Tras una separación que coincidió con el fin de su trabajo, Jorge Peña decidió dejar atrás lo material y buscar un sentido más profundo en su vida. Su cambio de rumbo parecía la reencarnación de El monje que vendió su Ferrari: apostó por las segundas oportunidades, convencido de que, al igual que en su propia vida, las cosas podían renacer con un nuevo propósito. Incluso llegó a dejar la calidez y comodidad de su hogar para vivir en el monasterio de Sant Iscle de Vallalta. Así transformó ese momento en el inicio de un proyecto con huella positiva. “Fue ese el momento de emprender: cogí este local desde cero y, con las cosas de mi separación y de mi casa, empecé el negocio. Con mi sofá, mi televisión”, confiesa. Así nació un “laboratorio de ideas”, un espacio único donde se podía encontrar de todo: desde consolas hasta una Harley Davidson, pasando por un coche del ejército. “Tenía ese rollo americano que siempre me ha fascinado”, señala.
En 2013, el intercambio de objetos aún no estaba muy extendido y los prejuicios sobre comprar cosas “usadas” eran todavía fuertes. Wallapop empezaba a asomar justo al mismo tiempo que él iniciaba su aventura. “El primer año fue difícil. Era joven, inexperto y me enfrentaba a todos los obstáculos propios de emprender. Al principio, no tenía el negocio completamente definido ni estaba seguro de que fuera a funcionar. Solo sabía que quería crear algo con impacto positivo y que pudiera retribuir a la sociedad”, recuerda.
Al principio, no tenía el negocio completamente definido ni estaba seguro de que fuera a funcionar”
Para 2017, el laboratorio ya estaba funcionando, pero el negocio debía empezar a ser rentable. “Un amigo me comentó que lo que estaba funcionando para que los negocios triunfasen era la especialización. Entonces decidí centrarme en bolsos. Vi que su venta tenía más efecto”, detalla. Pero el emprendedor, antes de lanzarse, hizo un estudio de mercado: “Fui a un Cash Converters y a tiendas de bolsos para entender los diferentes sistemas de compra: depósito, compra directa e intercambio.” Además, a medida que pasaba el tiempo, tomó conciencia en que, muchas de sus clientas no solo le traían bolsos, también joyas. Por eso han creado cerca, en la calle Provenza 188, Keway Gold, inaugurada hace apenas escasos meses.
Dentro de todo este mundo sostenible, Jorge Peña busca que todo funcione dentro de una economía circular. “Queremos que todos los procesos se generen en esos mismos puntos, eliminando la contaminación del transporte. Además, son puntos estratégicos como Madrid, Barcelona o Puerto Banús, donde sé que puedo abastecerme de productos, y que algunas de esas compras terminen llegando a nosotros, generando economía circular”, sostiene.
Y, aunque la tienda principal se encuentra en el corazón de Barcelona, Keway Bags cuenta con sedes en Madrid, Roma y Puerto Banús, adaptándose a las distintas demandas de los clientes en cada ciudad. En la capital, por ejemplo, la oferta de bolsos es más exclusiva y cuidada hasta el más mínimo detalle. “Barcelona es una ciudad cosmopolita; Madrid, en cambio, es mucho más detallista, especialmente en el barrio de Salamanca, allí todos van bien vestidos”, explica. “Loewe está especialmente cotizado en Madrid, sobre todo el modelo Amazona. En Barcelona, la demanda se centra más en Louis Vuitton, y en Roma, sorprendentemente, Fendi es la firma más buscada, a pesar de ser italiana”, añade.
Jorge Peña es el artífice de Keway Gold y Keway Bags
Centrándonos en el perfil de sus clientes, los turistas -especialmente los asiáticos- buscan bolsos vintage exclusivos, como un Chanel de los años setenta. En caso de que no contasen con ese ejemplar en esa tienda, ofrecen un servicio urgente: “Si un cliente de Madrid quiere un bolso que está en Barcelona, puede recogerlo en 24 horas.” Además, basta con echar un vistazo en el buscador para darse cuenta que los precios que ofrecen son muy competitivos. “Incluso, si eres un poco listo, puedes comprarnos un bolso y venderlo en el mercado americano y obtener beneficio”, bromea.
Respecto a la inversión, Jorge Peña recomienda “apostar por bolsos vintage como un Chanel 2.55, un Louis Vuitton Neverfull o un Speedy, ya que su valor seguirá aumentando con el tiempo”. En cambio, no aconseja un Birkin vintage, “porque aunque su precio se duplica al salir de la tienda, en el mercado de segunda mano se abarata y no resulta rentable”, basta con hacerse con un Birkin comprado en boutique que, en cuanto le quites el primer plastiquito, su valor de reventa tiende a caer al precio de coste, otra vez.
Los bolsos 'vintage' de segunda mano como inversión
Pero más allá del valor económico, Jorge Peña cree que “las marcas sirven para mimetizarte con el perfil con el que quieres relacionarte”. También le otorga importancia al vestir desde el criterio y la coherencia. “No tiene sentido ir con un bolso de marca al mercadillo. A mí no me verás con un Rolex por el monasterio”, cuenta.
Y aunque haya debate entre si comprar solo por cuestión meramente estética, al invertir en bolsos de lujo vintage, jamás habrá pérdidas, ya que la calidad de estas piezas, les permiten entrar en constantes procesos de circularidad y reciclaje. “Cuando compras una marca estándar, aunque tenga calidad, no tienes esa garantía. Aquí tenemos bolsos de entre 40 y 70 años que siguen estando de moda”, subraya. “Ya adoptamos bolsos con esa idea de que sean verdaderas herencias, piezas que algún día puedan convertirse en la herencia de tu hija”, afirma.
Ya adoptamos bolsos con esa idea de que sean verdaderas herencias, piezas que algún día puedan convertirse en la herencia de tu hija”
En cuanto a la autenticidad, un factor que echa para atrás a muchos a la hora de adentrarse en el opaco mundo de la compra de bolsos de lujo de segunda mano, Jorge Peña lo tiene muy claro: “Aquí usamos Entrupy, la tecnología más fiable del mundo, con un 97-98% de acierto. Además, realizamos formaciones internas y contamos con un equipo siempre conectado para resolver cualquier duda o alerta nueva”.
Pero las falsificaciones, al igual que la tecnología, son cada vez más sofisticadas. “La última moda es copiar hasta el chip de Louis Vuitton. Un día me llegó un bolso sin date code. Miré el olor, el tacto, las costuras… todo cuadraba, pero el código no aparecía, así que lo descarté. Luego descubrimos que Louis Vuitton había dejado de usar date code y que ahora solo ponían chip. Al principio confiamos en esos chips, hasta que nos llegó otro modelo con chip que tenía indicios de falsificación. La app NFC marcaba un código, pero Entrupy confirmó que era falso. Esa es la nueva forma de falsificar”, revela.
Para detectar falsificaciones utilizan Entrupy, la tecnología más fiable del mundo, con un 97-98% de acierto
Por eso, la selección de firmas que aceptan es muy rigurosa y especializada. “No aceptamos Bimba y Lola, Marc Jacobs ni Michael Kors. Solo Gucci en adelante.” A pesar de ello, en ocasiones se ven obligados a contemplar las liquidaciones. Jorge Peña lo explica así: “Cuando tenemos bolsos de uno o dos años que no encuentran a su persona, a veces perdemos dinero. También suelo tener muchos detalles con las clientas: si alguien ha comprado varias cosas, a veces le regalo una bandolera.”
Por lo que hace a las tendencias, Miu Miu está pisando fuerte y se posiciona como uno de los bolsos más demandados, algo que antes no ocurría, al igual que otros modelos de Louis Vuitton. “Miu Miu está pegando fuerte; antes no estaba tan cotizada y ahora sí. También se buscan mucho el Speedy bandolera, el Croissant de Louis Vuitton e incluso las Keepall, que mucha gente usa para el gimnasio”, revela.
Solo aceptan bolosos Gucci hacia adelante
Sin embargo, dentro de este panorama de lujo y subastas, el reciente récord en puja del Birkin de Jane Birkin por 8,6 millones de euros ha dado mucho que hablar. También entre los más expertos. “Me pareció una burrada, pero hay muchos mundos, muchos bolsillos, y ese bolso era el primero, el más exclusivo. Lo supieron publicitar bien y eso hizo que captase la atención de ciertos bolsillos”, afirma.
Precisamente hablando de subastas, Jorge Peña y su equipo han dado un paso importante en este terreno. “Toda esa atención nos ha ayudado mucho. Aunque yo ya había hecho subastas de bolsos antes. Vi El Gran Gatsby y, como en Barcelona había uno, decidí organizar una subasta de bolsos allí. Ahora hemos creado Pop Auction, una plataforma de subastas dirigida a espacios especializados como Vintage Bar y Cotton Vintage, que pueden crear sus perfiles y ofrecer la experiencia de subastar sus productos en directo, manteniendo ellos mismos el control total del proceso. El 4 de diciembre realizaremos una en este mismo local”, adelanta. Así, Keway Bags se suma a la nueva ola de venta exclusiva y dinámica que las subastas suponen para el mercado de lujo de segunda mano.
En cuanto a la calidad de los bolsos de lujo antiguos frente a los actuales, sí se presentan ítems notorios. “Hemos notado que la lona de Louis Vuitton es más fina. En cambio, Bottega Veneta y Loewe no han bajado ni un ápice la calidad de sus bolsos. Lo sé porque los toco a diario”, aclara Cristina, especialista de la boutique de Madrid. Esta observación explica por qué cada vez más personas optan por bolsos vintage, ya que la calidad y la artesanía de estas piezas las hacen especialmente valoradas, impulsando así su creciente popularidad en el mercado de segunda mano.
Por último, y como broche final de la entrevista, el fundador adelanta sus planes de expansión internacional. “A finales de 2026, tengo previsto inaugurar la próxima tienda en el corazón de Milán, la capital de la moda”, manifiesta. Con esta esperada apertura, Keway Bags seguirá extendiendo su presencia en las principales capitales europeas, consolidándose como un referente en bolsos de lujo de segunda mano con huella positiva.
