Tras atravesar las coloridas calles de La Habana, selvas lluviosas y penetrar en la provincia de Pinar del Río, en el oeste de Cuba emergen agricultores que mascan tabaco entre campos rojizos donde se camufla un buey. Es la estampa que anuncia la llegada al valle de Viñales, patrimonio de la humanidad, y uno de los rincones más agrestes del país.
A pesar de ser uno de los grandes destinos de la isla caribeña junto a la capital, Trinidad y Varadero, Viñales aún conserva ese carácter auténtico en forma de espacios naturales protegidos, montañas cuyas cuevas amanecen entre restos de rituales espiritistas y algunos de los mejores alojamientos particulares de Cuba. Apagamos el móvil para abrazar el encanto enigmático del valle.
Viñales: una mecedora entre montículos

El valle de Viñales muestra un paisa único, uno de los más bonitos de Cuba
Algunos dicen que se asemejan a enormes torres, pero a mí me recuerdan la silueta de un enorme buey tumbado en el horizonte. En cualquier caso, los mogotes, como se conoce a las elevaciones redondeadas del valle de Viñales, forman los márgenes de este microuniverso propio al oeste de Cuba.
Habitada hace siglos por los hatabeyes -indígenas de Cuba que ya habían desaparecido para cuando Cristóbal Colón alcanzó la isla-, Viñales se mantuvo durante años como una zona apartada, incluso marginal, habitada por humildes agricultores conocidos como “guajiros” (uno de nosotros) en torno a plantaciones de tabaco. Sin embargo, para cuando los europeos descubrieron este mar de hojas verdes en el siglo XIX, la maquinaria se puso en marcha, se ampliaron las líneas ferroviarias y Viñales comenzó a ser vista como tierra de habanos, misticismo y tranquilidad.

El pueblo de Viñales está repleto de casitas tropicales de colores
Lejos de perder esa esencia, el parque nacional de Viñales sigue siendo un remanso de paz de 150 km cuadrados donde se despliegan los bohíos - antiguas cabañas hechas con palma y ramas -, pueblecitos agrícolas y unos mogotes que parecen contener los ecos de la modernidad.
El punto de partida principal para descubrir el valle es el pueblo de Viñales, con sus casitas de colores que recuerdan a una versión tropical del Playmobil de la infancia, y los icónicos porches y hamacas donde los locales escuchan la novela de la tarde en la radio. Aquí las casas particulares ofrecen el trato amable de sus propietarios, y los paladares mantienen su esencia frente a ciertos bares y restaurantes de enfoque más occidental. Eso sí, en el pueblo no hay mucho que hacer más allá de descubrir la Casa de la Cultura, de estilo colonial; la galería de arte anexa, o el cercano proyecto Raíces, gestionado por Noel, un artista que ha transformado la madera de los árboles en tallas y esculturas dignas de un País de las Maravillas caribeño.
Y es que el gran atractivo de Viñales lo encontramos fuera del pueblo, donde el turismo activo encuentra tantas opciones como formas de acercarse a la esencia del valle. Una de las experiencias más solicitadas es la escalada por los mogotes, una actividad que por otra parte no está regulada ni autorizada por el gobierno cubano, pero sí es fomentada por diversos guías locales. Siempre, claro, bajo la responsabilidad del viajero.
En caso de preferir actividades más livianas, puedes disfrutar de paseos a caballo entre las plantaciones de tabaco en el valle de Palmarito; realizar tours hacia la gran caverna de Santo Tomás, uno de los mayores sistemas subterráneos de toda América Latina; o visitar la cueva del India y Palenque de los Cimarrones, otra icónica cavidad. Por supuesto, tampoco puede faltar el Mural de la Prehistoria, tan ecléctico como fascinante, pintado sobre la propia roca en vivos colores en 1959 por Leovigildo Gonzáles, discípulo de Diego Rivera.

Los bohíos de Viñales están hechas con palma y ramas
Aunque si prefieres detenerte sin llenar de planes la agenda, nada mejor que comenzar la mañana en bicicleta a través de los campos y las ceibas bajo las que algunos locales han dejado sus ofrendas. Este árbol es uno de los más venerados por la comunidad cubana y, según el dicho local, “quien planta una ceiba contrae matrimonio de por vida”.
Experiencias que siempre invitan a profundizar en la cultura del habano, especialmente en la Casa del Veguero, una de las plantaciones más famosas de la zona, en cuyo almacén dejan secar las hojas y se realizan demostraciones de la fabricación de habanos como el Montecristo, el puro predilecto del Che Guevara. De hecho, casi el 100% del tabaco de toda Cuba - Cohiba o Romeo y Julieta - nace en Viñales para distribuirse por diversas factorías del país.
De hecho, casi el 100% del tabaco de toda Cuba nace en Viñales para distribuirse por diversas factorías del país
A la hora de conocer los principales puntos de interés de Viñales, existe la opción de contratar un tour en taxi, cuyos recorridos de tres horas pueden alcanzar los 60euros por persona (unos 1.600 CUP, peso cubano). Otra alternativa más económica es tomar una especie de bus turístico que realiza una ruta circular por el valle por unos 4.50 euros (alrededor de 140 CUC) para terminar en el mirador del Hotel Los Jazmines, cuya panorámica descubre esa acuarela de rojos y verdes casi eterna.
Igualmente, en un momento en el que moverse de punto a punto no siempre representa la esencia del viaje, Viñales se presta a una experiencia relajada. A la magia de perderse por una tierra atemporal que siempre termina con una reflexión en una mecedora que se balancea entre los mogotes del tiempo.

Playa caribeña de Cayo jutías, un lugar donde disfrutar de la arena blanca y las aguas turquesas que rodean la isla
Delicatessen
Cayo Jutías
Si bien Viñales es un enclave de interior, su proximidad a algunos de los grandes paraísos acuáticos de Cuba bien merece la pena una visita a cayo Jutías, a 54 km del pueblo principal y parte del archipiélago de los Colorados, al norte de la provincia de Pinar del Río. Algunas de las playas más vírgenes de Cuba susurran entre aguas turquesa y corales que invitan a enfundarse las gafas de buceo. Ante la falta de alojamientos - algunos pueden encontrarse en la carretera que lleva a la bahía de Santa Lucía -, la mayoría de viajeros suelen realizar la excursión de un día desde Viñales.