Estamos tan cansados de oír hablar del modo de envejecer de las mujeres y ver cómo se celebra el permiso social a la arruga y la cana, que nos da hasta vergüenza empezar hablando de ello. Pero tampoco querríamos eludir el tema de que Andie MacDowell da en cada una de sus apariciones, una lección antimirada patriarcal: su melena salvaje, rizada y gris, sus cejas apenas trabajadas y sus arrugas (tan estupendamente bien colocadas) arrebatan a la concepción de la belleza machista y fóbica del tiempo toda credibilidad. La belleza es esto, dice cada vez que pasa por una alfombra roja, aunque no diga nada. Ese aire de libertad surgió también durante esta entrevista porque de forma natural se puso a hablar de su famosa hija Margaret Qualley, aunque a nosotros nos habían eliminado todas las preguntas en que aparecía.

Andie MacDowell
¿Cómo vive la presencia en los festivales de cine y las alfombras rojas después de tantos años de profesión?
Para mí es siempre un honor acudir. Y es genial dejarme cuidar, en cada uno de ellos, por las firmas que me peinan y maquillan (L’Oréal Paris) y vestirme con maravillas de la moda. Me encanta bajar las escaleras o recorrer las alfombras así… creo que lo aprecio mucho más ahora y me divierte más, que al principio.
¿Recuerda las primeras veces?
Lo que está más en mi cabeza fue la primera vez que fallé al festival de Cannes porque acababa de tener un bebé. Creo que si tuviese la mentalidad que tengo ahora, hubiera estado ahí. Porque ahora me da igual lo que piense la gente o lo que diga. Pero entonces tenía mucho miedo a la crueldad de los comentarios sobre mi cuerpo y no me atreví a exponerme solo porque estaba muy grande después de haber tenido a mi hija. Me da mucha pena haber fallado por ese motivo. Además estaba invitada por una película muy guay, Sexo, mentiras y cintas de vídeo.
“Tras parir no fui a Cannes porque me veía gorda; con la mentalidad que tengo ahora, hubiera estado ahí”
Usted ha cambiado en ese sentido, ¿y la industria del cine también?
Sí, y en eso tengo que decir que L’Oréal ha sido muy proactiva: ha fomentado la visibilidad de todas las mujeres con sus diferentes colores de piel, con la forma y tamaño de cuerpo real y apostando por la belleza personal e individual. Estoy muy orgullosa de eso. Pero también le puedo decir que mejor que nos olvidemos de las estadísticas que comparan a las mujeres con los hombres: los números de las mujeres son mucho más bajos todavía, porque los hombres han dominado el negocio durante todo el tiempo. Recuerdo a Nora Ephron contándome lo difícil que era trabajar en esta industria y cómo tenía que ser o actuar como un hombre para sacar sus proyectos adelante. Es vergonzoso que encontremos dificultades para desarrollar nuestra creatividad. A mí ahora me ocurre lo contrario: me da ansiedad cuando no hay muchas mujeres en el set. Si te ves rodeada de hombres en el trabajo, algo no va bien.
¿Han cambiado también los estándares de belleza?
Creo que ahora las mujeres tenemos más poder. Hemos cambiado nuestros objetivos, ya no queremos estar superflacas, sabemos que todas las tallas tienen su belleza. Y la gente se está reeducando gracias a eso, ahora sabemos que es inapropiado que nos hagan comentarios sobre el cuerpo. A mí me siguen haciendo preguntas raras de vez en cuando, pero creo que hemos avanzado mucho.

De L’Oréal Paris. Brow Lamination (16,99 euros). Cool Silver tratamiento matizador de canas (8,90 euros). Lumi Glotion (12,99 euros). Labial Color Riche (16,07 euros).
¿Se siente más sabia y feliz ahora?
Sí, definitivamente soy más sabia. Pero la felicidad es algo difícil de capturar, y no se puede forzar. Sí diría que ahora me resulta más fácil ir por la vida. La experiencia es importante; si pudiera poner mi cabeza de ahora en mi yo más joven, sería muy peligrosa. Sería capaz de lograr muchísimas más cosas.
¿En qué sentido nos volvemos mejores personas con el paso de los años?
Mmmm, creo que empezamos a entender el valor de la vida, las cosas pequeñas. Reconocemos la verdadera belleza, que no es la perfección. Y apreciamos mucho más el simple hecho de estar vivos.
Si pudiera poner mi cabeza de ahora en mi yo más joven, sería muy peligrosa y capaz de lograr muchísimas cosas”
De su larga carrera, ¿qué personaje se ha quedado a vivir con usted?
(Se ríe). He sido muy afortunada, he podido interpretar a muchos personajes. Me gusta el de mi hija en Maid (serie en la que la actriz interpreta el papel de madre de su propia hija Margaret), y trabajar con ella fue una gran experiencia. Fue muy interesante y divertido verla siendo capaz de proyectar verdad y honestidad en su papel, el de hija de una madre con problemas de salud mental. Disfruté mucho con un personaje que casi nadie ha visto. Se llama Big Cat (en Pacto de sangre), y me encantó hacer de una malísima persona, porque está fuera de lo que suelen proponerme. Me encantan las comedias románticas y he disfrutado con mis personajes en todas. Ahora estoy interpretando a una matriarca en una serie de televisión (Camino a casa) con mucha audiencia. Y me está divirtiendo mucho también.
¿Cómo piensa ahora en esa película que impulsó su carrera, Sexo, mentiras y cintas de vídeo?
Todo el proceso fue encantador. Steven tenía 27 años, era muy joven. Yo estuve muy tranquila porque teníamos todos una relación cercana, nos sentíamos a gusto unos con otros y además solo éramos cuatro. Fue muy guay, pero yo no tenía ni idea mientras rodábamos de lo bueno que era lo que estábamos haciendo, de lo mucho que iba a afectar al público, ni de los millones de dólares que iba a recaudar. Cuando la vi, la amé, y estoy muy agradecida por haber tenido la experiencia de ver cómo todo el mundo la amó también.
Sus esenciales
En la playa Cada día me pongo una crema solar que se absorbe muy bien. Me gusta añadir un producto que da un brillo muy bonito: queda la piel como radiante y saludable. Cuidado del pelo Uso un champú y un acondicionador morados que cuidan el color plata Un básico Me gustan los lápices de cejas, que hay que cuidar más cuando vas envejeciendo La mejor sonrisa Me encantan
las barras de labios
Este año celebra su 40.º aniversario con L’Oréal, ¿Qué significa ser su embajadora?
Sí, así es. Lo he analizado mucho y creo que lo que me ha dado personalmente es fuerza, me ha ido haciendo recordar mi valor y esfuerzo, me ha ayudado a sentirme mejor conmigo misma, a dejar de preocuparme tanto por cómo me juzguen, a tener en mi cabeza ese mantra de “porque tú lo vales”. Y el hecho de compartirlo con otras personas te da aliento y reconocimiento. He tenido tres bebés mientras estaba con contratos, y he vivido tiempos duros con mis dos divorcios. Estoy muy orgullosa de trabajar con una marca que envía mensajes a las mujeres para que se sientan bien en todas esas situaciones. Creo que lo que hay detrás de las palabras “yo lo valgo” ha sido una parte muy importante de mi vida. Y tú también lo vales (risas). Es un eslogan que tiene 50 años y sigue vigente.
¿Cuáles son sus esenciales de autocuidado?
Como vivo cerca de la playa, cada día me pongo una crema solar que se absorbe muy bien. Me gusta añadir un producto que da un brillo muy bonito: queda la piel como radiante y saludable. Para cuidar mi pelo uso un champú y un acondicionador morados que cuidan el color plata. Me gustan los lápices de cejas, esto es algo que creo que hay que cuidar más cuando vas envejeciendo quedando eres joven. Y me encantan las barras de labios.