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Laura Madrueño, 39 años, presentadora: “En Honduras estoy entrenando bastante más, todas las mañanas, mínimo media hora al día para entrenar fuerza”

Jornada interminable

Antes de volar a Honduras intensificó su entrenamiento con natación casi diaria y sesiones guiadas por un preparador, lo que le dio una base sólida para aguantar jornadas largas de pie

Laura Madrueño, 39 años: “Uso un secador con difusor de aire caliente que lo distribuye de manera uniforme, ayudando a reducir el encrespamiento y lucir unos rizos suaves, elásticos y definidos”

La ausencia de teleprónter la obliga a memorizar cada intervención

REDACCIÓN / Otras Fuentes

Laura Madrueño organiza sus jornadas en Honduras con una disciplina que sorprende a cualquiera que piense que su trabajo consiste únicamente en sol y playa. La presentadora ha convertido los Cayos Cochinos en una segunda casa tras enlazar una tras otra las diversas ediciones de Supervivientes. En las islas hondureñas combina preparación física, guiones y ensayos con la exigencia de las galas en directo.

Su rutina está marcada por madrugones, entrenamiento y concentración para afrontar el ritmo de Supervivientes All Stars, un reto que solo deja un pequeño margen de respiro cada semana.

Muy preparada

Laura Madrueño convierte los Cayos Cochinos en un centro de trabajo exigente

En una entrevista con El País, Madrueño explicó que antes de incorporarse al programa ya había reforzado su preparación física: “Con mucho entrenamiento, hago casi a diario natación, y con un entrenador personal”.

Detalló además cómo mantiene ese hábito en Honduras, donde “todas las mañanas, mínimo media hora al día para entrenar fuerza”. La presentadora subrayó que esa base es necesaria para poder soportar largas jornadas de pie y la intensidad del directo.

Laura durante sus vacaciones antes de regresar a Honduras.

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El día arranca temprano para ella, a las seis y media o siete, y lo primero que hace es entrenar. A continuación desayuna, calienta la voz y repasa el guion de la gala. Desde ahí, la jornada avanza a gran velocidad: a las nueve sube al helicóptero rumbo al cayo, donde la espera un plan de trabajo que incluye ensayos en la palapa, repaso de los juegos y reuniones con el equipo.

Según relató, la ausencia de teleprónter la obliga a memorizar cada línea: “Aquí no utilizamos cue porque no hay cerca de una cámara tanta luz como para verlo, así que tengo que aprenderme el guion”.

Las galas ocupan buena parte de la tarde y cierran con jornadas que se prolongan hasta la noche. Después de maquillaje, peluquería y vestuario, a las tres de la tarde en Honduras comienza el directo, que puede extenderse hasta las siete. Al terminar, toca desmaquillarse, cenar y acostarse pronto, ya que al día siguiente hay nuevas reuniones para preparar el contenido y coordinar el juego.

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Solo los viernes logra desconectar. Ese día, explicó, se queda en el cayo para bucear: “Estoy en el cayo y ahora cogeré mis aletas, mi máscara y mi tubo para echarme un ratito al mar”. Esa afición le viene de familia, ya que sus padres también son buceadores y le transmitieron desde pequeña su pasión por el mar.