En 1953, Audrey Hepburn y Gregory Peck recorrían las calles de Roma en una Vespa 125 mientras rodaban Vacaciones en Roma. Una película de William Wyler que no solo marcaría un hito en la carrera de Hepburn -le valió el premio Oscar a la Mejor actriz principal-, sino también en su vida personal. Durante la grabación de la cinta, la actriz mantenía una relación con el empresario británico James Hanson, con quien se comprometió en matrimonio.
Para la ocasión, la actriz encargó su vestido de novia al prestigioso atelier romano de las hermanas Fontana. Se trataba de una pieza elegante y sobria: raso color marfil, mangas largas, escote tipo barco y una delicada botonadura en la espalda. Un traje muy acorde a su estilo elegante, minimalista y sofisticado que completó con un largo velo y guantes a juego. La única imagen de Hepburn con ese vestido es de su última prueba en el taller.
.La única fotografía que existe de Hepburn con el vestido de novia de las hermanas Fontana es de su última prueba en el taller, mientras la actriz rodaba la película ‘Vacaciones en Roma
El motivo de la ruptura entre Hepburn y Hanson fue un misterio durante muchos años. Sin embargo, una carta recuperada tiempo después arrojó luz sobre las causas de la separación. En ella, la actriz le confesaba a una amiga cercana: “James Hanson y yo ya no estamos comprometidos. Durante un año pensé que sería posible unir nuestras carreras, pero él debe ocuparse de sus negocios en Inglaterra y Canadá, y yo debo quedarme en el set y luego volver a Hollywood. Sería muy difícil llevar una vida matrimonial normal”. Audrey Hepburn regresó entonces a Los Ángeles, y el vestido se quedó expresamente en Roma. Fue ella misma quien pidió a las hermanas Fontana que se donara a una joven novia que no tuviera los recursos para pagarse uno.
Audrey Hepburn y Gregory Peck en Vespa en una escena de 'Vacaciones en Roma'
La elegida fue Amabile Altobello, una campesina de Borgo Carso que, durante su participación en el concurso Soli contro tutti, contó las dificultades económicas que enfrentaba para celebrar su boda. Las hermanas Fontana, al escuchar la historia, decidieron obsequiarle con el vestido. Décadas más tarde, el traje se convirtió en una pieza histórica y recorrió museos, hasta que en 2009 fue subastado y adquirido por un comprador anónimo por 12.000 euros.
