En el mundo ya existe suficiente oscuridad. Por eso, cuando un pequeño rayo de bondad desinteresada te toca, sigues creyendo en la humanidad. Y eso fue lo que me pasó, amigos de Peludos, cuando descubrí a Noa. Esta perrita, que anunciamos en esta sección, necesitaba una familia que le mostrara lo que es el amor en los pocos meses de vida que le quedan mientras vivía en el refugio de La Segarra. Ver que había sido acogida indefinidamente en un hogar me inundó de una enorme alegría.
Para poneros en antecedentes, Noa tiene un tumor maligno en la cavidad nasal que no es operable y, además, no responde bien a la quimioterapia. Los veterinarios le auguran menos de un año de vida... Esta es la historia de Noa, una perrita invisible con unas tremendas ganas de vivir, que ahora comparte su vida con Núria, Adam y Rus.

Noa, junto a Rus y Núria
De una fría jaula... al calor de un hogar. Y es que, desde el primer momento en su nueva casa, Noa mostró una actitud sorprendente. “Ella llegó, ya sabía cuál era su lugar, cómo funcionaba... todo el tiempo buscando nuestro apoyo, siguiéndonos para ver qué tenía que hacer”. Noa no tardó en comprender que estaba en paz, que estaba a salvo, que por fin tenía una cama calentita en la que dormir. Confiaba en su nueva familia humana y esa confianza crecía con cada caricia, con cada día que pasaba.
Nosotros estaremos aquí hasta el final, hasta que tenga que marcharse
La convivencia con su nuevo hermano perruno, Rus, fue tranquila desde el principio. “La parte más positiva era que se ignoraban mutuamente. Cuando dos perros se ignoran es porque no les genera nada la presencia del otro”. En completa armonía, como si se conocieran de vidas pasadas, cada uno ocupaba su espacio, aprendiendo a convivir y a respetarse, formando así una gran familia.

Noa disfrutando junto a Rus y Adam
Desde el primer instante en que Noa cruzó la puerta de su nuevo hogar, Núria y Adam hicieron todo lo posible para que se sintiera a gusto desde el primer día. “Hemos redistribuido un poco el espacio para que cada uno pueda sentirse cómodo, tenga su propio espacio, que identifique cuál es su lugar”. Y así, esta peluda empezó a disfrutar de su hogar, sin miedo ni incertidumbre, con la tranquilidad de saber que, por fin, tenía un lugar donde ser feliz el tiempo que le quede.
Una decisión que marca una existencia
Empatía y valentía
Pero no todo ha sido tan fácil como parece. La realidad de Noa es dura, y Núria no oculta lo difícil que puede ser gestionar las emociones. “Es que llevamos unos días tan sensibles... porque, francamente, este proceso no es nada fácil”. Saber que su tiempo con ella es limitado supone una gran carga emocional, pero han decidido afrontarlo con valentía y amor, dos grandes motores que los impulsan a seguir adelante sin rendirse. “Nosotros estaremos aquí hasta el final, hasta que tenga que marcharse, velando para que esté lo más feliz y contenta posible cada día”

Noa disfrutando de su nueva vida
Noa, a pesar de su enfermedad, sigue disfrutando de la vida y de los pequeños placeres que esta le ofrece. Es una peluda agradecida, con ganas de seguir corriendo en esta vida terrenal. “Nos gustaría, por ejemplo, llevarla a la playa. Es algo que tenemos pendiente porque vivimos aquí cerquita y, ahora que está un poco mejor anímicamente con la rutina, nos haría ilusión ver su reacción”. Quieren darle nuevas experiencias, momentos de felicidad que quizá nunca ha vivido, para que, cuando llegue el momento de partir, lo haga en paz, con el recuerdo del amor y el calor de una familia, y no con la huella del abandono. “Sabemos que es un lugar donde no ha ido nunca, y queremos ver qué tal, a ver cómo reacciona”
Una vida frágil
Alarma con su estado de salud
Sin embargo, aunque todo parecía ir bien en la nueva vida de esta peluda, hace poco, Núria y Adam vivieron un momento de angustia cuando Noa sufrió un episodio preocupante. “Nos llevamos un susto porque empezó a toser mucho y a ahogarse. Se quedó como sin aire y tuvimos que llevarla corriendo al veterinario”. Afortunadamente, la crisis pasó y pudieron volver a casa con ella, aunque situaciones así les recuerdan lo frágil que es la vida y la importancia de exprimir al máximo cada instante. “Son esos momentos en los que te das cuenta de que, en un segundo, todo puede cambiar”.

Noa disfrutando de un paseo junto a Rus y a Adam
A pesar de los desafíos, Núria y Adam no se arrepienten de haber tomado esta decisión, algo que me emociona al escuchar la bondad de esta pareja, que no duda ni un segundo en anteponer a Noa por encima del dolor que les pueda dejar su ausencia en el breve lapso de tiempo que lleguen a compartir juntos. Y si alguien se estuviera planteando acoger a un perro en una situación como la de Noa, su mensaje es claro: “Si todo el mundo pensara solo en su propio dolor, nunca se haría nada por estos animales".
Porque al final, lo importante no es cuánto tiempo se tiene, sino cómo se vive. “Creo que es una experiencia que compensa mil veces más que pensar en el dolor que puedas sentir después”. Núria lo tiene claro: la tristeza de la despedida no es razón suficiente para privar a un ser vivo de amor y felicidad en sus últimos días. “Para mí es mucho menos importante que yo me sienta mal y tenga que pasar un duelo, que el hecho de que ella pueda disfrutar de su vida hasta el final”.

Noa tomando el sol en su nuevo hogar
Noa no sabe cuánto tiempo le queda, pero lo que sí sabe es que, ahora, por primera vez en su vida, es feliz. Y eso, lectores de Peludos, es lo único que importa.