Han pasado cinco años desde que Milena Smit (Alicante, 1996) se sacudiera la oscuridad en una tarde difícil para enviar un selftape a una agencia de casting que le cambiaría la vida. Llegó No matarás de David Victori, con nominación al Goya y, al poco, Pedro Almodóvar la reclamó para su Madres paralelas. Cayó otra nominación. Despegó tan fuerte que tuvo que parar, un ejercicio que la ha ayudado a ejercer la profesión y abrazar la vida de la manera en que ella quiere. Por el camino ha habido otros títulos como Libélulas –Biznaga de Plata a la Mejor Interpretación Femenina en Málaga– Tin & Tina y El hoyo 2. Ahora estrena La chica de nieve 2: El juego del alma, que llega a Netflix el próximo 31 de enero, donde se reencuentra con su personaje, la periodista Miren Rojo, que se entrega en canal a un caso macabro.
¿Hacemos balance de estos años?
Ha sido un proceso curioso, porque he tenido etapas de amar la profesión y priorizarla por encima de todo, incluso de la salud; de darme cuenta de que no era lo mejor y volver a priorizarme a mí; de desencantarme y de volver a ilusionarme. Estoy descubriendo que la profesión también va de crecer con ella, de darte cuenta de que, al igual que nos marcamos límites para sentirnos cómodos y seguros, también hay que hacerlo con la profesión para que no te coma la presión, la inseguridad, la insatisfacción o la sensación de imperfección constante… Que hay que ser más amable con una misma y sentirse orgullosa del proceso.
No podía disfrutar de nada porque estaba saturada y necesitaba ese espacio para reconstruirme”
Entonces, ¿ha ganado la batalla al síndrome de la impostora?
¡No sé si eso es posible en este oficio! Para mí ha sido imprescindible hacer un trabajo terapéutico para poner el foco en mí misma y no tanto en las críticas, el machaque emocional o si lo estoy haciendo bien o mal… Hay momentos, inevitablemente, en que la inseguridad está más fuerte. Cuando el síndrome de la impostora se me activa, siento que me bloqueo mucho para hacer mi trabajo y eso me genera mucha presión. Entras en ese bucle o círculo vicioso. Va por fases, según también cómo estés a nivel emocional.
Hubo un momento en que necesitó parar. Lo hizo…
¡Es que, si no paraba, me moría! Era completamente insostenible seguir en esa rueda cuando mi cabeza y mi cuerpo lo único que me estaban diciendo era que les diera un respiro. No podía disfrutar de nada porque estaba saturada y necesitaba ese espacio para reconstruirme y asimilar muchas situaciones que eran completamente nuevas. Ahora, siempre intento tener algo de tiempo entre un proyecto y otro para poder separarme de una cosa y entrar en la otra. Y, sobre todo, para que Milena también descanse. Es el mejor consejo que me dieron y el que me gustaría dar a cualquiera que se dedique a esto.

Milena Smit en 'La chica de nieve 2'
¿De la salud mental habla A pesar del vértigo, su libro?
Es el tema con el que más comprometida me siento. Quiero darle voz en una conversación de tú a tú, a través de un libro o aprovechando mi altavoz como personaje público. Han aumentado una barbaridad los casos de ansiedad, sobre todo, entre los jóvenes. Yo estoy en una situación privilegiada en la que puedo permitirme ir a terapia y hacer el trabajo necesario para encontrarme mejor con mi ansiedad o mis ataques de pánico, pero hay mucha gente que no se lo puede permitir. Hay que ayudar a que esta situación se regule y haya cada vez más recursos.
Empezó su trayectoria al revés: de Almodóvar al resto de proyectos…
Esto siempre va a ser una suerte, porque empecé con la mejor lección de cine posible. Mi amor hacia Pedro es completamente incondicional y me siento tan honrada y privilegiada de haber podido formar parte de su filmografía y de haber aprendido tanto, sobre todo al principio, cuando no sabes nada. Tiene una manera muy única de rodar que no he vuelto a ver en el resto de proyectos.
Para mí ha sido imprescindible hacer un trabajo terapéutico para poner el foco en mí misma”
Vuelve La chica de nieve. ¿Con una Miren Rojo menos rota?
Se nota en ella que ha habido un proceso, que se ha ocupado de sus traumas y ha encontrado la forma de poder sobrellevarlos. Hasta que aparece un caso que le toca muchas heridas y vuelve a avivarlos. Esas brasas se convierten en un fuego muy característico de Miren que a mí me encanta: cómo lucha y toma la justicia por su mano, aunque acaba metiéndose en unos follones que la dejan en situaciones como la del final de la temporada, que creo que va a sobrecoger.
¿Usted es tan obsesiva como ella?
¡Por suerte, no! Siento que yo he podido trabajar mejor los límites que, a veces, tengo que poner conmigo misma, pero entiendo que lo que a ella le han hecho se ha convertido en el motor de su vida y que no quiere que le pase a nadie más. Esa obsesión está muy representada en el “almacén de las niñas perdidas” que tiene: cientos de casos de mujeres desaparecidas que han sido violadas, torturadas, asesinadas… Si pudiera darle un consejo a Miren, sería que se centrase en trabajar los límites con ella misma para no mezclar sus heridas con los casos que se le cruzan.

La actriz comparte que a lo largo de su carrera se ha dado cuenta de la importancia de parar, escucharse a uno mismo y poner límites
El estreno de la serie dejó el listón muy alto. ¿Da más vértigo ahora?
Siempre da vértigo… La chica de nieve es un best seller de Javier Castillo y Miren es un personaje muy amado por los lectores, pero nunca vas a contentar a todo el mundo. Cuando se estrenó la serie, recibí mensajes muy bonitos y otros horribles. Estoy muy motivada con esta segunda temporada, me encanta el guion y el elenco está increíble, pero no te voy a negar que sienta ese vértigo, no porque funcione o no, sino por tener que volver enfrentarme a esos mensajes tan hirientes y feos.
¿Se encaja o la encajan en personajes atormentados?
Siento bastante debilidad por ellos porque siempre he encontrado un tema del que me ha interesado hablar, pero me encantaría hacer una comedia romántica. A lo mejor luego me vuelvo, otra vez, al thriller, el drama o el terror, pero me encantaría contar una historia bonita donde brille el amor y no el sufrimiento.
Mi amor hacia Almodóvar es completamente incondicional”
A las puertas de los Goya, ¿toca reivindicar el #MeToo?
¡Por supuesto! Cada vez que sale un caso es una tristeza muy profunda, pero tiene también ese sabor agridulce de “menos mal que se ha contado”. Como mis compañeras, quiero hacer un llamamiento a los hombres para que nos apoyen cuando estén presentes en una situación así y no miren hacia otro lado. A veces podemos quedarnos paralizadas y no saber cómo actuar, pero ellos pueden echarnos un cable.
¿Tiene un mantra de vida?
Cada vez que me siento como metida en un agujero negro donde no veo la luz y busco por todas partes un rayito, pienso: “Esto también pasará”. Y así ha sido siempre. Ahora estoy aprendiendo otro nuevo que me ha enseñado mi mejor amiga: “Te tengo”, mientras te abrazas a ti misma. Me parece muy bonito.
¿Cuál es su sueño personal más grande?
Vivir en un entorno apartado de la ciudad. Me he criado en un pueblecito frente al mar y me encantaría, de cara a tener hijos, darles la oportunidad de una infancia tranquila y rodeada de naturaleza. También sueño con desarrollar un proyecto laboral relacionado con la terapia y todo este ambiente de calma. Hay más cosas que me interesan, aparte del cine. En su momento, todo esto llegará y me hará muy feliz.
My favorite things
Una actriz admirada. Penélope Cruz. La quiero, además, muchísimo.
La canción perfecta. Bohemian Rhapsody, lo tiene todo.
Un libro de cabecera. La casa de la fuerza de Angélica Liddell. Lo tengo subrayado entero.
Un viaje inolvidable. El primero que hice en furgoneta. Con mi pareja, perdidos en cualquier parte.
Un placer cotidiano. Cocinar, me sale muy bien el pollo con piña y arroz al curry.
Fotografía: Enanei. Maquillaje y peluquería: Rebeca Trillo. Estilismo: Freddy Alonso