“No es una princesa de verdad”, se comenta entre la lubina y el vino blanco en el hotel Cipriani, Venecia. “Juntos lo lograremos”, vitorea la princesa Maria del Pilar Murat. Los aplausos son tímidos, parece que lo sean por esa noción compartida de que una vez la espuma del champán baje, quizá no se haya logrado tanto, ni tan si quiera, muy a pesar de la voluntad de muchos, de hacerlo juntos en esta ciudad de fachadas.
Lo que si se hace “juntos” en la Better World Fund Gala, orquestada por Manuel Colas de la Roche, es llenar el Cipriani de brillo, algo de prosecco y la ligera impresión de que el mundo, ese que se ignora tras el embarcadero, seguirá siendo como el director Jim Jarmusch diría dias después tras ganar el león de oro: “Inesperado”.
El reparto de la ganadora al león de oro ‘Father, Mother, Sister, Brother’ de Jim Jarmusch, se mostró compenetrado y familiar: gestos como los de Indya Moore a Charlotte Rampling, lección de elegancia
Jacob Elordi cambió sus costuras por las de Bottega Veneta para derrochar carisma eléctrico
El hotel es un paraíso aislado en el que todo puede suceder. El encuentro espontáneo entre Cate Blanchett, Julia Roberts y Luca Guadagnino en el vestíbulo, el refugio de Kevin Spacey, hogar para estrellas fugaces en busca de un brillo más casto.
La complicidad fue el mejor huésped del hotel esa noche. Una complicidad como la de Blanchett con el librero de la librería Acqua Alta, por la que se paseó sin comprar ningún libro. Esa idea espumosa de lo inesperado gusta a los invitados que, algo desconcertados, merodean con sus lentejuelas y trajes de satén.
Emma Stone presentó ‘Bugonia’ reafirmando su talento con ese gesto clásico que comparte con su expareja Andrew Garfield, también presente
El embarcadero del Cipriani, reconvertido ahora en sala de eventos con lámparas de araña en cristal Murano, acoge la invitación de entender el cine como una celebración, “como un premio en sí mismo” como diría Jarmusch.
Resulta que el verdadero galardón para las estrellas es ser libres, fatuas. Brillan con más fuerza alejadas de las alfombras rojas. Con esa gracia y ese gesto amable del actor Colman Domingo en el distrito de Zattere, que invitaba a unirse a su paseo tras coincidir varias veces con miradas cómplices.
Para Dwayne Johnson (La Roca) presentar ‘The smashing machine’, con Emily Blunt en Venecia, supone un ejercicio de madurez interpretativa
Léa Seydoux presentó ‘Silent Friend’, película que co-protagoniza con el legendario Tony Leung
También los astros se descubren huidizos, íntimos, escapistas como los pasos de Albert Serra en el barrio de arte moderno Salute. O glamurosos como el actor coreano Lee Byung-hun paseando por las galerías de San Marco con su corte de publicistas y representantes coreanos de inmaculado vestir. Incluso si la noche es la adecuada se revelan como fraternales como Al Pacino con Domenico Stanziani, coleccionista de arte, palomas y dueño del restaurante Al Colombo.
Pareciera que el estilo de estas personalidades no fuese artificio, sino más bien algo inherente. Algo hecho a medida, como cuando Jacob Elordi hablaba de su rol como Frankestein en lo nuevo de Guillermo del Toro , “la voz de la criatura ya estaba allí, lo único que tuve que hacer fue volar hasta Toronto”.
Esta noche, en esta Venecia, hay mucha fe. Sobretodo en las muñecas de los invitados y en algunos bolsos perlados. Una fe que se pone a prueba subastando viajes al Himalaya, collares con diamantes, tratamientos de belleza de alto voltaje…con tal de, según se dice, transformar la belleza en generosidad. Sin embargo, la subasta no parece triunfar. Se cultiva una liturgia común: lujoso desinterés.
Julia Roberts llegó “solo para trabajar”. Su uniforme laboral lo firmaVersace para presentar ‘After the hunt’ de Luca Guadagnino
La hora de la estrella nunca llega. Jud Law prefirió desvincularse. En la otra cara de la moneda: Kevin Spacey en el escenario para recordar el motivo por el que se han reunido, “generosidad”. Anima al público como un cheerleader americano a que pujen.
La tarta de praliné de avellana recauda más aplausos y entusiasmo que el viaje a la Antártida, joya de la corona de la subasta por el que nadie puja. “Recordad que es por los niños con autismo”, se repetía en el escenario. El acto se cierra con aparente satisfacción, “hubo buen discurso” me confesaría Le Roche al día siguiente. Y en parte, razón no se le puede quitar. Lo hubo. Esos discursos libres y fugaces...
Amanda Seyfried de la mano de Mia Lidofsky en la alfombra roja del filme de ‘The Testament of Ann Lee’
El que más se recuerda es el de Carmen Maura, asistente condecorada a un premio. Como una criatura mitológica, con ese temple y seguridad de haberlo hecho todo bien, dictó sentencia: “Desde que conozco el mundo cada vez va a peor, pero yo me debo a mi público…”

