Setenil de las Bodegas: el pueblo gaditano que nació de la roca

Por España

Una de las localidades más bonitas de la Ruta de los Pueblos Blancos de Andalucía

El pueblo de las casas-cuevas en la provincia de Cádiz

El pueblo de las casas-cuevas en la provincia de Cádiz

Alberto Lopez Benitez

Setenil de las Bodegas no es solo uno de los municipios más bonitos de la icónica Ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz y Málaga, sino también uno de los más peculiares. Especialmente cuando hablamos de un pueblo abrazado por la propia roca.

Herencia de los primeros núcleos trogloditas de Andalucía, Setenil de las Bodegas lleva tatuada la historia del territorio en sus fachadas y tejados: fue neolítico, romano —el asentamiento Laccipo— y musulmán —la fortaleza de Xatanil—, hasta convertirse en un mosaico de influencias que hoy invita a levantar la vista en todo momento y dejarse llevar por su magnetismo.

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Con la llegada de septiembre, la provincia de Cádiz proyecta la luz de sus emparrados durante las fiestas de la vendimia. Las playas comienzan a relajarse y muchos se permiten una escapada espontánea a nuevos refugios con el fin de sobrellevar mejor la vuelta a la rutina. Setenil de las Bodegas se antoja como una de las mejores propuestas para adelantarse al otoño y disfrutar de un fin de semana rural entre pueblos blancos y bodegas de ensueño.

Popular por su entramado urbano, declarado conjunto histórico-artístico en 1985 y esculpido en el propio tajo formado por el río Guadalporcún, Setenil se ubica a una altitud de 640 metros y es accesible desde puntos de interés como Ronda (19,9 km), Málaga (94,6 km) o Cádiz (132 km). Eso sí, mejor en coche de alquiler, ya que la línea ferroviaria no alcanza este pueblo invencible.

En Setenil de las Bodegas se construyen bajo las rocas

En Setenil de las Bodegas se construyen bajo las rocas

Getty Images/iStockphoto

Y es que la historia de Setenil de las Bodegas habla de resistencia, especialmente cuando la Reconquista española intentó sitiar la zona en siete ocasiones (la etimología de Setenil proviene de septem nihil, “siete veces nada”) en su intento por asediar al reino nazarí.

De forma paralela, sus habitantes ya habían tomado el legado de antiguas poblaciones que vivieron 5.000 años atrás para fomentar el llamado “abrigo bajo rocas”, o el arte de construir las viviendas en la propia estructura del tajo. Sin embargo, a diferencia de otras construcciones similares repartidas por Andalucía y el resto de España, como las casas-cueva granadinas, las de Setenil no excavan la roca, sino que se convierten en una extensión de la misma.

Calle Cuevas del Sol en Setenil de las Bodegas

Calle Cuevas del Sol en Setenil de las Bodegas

Diego Grandi

El resultado puede comprobarse a partir de la calle Cuevas del Sol, la arteria principal del pueblo. Un espectáculo vertical donde las casas blancas emergen de la propia tierra e invitan a perderse entre callejuelas estrechas y frescas, dominadas por un tajo que en ocasiones se asemeja a un enorme ovni.

Y levantas la vista en las calles de Jabonería o Cabrerizas, donde las sombras se apoderan de las esquinas mientras, allí arriba, en un balcón, una mujer se asoma bajo un cielo rocoso de cicatrices milenarias.

Postales costumbristas cuya belleza suspira entre blancos, macetas y terrazas donde sentarse a ver la vida pasar antes de proseguir la ruta hacia el castillo de Setenil, una fortaleza nazarí con hasta 40 torres, y de las pocas que mantienen intacto su entramado medieval como plato fuerte.

O entrar en la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, de estilos gótico y mudéjar; acercarse a la antigua casa consistorial y enlazar con algunas ermitas. En Setenil, la ruta te llevará a través de diferentes barrios, como el de la Iglesia, donde la construcción religiosa ocupa hoy el lugar de una antigua mezquita alhama.

Desde los miradores como El Lizón, descubrirás un atardecer que se deja abrazar por un abrigo de rocas

Desde aquí puedes enlazar con el barrio del Hospital, elevado sobre la antigua estructura de unos baños árabes, o recorrer sus calles más icónicas —como Calcetas, Villa o Cuevas de la Sombra— hasta alcanzar el torreón del Homenaje, el legado del antiguo alcázar, donde puedes detenerte a contemplar la sombra de la montaña lamiendo el pueblo.

Muy cerca del torreón también puedes visitar la Casa de la Damita de Setenil, un interesante museo que alberga diversos restos arqueológicos y entre los que destaca la Damita de Setenil, una venus paleolítica que data de hace cinco mil años.

Solo entonces, cuando dejes atrás las alturas, llegará el momento de disfrutar de otro de los grandes regalos de Setenil en forma de panorámicas. Ya sea desde la carretera o desde lo alto de miradores como El Lizón, descubrirás un atardecer que se deja abrazar por un abrigo de rocas que nunca proyectó una sombra tan alargada de magia. De la propia historia de un territorio.

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