina dell’Orefice, el primer laboratorio de orfebrería de Valenza (1827)
Para Le Foll el relevo generacional no es una preocupación sino un reto y una responsabilidad que hay que preservar: “La transmisión del talento es una gran responsabilidad y nuestro trabajo con la Scuola y las alianzas con otras instituciones busca ayudar a sensibilizar a las nuevas generaciones sobre la belleza de este mundo”.
Ya a pocos metros de la puerta principal, una villa antigua, mitad de madera, mitad de cristal, rompe con la estética industrializada de este edificio que opera al 100% con energía renovable. Se trata de La Cascina dell’Orefice, residencia que perteneció a Francesco Caramora, quien trasladó allí su oficio de orfebre en 1817 tras dejar Pavía y lo convirtió en el primer laboratorio de orfebrería de Valenza. Un espacio en el que se une el pasado y el futuro de la joyería.
