San Juan de Gaztelugatxe, la península mágica del País Vasco que inspiró Rocadragón

Paisajes asombrosos

El islote  es ese icono atemporal donde terminan todos los caminos de esta comunidad autónoma

San Juan de Gaztelugatxe, uno de los rincones más bellos de la costa de Bizkaia

San Juan de Gaztelugatxe, uno de los rincones más bellos de la costa de Bizkaia

Getty Images/iStockphoto

El mar regala diferentes historias según el lugar del mundo donde nos encontremos. Y en el caso de cierto islote de la costa vasca, hablamos de barcos de pesca que realizan diversos giros a babor y estribor al pasar para abrazar la buena suerte. Una campana que suena tres veces a lo lejos y estremece los acantilados en forma de deseos, o las colas de las lamias, las sirenas vascas, asomando en el horizonte.

Postales de cuento en torno a San Juan de Gaztelugatxe, posiblemente uno de los lugares más bellos de nuestro litoral en forma de islote unido a tierra por un puente de dos arcos y 241 escalones que evocan el peregrinaje estival perfecto desde el que descubrir un País Vasco siempre fascinante.

De dragones y leyendas en San Juan de Gaztelugatxe

En 2016, el equipo de la serie Juego de tronos se trasladó a la costa vasca en busca de San Juan de Gaztelugatxe, lugar que se convertiría en la mítica Rocadragón, refugio desde el que Daenerys Targaryen planificó su última batalla. A partir de entonces, los visitantes se duplicaron en torno a esta gema histórica que siempre estuvo ahí, como faro de leyendas y costumbres de los municipios de Bermeo y Bakio.

La etimología de este lugar (gaztelu “castillo” y atx “peña”) deja poco a la imaginación, pero es el único signo evidente de un refugio ancestral documentado ya en el siglo XI en una carta de Íñigo López, señor de Bizkaia. Por aquel entonces, San Juan de Gaztelugatxe ya era una ermita consagrada a San Juan de posible origen templario que sería saqueada en 1593 por el mítico corsario Francis Drake. Siglos después, se sumaría un refugio para protegerse del viento y al que las familias locales siguen acudiendo para disfrutar de un pícnic frente a las épicas vistas del horizonte y una escalinata que hace conversar a la tierra y el mar como pocos lugares en el mundo.

Y es que gran parte del encanto de Gaztelugatxe lo encontramos en un acceso en forma de puente de dos arcos que se transforma en 241 escalones - un ascenso menos intenso de lo que parece -, que permiten una panorámica inolvidable de esta costa agreste, tan erosionada por las olas y los susurros de sus relatos marineros.

Tras sacar tu entrada gratuita vía Internet, puedes dirigirte hacia el área, ya sea en coche o con una excursión organizada, y podrás aparcar en el tramo de costa. Eso sí, algo más lejos de la ubicación de hace unos años, ya que desde el estreno de Juego de tronos, el sector del turismo ha trabajado en diversas medidas a la hora de controlar los flujos de visitantes.

San Juan de Gaztelugatxe

San Juan de Gaztelugatxe

Jose Ignacio Soto

Una vez te pierdes entre los acebuches de la costa bizcaína, podrás ascender poco a poco hasta la ermita, la cual no siempre permanece abierta. En caso de hacerlo, una de las costumbres consiste en tocar la campana de la nave central tres veces y pedir un deseo que seguramente se cumplirá. Una forma de recompensar un ascenso que regala una estampa única a cada paso.

En cualquier caso, más allá de concentrar tu visita en San Juan de Gaztelugatxe, otros de los planes recomendados invitan a descubrir pueblos desde los que podemos acceder como Bermeo y Mundaka, ideales para disfrutar del marmitako en sus restaurantes acogedores. Pueblecitos marineros donde perderse en busca de todos esos encantos que vinimos a buscar.

Otros de los planes recomendados invitan a descubrir pueblos desde los que podemos acceder como Bermeo y Mundaka

En el caso de Bermeo, se trata de un oasis de pescadores en torno a otro islote icónico, el de Izaro, o su Piztuzarra (Puerto Viejo), colmado de casitas marineras, ropa tendida y una muralla que abraza su entramado emblemático.

A su vez, Mundaka es muy conocido por ser una de las mecas del surf del País Vasco. Un tranquilo pueblo que se sumerge en la reserva de la biosfera de Urdaibai, regalando imágenes que quedarán reflejadas en la memoria: desde los niños que buscan cangrejos entre sus rocas hasta las pequeñas playas camufladas entre pérgolas formadas por los árboles, iconos como su ermita de Santa Katalina, o las travesías entre suspiros de arena y marismas en el río Oka.

Mundaka, Gipuzkoa

Mundaka, Gipuzkoa

Getty Images/iStockphoto

Por último, en la localidad de Bakio, otro de los principales lugares para acceder a San Juan de Gaztelugatxe, puedes disfrutar de un conjunto de prados, acantilados y playas, como el arenal homónimo, totalmente fundido con los verdes vascos; construcciones como la Ermita de San Pelaio; o abruptos riscos peinados por el viento.

Solo entonces, mientras brindas con el txakolin, un rayo de sol se filtra entre los árboles, una nueva ola impulsa al surfista y una campana suena a lo lejos. Es la confirmación del lugar de País Vasco donde terminan todos los caminos de la historia y nacen todos los deseos que vinimos a cumplir.

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