Paula Vázquez se ha atrevido a viajar Hasta el fin del mundo. Ese es el nombre del nuevo programa de aventuras con parejas de famosos que La 1 estrenó en la noche del pasado miércoles, con el que la gallega vuelve a ponerse al frente de un formato extremo, con el inevitable recuerdo de sus años como conductora de Pekín Express. Esta vez, la travesía se adentra en América Latina, un territorio que la presentadora recorre en paralelo a los concursantes, guiando a los espectadores entre volcanes, selvas y tradiciones locales.
Así, a sus 50 años recién cumplidos, Vázquez vuelve a ocupar el horario estelar de la cadena pública y consolida su regreso definitivo a RTVE tras el éxito de Bake Off: Famosos al horno y la gala Inocente, inocente. La cuestión es que tras la imagen luminosa que siempre ha proyectado, la comunicadora gallega tampoco oculta los episodios de oscuridad que marcaron parte de su trayectoria. Su testimonio en el pódcast Estirando el chicle, hace un año, dejó al descubierto una historia de silencios, agotamiento y autodescubrimiento que hoy reivindica con naturalidad.
“Me estaba muriendo y nadie se daba cuenta”
La presentadora recordó su “depresión grotesca” y los años de vida en automático
“Yo hacía de Paula Vázquez, como que todo iba estupendo, hasta que se me empieza a caer el pelo y me quedo casi calva. Me estaba muriendo y nadie se estaba dando cuenta. A mí me parecía normal llegar a casa y llorar”, relató en conversación con Carolina Iglesias y Victoria Martín el pasado noviembre. Con esa sinceridad, la comunicadora reconocía haber vivido una “depresión grotesca” que se prolongó durante años sin ser consciente de ello. “Recuerdo una época en que me ponía en la agenda cuándo podía llorar”, confesó, reflejando la presión de una carrera iniciada a los 17 años y marcada por la hiperexigencia.
Paula Vázquez en 'Estirando el chicle'.
La gallega añadió que, durante más de una década, trabajó sin descanso entre rodajes, programas y campañas publicitarias. “No salía, no vivía, y ahora con 50 años estoy que me vuelvo loca”, contó, con una sonrisa amarga. Aquel ritmo la llevó a somatizar su malestar en ataques de pánico y pérdida de cabello, hasta que decidió buscar ayuda profesional. “Llevo 18 años en terapia y me diagnosticaron TDAH”, dijo, visibilizando con naturalidad una realidad que sigue rodeada de estigma en la televisión.
Su relato, lejos del dramatismo, se convertía en una llamada a la conciencia sobre la salud mental en un medio que exige brillo permanente. “Tenía que estar estupenda, divertida, siempre arriba”, reconoció. Pero tras esa fachada había duelo y miedo. “Me estaba muriendo y nadie se estaba dando cuenta”, insistió. Con la necesaria perspectiva, asegura, ha aprendido a poner límites y a no medir su valía por la audiencia.
“Hay cosas que no te van a pasar nunca”
La maternidad, un ideal que aprendió a “desidealizar” tras un embarazo ectópico
En 2010, la comunicadora perdió al bebé que esperaba a causa de un embarazo ectópico que la dejó estéril. Una experiencia que, según contó a ELLE, la obligó a reconstruirse desde la aceptación. “Hay cosas que no te pasan ni te van a pasar nunca”, reflexionó. Con la serenidad que da el tiempo, incidió en cómo ha aprendido a mirar la maternidad sin culpa ni nostalgia: “Quizás la palabra desidealizar me ha ayudado mucho a no quedarme atrapada en momentos que pensaba que iban a pasar en mi vida: digo boda como podría decir maternidad u otras circunstancias”.
Paula, en el aeropuerto junto a algunas de las participantes de 'Hasta el fin del mundo' antes de comenzar el rodaje.
La presentadora asumió entonces que la vida no siempre responde a los planes imaginados. Aquel proceso de duelo coincidió con la pérdida de sus dos abuelas y, más tarde, con la enfermedad de su padre, al que acompañó hasta el final. En ese contexto, descubrió la importancia del silencio y de la introspección: “Creía que lo de llorar al llegar a casa era lo normal... Y resultó que tenía una depresión que tuve que tratar durante tres años con una psiquiatra”, recordó en la misma conversación.
A fecha de 2025, y desde un momento profesional sólido y un discurso sereno, Paula reivindica la autenticidad y la salud mental como pilares de una nueva etapa. De algún modo, su viaje, dentro y fuera de pantalla, se sienten más un renacimiento que un regreso. Quizá por eso el título de su nuevo programa encaje tan bien con la travesía personal de una mujer que ha aprendido a no ocultar las cicatrices.
