En el fragor del tráfico de la capital de Panamá, todavía se puede divisar alguno. Imposible no reparar en él, con su aspecto de tren de la bruja fugado de una feria. Se trata de un autobús pintado de abigarrados colores –donde puede aparecer tanto un Goofy sonriente como un espectro con cara de calavera– que deja a su rastro densas volutas de humo. Se llama diablo rojo.
Pese a su estética kitsch, o decididamente hortera, ha sido durante décadas toda una seña de identidad. Para el turista que visita el país centroamericano, un viaje en uno de estos vehículos no deja de ser una experiencia singular que lo sumerge en el imaginario local. Y no va a tener muchas oportunidades más, porque los diablos rojos se encuentran hoy al borde de la extinción.

Los 'diablos rojos' suelen estar profusamente decora
Parada de origen
Su origen se remonta a la década de 1960, cuando se empezaron a importar autobuses escolares norteamericanos –los típicos de color amarillo– para reutilizarlos como transporte barato en las inmediaciones del Canal. Sin embargo, su empuje llegaría en 1973, bajo la dictadura de Omar Torrijos. Las autoridades decidieron conceder permisos a transportistas individuales, dueños de su propio bus, para que prestasen un servicio público. A partir de ese momento y a lo largo de 40 años, los diablos rojos serían el principal sistema de transporte en Panamá.
En seguida los dueños decidieron personalizar sus vehículos y cubrir ese amarillo chillón con un collage de imágenes representativo de sus vidas y creencias. Por ello recurrieron a artistas, algunos de los cuales se acabarían convirtiendo en especialistas aclamados. Destacan, entre ellos, nombres como los de Óscar Melgar, Andrés Salazar, Luis El Lobo Evans o Cristóbal Adolfo Piri Merszthal.
Los 'diablos rojos' se consideran obras de arte rodantes. Sus carrocerías presentan personajes de la cultura popular
En este sentido, los diablos rojos se consideran obras de arte rodantes. Sus carrocerías presentan un variopinto fresco de personajes de la cultura popular (Maradona, Celia Cruz, Heath Ledger en el papel de Jocker, Jennifer Lopez, Bart Simpson o el pato Donald…) junto a referencias religiosas (Jesucristo, el Papa, corazones en llamas…), de la vida personal de los propietarios (retratos de sus esposas, hijos, amantes…) y muchas mujeres ligeras de ropa. También se pueden leer mensajes en consonancia. Los hay que recogen la sabiduría popular –como “El zorro pierde el pelo, pero no la maña”–, citas bíblicas – “Solo los justos heredarán la tierra”– o chistes machistas –“Amigo, tu mujer nos engaña”–.
Más allá de buscar la provocación e intentar atraer la atención de los clientes, estas decoraciones singularizan cada uno de los vehículos. De hecho, históricamente ha existido una conexión emocional con las comunidades a las que los diablos rojos han dado servicio, alentando un “orgullo de vecindario”. Es un fenómeno que se ha investigado incluso desde una perspectiva antropológica.

Detalle de la entrada de un 'diablo rojo' en una parada de la ciudad de Panamá
Se vienen curvas
Pero las sorpresas no se terminan en el exterior de los buses. El turista curioso descubrirá en su interior un psicodélico esplendor de luces led, neones, revestimiento de cromo, espumillón de colores, Cristos, vírgenes, santos y cachivaches varios. La exuberancia, por supuesto, varía de un diablo a otro.
Lo que coincide, por el contrario, es la música a todo trapo. En general, salsa, reguetón o techno. Un hilo conductor que puede durar horas, según el trayecto. Este tipo de buses no circula solo dentro de la capital, sino que también cubre rutas de interior y conecta municipios de la costa caribeña como Colón y Portobelo.

Un 'secre' se asoma por la puerta con el vehículo en marcha
Los paisajes y la estrafalaria decoración interior ayudan a distraer de su incomodidad, puesto que son vehículos destartalados y con asientos pequeños (al fin y al cabo, eran para uso escolar). Y otro foco de atención es el asistente del conductor: la persona que en cada parada proclama la ruta para captar clientes, que se cuelga de la puerta con el bus en marcha y que cobra a los pasajeros. Se le conoce como secre –de secretario– o pavo.
En cuanto a la conducción… pues suele ser algo brusca para nuestros estándares. De hecho, una de las teorías sobre el origen del nombre de diablo rojo apunta a las imprudencias, excesos de velocidad y accidentes provocados por estos buses. Otra los relaciona con los diablos de las danzas introducidas por los colonos españoles con el objetivo de convertir los indígenas al catolicismo.

Detalle de un interior decorado de rojo
Parada final
En 2008 el presidente panameño Martín Torrijos puso en marcha un plan para finiquitar los diablos rojos. Su Plan de Movilidad Urbana y Modernización contemplaba la creación de una red de autobuses modernos: el MetroBus (un nombre que despista, puesto nada tiene que ver con el metro). Y en 2013, ya bajo la presidencia de Ricardo Martinelli, se ofreció una compensación económica para retirar de circulación los viejos buses (lo que derivó en una infernal trama de corrupción con millones de euros defraudados y cientos de funcionarios y transportistas implicados).
La desaparición los diablos rojos marca, así, el fin de un elemento clave de la cultura urbana. Incluso se han grabado videoclips sobre ello:
Para preservar su memoria, se han editado libros –como Diablos Rojos forever–, se exhiben partes de carrocería en museos y se conservan imágenes y vídeos en perfiles especializados en las redes… Sin embargo, hoy, todavía, se puede experimentar con un último viaje.
Pincelada histórica
Los diablos son parte esencial del folklore panameño. Su origen se remonta a la época colonial, cuando las danzas y representaciones teatrales resultaban el medio más efectivo para ejemplificar la lucha entre el bien y el mal, ante las dificultades de comunicación con la población indígena. Lo que empezó siendo un instrumento de evangelización hoy se ha convertido en una manifestación cultural. De hecho, los bailes de diablos son comunes durante las fiestas de Corpus Christi. Pero durante el resto del año también se organizan espectáculos para turistas.