La isla de San Simón, un espacio recuperado para la cultura en medio de la ría de Vigo

Paisajes

Verdes deslumbrantes y edificios con aire monacal habitan en la isla gallega que fue campo de concentración hasta 1943. Hoy, un documental a partir de cartas de los cautivos que estuvieron allí durante el  franquismo rescata la memoria de San Simón, convertido en un enclave dedicado al conocimiento y al placer

Isla de San Simón

Isla de San Simón

Icia Pereira, Mirian Rainbow y Lucía Rodríguez

¿Qué hacían este verano, pasando días en una isla de sólo 250 metros de ancho por 84 de anchura, el fotógrafo Alberto García-Alix, Emilio Tuñón (el arquitecto del museo de las Colecciones Reales), Óliver Laxe (el cineasta director de O que arde y de Sirat, la película de la que todo el mundo habla), y Javier Olleros (nominado en 2023 para The best chef of the World), y además un puñado de arquitectos de primera fila, entre ellos el joven Manuel Bouzas (premio princesa de Girona y autor del pabellón español en la bienal de Venecia), o Marina Otero (responsable del pabellón del Vaticano en esa misma efeméride), y el pintor Pere Jaume? 

Fue en la isla de San Simón, frente a Redondela, en la provincia de Pontevedra. Lugar de pasado trágico, al que el cineasta Miguel Ángel Delgado ha dedicado un documental ficcionado, duro, en blanco y negro, a partir de cartas y documentos de los cautivos que estuvieron allí durante el franquismo, y titulado precisamente San Simón. Se estrenó en el último festival de San Sebastián.

Imágenes del documental ‘San Simón’, estrenado en el festival de cine de San Sebastián y dirigido por Miguel Ángel Delgado

Imágenes del documental ‘San Simón’, estrenado en el festival de cine de San Sebastián y dirigido por Miguel Ángel Delgado

Icia Pereira, Mirian Rainbow y Lucía Rodríguez

En su desnudez, su austeridad y firmeza, asaltada por los musgos, los líquenes, la humedad y el salitre, los contados edificios de la isla, de sólidas paredes de piedra y grandes ventanales, alzándose entre árboles centenarios, presentan una severa elegancia cuartelaria, de emanaciones melancólicas –uno a veces, paseando por ahí al atardecer, siente que en cualquier momento oirá la voz de una corneta nostálgica tocando a retreta- que se compadece bien con la historia milenaria y trágica de la isla, que la semana pasada ha sido declarada sitio histórico y por consiguiente especialmente protegido.

Las habitaciones de los edificios parecen celdas monacales. Desde cada ventana –o palco operístico- se atisba el mar y un cielo teatral, de belleza sensacional. Cualquier paseo acaba en el embarcadero de piedras sillares, mirando el mar transparente, de donde a lo mejor llega una lancha, que traiga a alguien más o que te lleve a tierra firme.

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El corazón de la isla, antes trágico y ahora es sede cultural

El corazón de la isla, antes trágico y ahora es sede cultural

Icia Pereira, Mirian Rainbow y Lucía Rodríguez

Con un profesorado formado por cinco equipos de reconocidos arquitectos -Emilio Tuñón + Andrés Regueiro (TUÑÓN + ALBORNOZ), Mireia Luzárraga + Alejandro Muiño (TAKK Architecture), García de Paredes, Ignacio Pedrosa y Luis G. Pachón (Paredes Pedrosa), Marina Otero + Ippolito Pestellini) y Creus y Carrasco)-, cinco grupos de doce estudiantes de último grado, algunos de ellos becados por la FPAC, participan en talleres, asisten a conferencias al aire libre, y por las noches, después de cenar, en los jardines, ven las películas recientes más significativas y conversan con sus directores.

Desde 1838 hasta 1927 se utilizó como lazareto para para evitar que se propagase la lepra y el cólera

La isla de San Simón, y la de San Antón, más pequeña aún y a la que está unida por un puente de piedra, parecen la maqueta de una fantasía romántica. Pero tiene un pasado denso y trágico. En tiempos de la conquista de Hispania por Roma fue sede de un campamento militar. Luego fortaleza de los templarios. Convertida en asentamiento pesquero su población fue pasada a cuchillo por el pirata inglés Francis Drake, que se vengó saqueando la ría de Vigo, y la isla de su derrota en A Coruña…

Desde 1838 hasta 1927 se utilizó como lazareto para las tripulaciones de los barcos trasatlánticos: para evitar que se propagase la lepra y el cólera que viajaban a España, los marineros sanos o sin señales de contagio pasaban la cuarentena en San Simón, y los enfermos incurables de lepra o cólera aguardaban la muerte en San Antón.

Muralla frente al Mar en San Simón

Muralla frente al Mar en San Simón

Icia Pereira, Mirian Rainbow y Lucía Rodríguez

Durante la guerra civil y hasta 1943, se utilizó como campo de concentración para prisioneros republicanos, que vivían allí hacinados y expuestos al hambre y las enfermedades, bajo una autoridad despiadada. Eran frecuentes los fusilamientos masivos, y hasta fue ejecutado un director del penal, reo de corrupción. Los libros de Gonzalo Amoedo López y Roberto Gil Moure, y varios testimonios de supervivientes del penal, documentan aquella época, también novelada por Agustín Fernández Mallo.

A final del siglo pasado el lugar fue recuperado por la administración gallega y desde entonces se celebran allí algunas actividades culturales. En la orilla es la materialización de este cambio de lugar de tragedia a sitio histórico y a sede del conocimiento... y del placer.

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