Carmen Lomana: “En este país si tienes dinero, aunque lo hayas trabajado, hay que castigarte”

Protagonista

En 'Pasión por la vida', su primer libro de memorias, repasa una vida de pérdidas, reinvenciones y frases que dan titulares. Lo hace a su manera: sin pedir permiso y sin corregir el tono

La empresaria durante la sesión fotográfica

La empresaria durante la sesión fotográfica

Carlos Puig Padilla

Carmen Lomana tiene problemas de agenda. No porque le falte tiempo, sino porque todos la quieren para opinar, para criticarla, para escucharla. Controvertida y solicitada a partes iguales, es inseparable del punto de vista que le da el lugar que ocupa en el mundo.  Ha publicado ya tres libros, pero solo en el último -Pasión por la vida, lanzado en enero- se atreve a escribir y reescribir su vida con sus propias palabras.

En los medios se ha dado mucho espacio a las partes del libro en las que habla de sexo.

Como si fuera escandaloso que una mujer hable de su vida íntima con naturalidad. He sido sensual, sí, pero nunca vulgar. Y lo he vivido con libertad, sin obsesión. Lo que me extraña es esa hipocresía. Parecen tan modernos, tan abiertos... pero basta que digas que perdiste la virginidad en tal sitio o que un amante te pidió ir sin ropa interior para que se escandalicen. ¿Qué se creen? ¿Que he vivido como una virgen vestal?

La empresaria sosteniendo su libro

Carmen sostiene su libro

Carlos Puig Padilla

¿No debería llamar más la atención su episodio de violencia obstétrica y cómo le afectó no poder ser madre?

Sí. Fue el golpe más bestia de mi vida. Me desperté de la anestesia y escuché al médico decir que me había quitado las dos trompas “por si acaso”. Ni me lo explicó. Lo oí medio dormida, y me dio tal shock que estuve días sin poder hablar. Nadie entendía qué me pasaba, ni siquiera mis padres. Fue una catarsis total. Ahí murió una posibilidad, una parte de mí.

Y después perdió a su marido.

Sí. Primero perdí la maternidad, luego al hombre que más he amado. Fue un duelo doble. Pero él me sostuvo en vida: cuando le dije que no podía tener hijos, me contestó que lo que más deseaba era estar conmigo, aunque fuera como novios toda la vida. Esa frase me salvó un poco.

Carmen Lomana se decanta por una blusa de lunares para la sesión fotográfica

Carmen Lomana se decanta por una blusa de lunares para la sesión fotográfica

Carlos Puig Padilla

¿Cómo se superan los golpes?

Me ayudó tener una infancia feliz, haber aprendido a estar sola. Desde pequeña me gustaba encerrarme en mi cuarto a inventarme mundos. Esa imaginación me salvó. Pero no fue fácil: me dolía ir a cenas donde solo se hablaba de biberones, me sentía una proscrita. A veces pienso que Dios sabe por qué hace las cosas. Como viuda, la soledad me dio libertad. Aunque suene fuerte, creo que con hijos habría sufrido aún más.

¿Y cómo llenó el vacío?

Con trabajo. Siempre he sido muy mental, muy fuerte. No soporto darme pena. Y con el tiempo entendí algo esencial: no puedes poner tu felicidad en otra persona. Tu bienestar tiene que depender de ti. Y yo, aunque parezca contradictorio, he amado mi soledad. Me gusta estar sola, siempre me gustó.

Tu bienestar tiene que depender de ti. Y yo, aunque parezca contradictorio, he amado mi soledad. Me gusta estar sola, siempre me gustó”

Carmen Lomana

¿Teme a algo?

Sí, claro. Estar enferma. Envejecer mal. Verme fea, encorvada, deteriorada. El otro día le decía a Sandra, mi empleada: “Voy a ser insoportable”. Porque no voy a soportar no reconocerme, sentir que ya no soy yo. Me da igual que me digan que soy simpática o inteligente, yo quiero seguir siendo como he sido siempre. Que me digan: “Para tu edad estás bien” me repugna. ¿Estoy bien o no? ¿Qué es eso de para tu edad? Es ofensivo.

¿Lo piensa mucho?

A veces. Cuando me duele algo, me entra el miedo. Y digo: “Voy a ser una vieja odiosa, insoportable”. Porque no me aguantaré así. He dejado por escrito en un testamento vital que no me mantengan como a un vegetal.

De todo lo dicho sobre usted, ¿qué le ha hecho más daño?

Las mentiras. Que si me casé con un viejo de 80 años, que si le quité el dinero, que si era traficante de armas... Guillermo tenía un año más que yo y era diseñador industrial. ¿Y sabes qué me duele más? Que viene de mujeres. Mujeres que se dicen amigas y van por detrás saboteándote. Eso pasa mucho en ciertos círculos cerrados.

La empresaria posando mirando a través de la ventana para la sesión fotográfica

La empresaria posando mirando a través de la ventana para la sesión fotográfica

Carlos Puig Padilla

Y en la sociedad a la que llegó en Madrid.

Totalmente. Había una sociedad, ellos mismos se llaman la vieja España, que no hay quien la aguante. Y luego había otra sociedad que nos lo pasábamos muy bien. Entré en ella a saco, como dicen, pero pagando mis cenas, mis fiestas, siendo generosa. En este país, si tienes dinero, aunque lo hayas trabajado, hay que castigarte. Pero si eres viuda y no eres una gorrona, también molestas.

¿De qué se siente más orgullosa?

De haber ganado mi dinero, de no depender de nadie. Eso me da libertad. Me hace feliz trabajar, tener horarios, obligaciones. He vivido años sin trabajar, solo viajando y comprando, y no me llenaba. Ahora me levanto a las seis, voy a la radio, opino. Y me siento viva.

No voy a dejar de decir lo que pienso solo por agradar. Vivir con miedo a opinar es agotador”

Carmen Lomanaempresaria

Todo lo que dice tiene eco, ¿por qué genera tanto revuelo?

Porque vivimos en una época en la que cualquier cosa se convierte en noticia. Si no repites el discurso políticamente correcto, si te sales del guion, eres polémica. Yo opino como mucha gente, pero como lo digo yo, suena más fuerte.

Pero nada le frena.

Jamás. Desde joven he tenido criterio, y eso para mí es fundamental. Me he informado, he leído, he pensado. No voy a dejar de decir lo que pienso solo por agradar. Vivir con miedo a opinar es agotador.

Lomana dejando por escrito una nota en uno de sus ejemplares

Lomana dejando por escrito una nota en uno de sus ejemplares

Carlos Puig Padilla

¿Molesta lo que dice o cómo lo dice?

Es el tono. El humor. La ironía. No todo el mundo lo pilla. A veces me paso, claro. Y si me doy cuenta, pido perdón. Pero nunca hablo con maldad. Me puede la espontaneidad.

¿Se arrepiente de algo que ha dicho?

No suelo arrepentirme. Suelo hacer lo que creo que toca en cada momento. El arrepentimiento solo sirve si sabes que has hecho daño. Y si lo he hecho, lo siento y lo digo. No soporto la idea de herir a alguien gratuitamente.

¿Cómo concilia esa idea con el hecho de que a veces sus opiniones ofenden?

Vivimos en la era de los ofendiditos. Pero normalmente, cuando digo algo, es lo que piensa la mayoría. Aunque no se atrevan a decirlo. Puede sonar vanidoso, pero así lo creo.

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