El libreto de Historia de una maestra descansa sobre una silla en un inmenso salón del Palace. Manuela Velasco (Madrid, 1975) acaba de ser confirmada como protagonista y lo cuenta con entusiasmo. “Soy una apasionada del teatro y siempre miro las presentaciones de temporada. Este año vi que harían Historia de una maestra, pero no aparecía el reparto. Escribí para preguntar si ya lo tenían o harían pruebas, porque quería presentarme”. En su interés se mezclaban su vocación y su infancia: “Estudié en el Estudio, igual que mis primas y mi hermana. Yo soy del 75, entonces era un colegio muy particular: laico, sin religión, con literatura, arte y teatro desde pequeños”.
La historia culmina cuando le dan el papel de Josefina Aldecoa, y se cruza con otra actualidad: la actriz aparece en televisión con La Agencia, en una carrera que siempre ha combinado géneros y formatos.
Soy una apasionada del teatro y siempre miro las presentaciones de temporada”
Blusa Oxford azul claro con detalles de volantes de EasyWear para El Corte Inglés
¿Se ofreció sin haber leído el papel?
Sí. Lo habría hecho igual. Como diría que sí a Bayona, Amenábar, Almodóvar o, en teatro, Miguel del Arco. En este caso pesaba mi amor por el Estilo y por ese modelo de enseñanza, y también que el CDN está dando cabida a escritoras españolas adaptando novelas. El año pasado hicieron Nada de Laforet; este año El Sillón K, de Carmen Conde. Ella fue la primera académica de la lengua, también maestra, y al preparar ese monólogo investigué a las maestras de la República y lo que les pasó tras la guerra. Son historias que me conmueven y quiero contar. La educación y la cultura son fundamentales para mí.
Venía con la intención de no preguntarle por su infancia, porque cada vez que escriben de usted parten de su debut a los diez años en 'La Ley del Deseo'. Pero ya que estamos aquí, ¿su infancia fue determinante para querer actuar?
Sí. Más que La ley del deseo, fue la profesión de mi tía [Concha Velasco] y de mi padre [Manuel Velasco]. Me fascinaba el “dentro-fuera”: estar con los actores como personas y ver cómo, al entrar en set, se transformaban. En teatro, el contraste entre camerinos y escenario y la comunión con el público. Es una cuestión de energías. Recuerdo, por ejemplo, ver a Ana Belén en el rodaje de La casa de Bernarda Alba: fuera del set era amiga de mis padres, hablaba conmigo como una mujer cercana, y al entrar en escena se convertía en Adela. Esa capacidad de invocar otra vida me marcó desde pequeña.
Blazer de Woman, camisa y vaquero de Lloyds. El cinturón es de EasyWear y las cadenas de Tintoretto, todo en El Corte Inglés
Maquillaje
Rutina Dior Beauty con sérum Prestige MicroHuile de Rose, base Prestige LeMicro-Fluide Teint deRose, colorete Forever Blush Soft Filter, sombras Dior show 5 Couleurs 664 Wild Beige, máscara Over volume y Dior
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Ha hecho cine, teatro, televisión. ¿Tiene un criterio claro para elegir proyectos?
He podido elegir pocas veces. Tras REC, prioricé REC 2 y tuve que decir no a otras cosas por fechas. Me ofrecieron muchas pelis de terror, pero sentía que, si yo era Ángela Vidal, no debía ser otra heroína de terror: era traicionarla. También he hecho cosas que habría preferido no hacer, pero casi siempre hay un lado positivo, algo que te llevas. Muchas veces esos proyectos más humildes, a los que en un principio no das tanto valor, acaban siendo una experiencia maravillosa en lo personal y en el aprendizaje. La vida siempre te sorprende. En cambio, algunos proyectos de caché, de reputación, que se supone que iban a ser la gran apuesta, no necesariamente te traen la felicidad.
Eso es un oficio, ¿no?
Me gusta la ambición —y verla en los jóvenes—, pero a esta edad lo que quiero es ser feliz. Noto que la industria ha cambiado: ahora todo va de tener seguidores, de mostrarte a ti mismo. Y para mí, el gran regalo de este oficio es que no eres tú, son los personajes. Yo, personalmente, no quiero interesarle a la gente; quiero que interesen mis personajes.
Chaleco de rombos con camiseta blanca incorporada de Sandro
Maquillaje
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¿Prefiere el teatro?
El teatro exige concentración dos horas, un esfuerzo muy necesario hoy. Vivimos con el teléfono en la mano y buscamos gratificación inmediata. A mí me pasa cuando me siento en el patio de butacas: tardo 10–15 minutos en entrar en el código, pero luego ocurre.
¿Cómo se siente al salir de escena? ¿Cansada o cargada?
Al contrario: energizada. Cuando te dejas todo y haces el viaje —no sucede cada día; para eso está la técnica—, terminas cargada de una energía que no es solo adrenalina. El público te nutre. Aunque llegue reventada cuando compagino serie y teatro, salgo mejor de lo que entré: como ir al gimnasio.
No poder tener hijos fue tabú; yo lo viví con vergüenza
Usted siempre ha sido discreta, y aún así la gente la aprecia mucho.
¿De verdad? (se emociona). Uno de los golpes grandes de esta profesión fue entender que mucha gente no te quiere: te utiliza. Si te pilla con 20, es peligroso creerte especial. Por eso valoro tanto el teatro: ahí nadie te viste ni te trae agua; te haces cargo de todo. Así entiendo el trabajo. También que mi fama llegó con REC y yo tenía 35. Antes estudié una carrera, viví y trabajé en Londres, aquí en el Thyssen, estudié interpretación, presenté Los 40, conocí el mundo de la música. Me costó tiempo conseguir la primera oportunidad como actriz. Entré en este tinglado madura, y lo agradezco. Si el éxito te llega muy joven, puedes creer que todo el mundo te quiere y te necesita; cuando pasa la ola, ves que no era así: te querían porque les convenía.
Gabardina de Woman sobre jersey cisne de Stella Rittwagen y vaquero Lloyds. Bolso efecto pitón de Tintoretto y botas de Latouche. Todo en El Corte Inglés
Sin embargo, decidió compartir algo tan íntimo como su maternidad frustrada. ¿Por qué?
Porque las mujeres no hemos hablado de asuntos vitales. No poder tener hijos fue tabú; yo lo viví con vergüenza, como un fallo. Durante años manifesté mi deseo de ser madre en entrevistas y me seguían preguntando. Muchas mujeres me escribían con sus casos. Es un proceso larguísimo: ilusión, tratamientos, gasto, quedarse embarazada, perderlo… Para mí lo más duro fue después: aceptar que tu vida no será así, sentirte fuera, incluso incapaz de alegrarte por embarazos cercanos. Lorca en Yerma lo dice precioso: esa sensación de “acabaré volviéndome mala”. Mucha soledad. Decidí contarlo para que otras no se sientan solas. Con el tiempo, esa parte fea se me pasó: amo a los hijos de mis amigas y me alegro por ellas. Fui a terapia. También quería informar. Hoy hay herramientas —incluso en la sanidad pública— para preservar y poder elegir. Ojalá alguien me lo hubiera dicho antes.
Está a punto de cumplir 50. ¿Qué siente?
Que la vida pasa rapidísimo. Hasta ahora he tenido una vida llena, con muchas etapas. Sigo sintiéndome jovencita y de pronto mis padres son mayores.
Chaquetón de piel sintética y bolso de Tintoretto, vestido estampado de Sfera y cinturón Easy Wear. Todo en El Corte Inglés
My favourite things
Recomendaciones de su reciente viaje a Londres: La National Gallery y la National Portrait Gallery. “Soy feliz en la librería del National Theatre, y el Barbican me fascina”.
Algo que le guste comprar… “Comida en el mercado: la pescadería me vuelve loca. No quedan muchas, y los buenos pescaderos están en extinción. A veces pienso que debería aplaudírseles igual que a un actor en el escenario”.
Una canción que la acompañe… “Soy de la generación Trainspotting. Me marcaron Lust for Life de Iggy Pop y Born Slippy de Underworld. También La trama y el desenlace de Jorge Drexler”.
Fotógrafo: Rubén Vega. Estilista: Florence Réveillaud. Maquillaje y peluquería: Paula Soroa para Dior Beauty. Asistente de fotografía: Mario Val. Agradecimiento: The Palace. Plaza de las Cortes, 7, Madrid. Producción: Emma Monreallas Cortes, 7, Madrid. Producción: Emma Monreal
