Como “un hito para la arquitectura enológica contemporánea” se ha inaugurado la nueva bodega del Grupo Roda en la DO Ribera del Duero, en La Horra (Burgos). El director general del Grupo Roda, Agustín Santolaya, afirma que “Carme Pinós captó de inmediato nuestra filosofía y ha diseñado una bodega que permite extraer cada matiz de este territorio con delicadeza: utilizando la gravedad, la temperatura natural del subsuelo y el movimiento del aire a través de zarceras que recuerdan a las antiguas bodegas de los dos pueblos de la zona”. Todo esto, añade, lo hizo “con una belleza increíble, en un conjunto arquitectónico que a veces parece que no existe y otras deja una impronta imposible de olvidar”.
Lo comparan con un monasterio. Mario Rotllant, el presidente del Grupo Roda, no duda cuando afirma que la nueva bodega “es una máquina perfecta para hacer vino de alta calidad”.
Se ha inaugurado la nueva bodega del Grupo Roda en la DO Ribera del Duero, en La Horra (Burgos)
Por su parte, la arquitecta y premio Nacional de Arquitectura 2021 Carme Pinós explica que el encargo de Bodegas La Horra, que es la primera que ha proyectado, fue “un reto maravilloso”. Ha querido crear un edificio dentro de un paisaje. Añade que “mi idea es que la arquitectura forme parte del entorno sin imponerse”. Y dice que “me he inspirado en la historia de la construcción de las bodegas en esa zona y gracias a eso he llegado a hacer un proyecto coherente con la identidad del lugar”.
La nueva bodega se ha construido al borde de un pinar, en la parte norte de la finca ocupando 4.700 metros cuadrados, que se destinan desde la cosecha del 2024 a la elaboración, la crianza en barrica y al botellero, así como a una zona con wine bar y de exposición y venta directa. Las naves existentes anteriormente sirven ahora como centro logístico y área de expedición. Se han excavado 30.000 metros cúbicos. La inversión total en la obra, instalaciones y equipamiento ha sido de 9,5 millones de euros.

Mario Rotllant conversando con su amiga Carme Pinós en un viñedo viejo, con la nueva construcción de Bodegas La Horra de telón de fondo
La nueva bodega se ha presentado como “una obra sobria y elocuente”. Ha sido excavada parcialmente en una ladera orientada al sur. Su integración en el paisaje se basa en el esquema tradicional de las bodegas subterráneas de la Ribera del Duero. En estas bodegas históricas, algunas de las cuales han sido restauradas, se mantenían unas condiciones de temperatura y humedad constantes a lo largo del año y con independencia de la climatología del exterior.
De hecho, en la nueva bodega proyectada por Carme Pinós Desplat se trabaja con aerotermia. Es uno de los elementos clave del proyecto. Su sistema de ventilación pasivo se ha inspirado en las zarceras tradicionales: chimeneas verticales que permiten renovar el aire y regular la humedad sin necesidad de maquinaria. Este enfoque, junto a la instalación de energía solar y el uso de materiales sostenibles para la construcción como el viroc (un tipo de panel compuesto elaborado mediante la mezcla de partículas de cemento y madera) y el hormigón encofrado con cañizo, permite reducir al mínimo la huella de carbono.

Exterior de la nueva construcción de Bodegas La Horra
La cubierta, en forma de gran teja invertida de hormigón visto, se adapta a las curvas de nivel del terreno y acoge un jardín de plantas autóctonas. Al sur, la bodega se despliega en estratos y rampas que favorecen la vinificación por gravedad y ofrecen “una experiencia espacial fluida tanto para el equipo técnico como para los visitantes”. Desde el estudio de Carme Pinós se manifiesta que “casi se podría decir que el proyecto hace una simbiosis con la tierra”. La primera piedra se colocó a finales de mayo del 2023. Queda pendiente completar la jardinería que rodeará a la nueva construcción y la plantación de nuevos viñedos el próximo año.
Como explica en una entrevista concedida al Magazine de La Vanguardia, todo empezó en el 2019, participando en una barbacoa en Bodegas La Horra, junto a una vieja encina, disfrutando de los vinos de Bodegas La Horra armonizados con unas chuletillas de lechazo al sarmiento. Allí quedó “maravillada” desde un primer momento por este paisaje castellano. Vio inmediatamente el lugar donde quería construir la bodega semienterrada e hizo los primeros croquis y maquetas. Pero la pandemia frenó el proyecto. La arquitecta barcelonesa reconoce, sin embargo, que “cuando me ponen un proyecto por delante no puedo aguantarme”. Estuvo “nerviosa por empezar” desde un primer momento.

Carme Pinós posando en la entrada de la nueva bodega de La Horra
Carme Pinós es amiga del presidente del Grupo Roda, pero más aún de su esposa, Mahala Alzamora, la fundadora y directora de Mahala Comunicación y Relaciones Públicas. Ambas se conocieron en el parvulario. Con Mario y Mahala lleva ya 11 años haciendo una excursión, compartiendo el camino de Santiago con un grupo “muy bien avenido”. A lo largo de los años les ha ido mostrando diversas de sus obras.
Nunca imaginó que proyectaría una bodega, a pesar de que asegura que “los arquitectos debemos estar abiertos a todo”. En este sentido se muestra convencida de que “la especialización es una equivocación”. Entiende que “un arquitecto debe saber escuchar, entender, organizar y trabajar en equipo, así descubres muchas cosas. Es lo bonito”. Y asegura que “la arquitectura es un servicio, y se debe interpretar con sensibilidad lo que quieren los clientes”. Puntualiza, a pesar de ello, que “los arquitectos tenemos una manera de conseguir trabajos a través de concursos”, y que “cada concurso son mundos”.

Imagen aérea de los viñedos y la nueva bodega
Ha acabado visitando diversas bodegas en California y España para inspirarse. Aunque, al respecto, matiza que “nunca me fijo demasiado en los proyectos de los demás, salvo para saber qué no quiero hacer”. Mario Rotllant le hizo el encargo estando ella impartiendo clases en la universidad pública de Berkeley, en la bahía californiana de San Francisco. Carme Pinós dice que comparte con Mario Rotllant amistad y “una común sensibilidad”. También revela que Mario “conoce muchas cosas de mí”.
Cuando se le pregunta qué ha primado en su proyecto, si la funcionalidad, lo bello y artístico o la sostenibilidad, Carme Pinós asegura que “las cosas nunca son compartimentos estancos, siempre es todo a la vez”. También hace notar que “hemos de ser capaces de hacer un edificio responsable en el que no prime una cosa por encima de la otra”. Cuando habla de sostenibilidad lo hace de “sentido común”, que dice que lo engloba todo. O sea: “Si tienes un material aquí al lado, no lo vayas a buscar más lejos”. Añade que “ya cuando me planteé los primeros esquemas intenté tenerlo todo en mi cabeza”. Buscó la conjunción con el territorio o la responsabilidad con los materiales.

El equipo de Bodegas La Horra con Carme Pinós
Trabajó mano a mano con los enólogos y los ingenieros, que “vinieron mil veces a nuestro estudio en Barcelona”. Dice que “discutíamos constantemente”, aunque matiza que “escuché muchísimo a los enólogos”. También señala que “intenté saber mucho cómo funciona una bodega, y también entender el paisaje”.
A la vez, explica que “siempre empiezo con el no antes que con el sí, para ir descubriendo poco a poco el sí”. Y revela que “no quería hacer una bodega estridente, no quería hacer la más vistosa”. Eso sí, quería hacerla “superrespetuosa” con el territorio y “supereficiente”. Manifiesta que marcó las pautas, pero que ha sido un trabajo de equipo.
No quería hacer una bodega estridente, no quería hacer la más vistosa”
Si tuviera que explicar esta obra a un neófito, le diría que “lo primero que hice fue entender cuál es el funcionamiento de una bodega, buscando enterrar la parte productiva para conseguir un buen clima natural”. No deja de remarcar que quería tener un diálogo con el paisaje. Es una bodega integrada paisajísticamente que se descubre cuando se entra en ella, sin fachada que se imponga. Destaca en la fachada una pala en forma de teja invertida, con cubierta vegetal.
Dice no beber vino sola, ya que cree que “tendría más peligros”. Lo hace acompañando una buena comida, con amigos y también en alguna que otra puesta de sol. Dice que “me gusta el vino como celebración, como acto social, me encanta”. Aunque reconoce que no es una experta en vinos, y que prefiere hablar de arquitectura, entiende que el vino es cultura y memoria. Es más de tintos. Y, a la vez, asegura que le encantan los vinos Corimbo (y que Corimbo I “es lo más”), pero también el Sela de Bodegas Roda, los syrah australianos o la malvasía seca mallorquina que hacen en su pueblo de la Serra de Tramontana. Dice que está enamorada de Mallorca, que está muy apegada a la isla.

Interior de la bodega donde se elaboran sus vinos
Hoy brindaría “por la dignidad”. Quisiera que nadie robe la dignidad a otro. Y aboga para que se alcance “una buena paz” entre los pueblos desde la dignidad y el respeto, que considera aspectos esenciales.
Obra repartida por medio mundo
De Melbourne a Barcelona, pasando por México , Viena, Pollensa, Zaragoza, Torrevieja o Igualada
La arquitecta y profesora Carme Pinós Desplat (Barcelona, 23 de junio de 1954) ha firmado construcciones como el quinto pabellón que la Fundación Naomi donó a la ciudad de Melbourne (Australia). En el MPavillon 2018 se celebran actos culturales y lúdicos. También es autora del edificio del CaixaForum de Zaragoza, de las torres de oficinas Cube y el pabellón Río Blanco de Guadalajara (México), del conjunto del centro de arte y diseño Escola Massana, la urbanización de la plaza de La Gardunya y la fachada posterior del Mercat de la Boqueria de Ciutat Vella de Barcelona, del Crematorio de Igualada, del hotel Son Brull de Pollensa (Mallorca), de la Delegación Territorial de la Generalitat de Catalunya de las Terres de l’Ebre en Tortosa o del Campo Olímpico de Tiro con Arco construido para los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona.
Suyos son también la Escuela-Hogar en Morella (Castellón), el edificio de departamentos de la Universidad de Económicas de Viena (Austria), la Escola La Llauna de Badalona, el plan general del centro histórico de Saint Diziwer (Francia) o el paseo marítimo de Torrevieja (Alicante). Incluso le han encargado un botijo. En el 2012 creó la firma de mobiliario Objects by Estudio Carme Pinós, una colección de productos a precios accesibles (mesas, estanterías o armarios), con materiales de alta calidad, versátiles y de fácil montaje que pueden adquirirse a través de su propia página web. Su trabajo se ha expuesto, entre otros marcos, en la Bienal de Arquitectura de Venecia.
Aún no piensa en jubilarse, aunque sí se muestra decidida a “dejar espacio poco a poco a los jóvenes”. Asegura aún tener energías. Pero quiere destinar ahora parte de su trabajo a proyectos de responsabilidad social donde fomentar el espíritu crítico, como el del nuevo centro cultural K3 que ha promovido en Palma y que inauguró el pasado mes de junio.
Incluso asegura aún hoy que se siente capaz de hacer lo que sea: “encárgame un aeropuerto y te lo hago brillante, no tengo ningún problema”.