La solidaridad, la bondad, el sentido ético de la vida… Todo eso son grandes cuestiones que tantos filósofos, políticos y pensadores de renombre han estudiado a lo largo de la historia de la humanidad. Pero cuando deja de ser algo teórico, la cosa toma una nueva dimensión.
Conozco a Sandra Sánchez, que vive en Toledo y trabaja como cajera en un supermercado a media jornada, en turnos rotativos. Ella encarna todos esos “grandes conceptos” concretados en una vida extremadamente coherente. Hace lo que dice y dice lo que hace.

El sacrificio de Sandra, la mujer que se dedica por completo a salvar vidas de animales
“Cuando todavía era una adolescente, nos mudamos con mi familia a Aranjuez. Fue entonces cuando empecé a descubrir una realidad que desconocía por completo. De repente vi todas esas calles repletas de perros y gatos abandonados, deambulando solitarios, sobreviviendo en condiciones realmente indignas. Observé cómo muchos vecinos ponían veneno en muchas esquinas y aceras para que los animales murieran. E incluso llegué a presenciar cómo algunas personas, con absoluta impunidad, se atrevían a dispararles a todos aquellos pobres seres vivos que se encontraban en tierra de nadie, presencias vulnerables y desamparadas.”
Cada día me llegan avisos de todas partes: gatos atropellados, apaleados, mutilados… Suena más mi teléfono que el de un ministro
Sandra me cuenta emocionada que aquellas imágenes no la dejaban vivir en paz. “Fue entonces cuando decidí empezar a rescatar animales callejeros. Nunca he logrado entender esa enorme capacidad destructiva que despliegan algunas personas contra los animales. Recuerdo que llegaba a mi casa y no podía comer ni dormir. Me sentía mal, estaba triste, desesperada, me sentía impotente en relación a todo ese infierno gratuito.”
Me dice que ha comprobado con sus propios ojos que hay personas con una gran capacidad de odio interior que lo manifiestan destruyendo todo lo que pueden a su alrededor. Pero también es consciente de que existe una gran carencia de educación y sensibilización en relación al cuidado y las necesidades de los animales.

Cuando cuidar a más de 80 gatos se convierte en una misión diaria
“Me he llegado a encontrar camadas enteras de gatos bebés quemadas. Todo este tema de concienciación debería empezar ya desde los colegios. Hay que enseñarles a los niños en qué consiste el respeto y el cuidado de todos los animales, sin ninguna excepción. Observo a menudo una colonia de gatos cercana a un instituto… Veo niños que les dan de comer y otros que no se les ocurre otra cosa que tirarles piedras.”
Sandra empezó su largo recorrido solidario con los animales a una edad muy precoz. “Con 14 añitos empecé a recoger animales de la calle. Era la única de mi grupo de amigos que lo hacía. Mis compañeros de aquella época no entendían mi sufrimiento. Y así empezó todo. Quería saber cómo podía ayudarles y serles útil a todas aquellas frágiles vidas. Los recogía y me los llevaba a casa.”
He renunciado a cualquier tipo de vida social. Todo gira en torno a los animales
Por lo visto, ahora mismo, casi todo Toledo y alrededores tiene el teléfono personal de Sandra. “Me llegan avisos de todas partes y a todas horas. Gatos atropellados, apaleados, con balas en el cuerpo, mutilados… ¡Suena más mi teléfono que el de cualquier ministro!”
No os perdáis su perfil en Instagram: @sandrisanchezcalvo
Sandra actualmente está cuidando 5 colonias de gatos, 4 en Toledo y una en Aranjuez. Estamos hablando, ni más ni menos, que de un total de más de 85 gatos.
“Parece imposible, pero este es mi día a día. Soy la única responsable de esas 5 colonias. La mitad de la jornada que no trabajo en el supermercado estoy arriba y abajo con el coche, atendiendo las necesidades de todos esos gatos. Mi día empieza muy pronto por la mañana, atendiendo a los gatos y perros que conviven conmigo en mi casa. Bajo mi mismo techo convivo con 19 gatos y 5 perros. Los cuido y los mimo al máximo. Todos han llegado a mi vida por caminos de dolor y sufrimiento. La mayoría han sido avisos de gente que me ha llamado porque había un animal con problemas graves, casos límite. Estaban enfermos o heridos, paralíticos, un gatito famélico y paralítico por un atropello, cruzando carreteras y autopistas para buscar comida en un contenedor de basura. Lo tengo en casa. Gatos con enfermedades crónicas, alergias agresivas, problemas respiratorios, sin ojos, sin dientes. Todos estos maravillosos seres no pueden volver a la calle. Nadie quiere vivir con gatos adultos llenos de patologías.”

Sandra es una gran amante de los animales
Su casa se ha convertido en un hospital, un refugio, un espacio que cobija a los animales que todo el mundo rechaza. Cuida a seres desahuciados, que no tienen un lugar en el mundo.
“Cada día les pongo comida, agua limpia, lo recojo todo, y a muchos de ellos los capturo y los llevo al veterinario. Lo pago todo de mi bolsillo: latas de comida, piensos, veterinarios, esterilizaciones, curas... Ahora tengo 28 años y no sé cómo llego a final de mes… Con un sueldo de media jornada como cajera de supermercado, pago de mi bolsillo los veterinarios y la alimentación de 80 gatos callejeros y 20 en casa.”
Ella es una persona hipersolidaria, es su forma de vivir. “Tiene que haber gente como yo en este mundo, sino todo sería todavía mucho más terrible de lo que ya es. Lo cierto es que siempre hay avisos que me llegan en cualquier momento. Casi todos tienen mi teléfono. Es como si llamaran a un servicio público.”
Su increíble historia me hace pensar en los cómics de superhéroes, pero en este caso todo está basado en hechos reales, brutalmente reales. Cuando en esas ciudades de cómic se produce un problema, llaman a Superman. En Toledo, cada vez que hay alguna incidencia gatuna, llaman a la Superwoman Sandra para que lo arregle y todo vuelva a funcionar bien. ¡Ella se ha convertido en la Superwoman de Toledo!
“La gente ya sabe que no pueden llamar a la policía ni al ayuntamiento porque no lo van a solucionar. Me han convertido en una institución pública. La verdad es que todo ese esfuerzo y sacrificio que hago de corazón tiene consecuencias en mi vida cotidiana. Significa esencialmente que no salgo con amigos, no tengo tiempo de ocio ni días de vacaciones. He renunciado a cualquier tipo de vida social. Todo gira permanentemente alrededor del cuidado de mis animales. Estoy permanentemente alerta, con mi radar conectado, para serles útil y ayudarles. Y es que me veo viviendo así toda la vida. Volvería a nacer y sería igual, haría lo mismo. Esta es mi única vida posible.”
Parece imposible, pero este es mi día a día. Soy la única responsable de cinco colonias de gatos
Los animales son lo que más ama en el mundo, y es muy duro que Sandra tenga que convivir con su muerte. “A menudo veo sus cadáveres. Estoy a su lado, acompañándoles para garantizarles una muerte, unas últimas horas o a veces minutos, lo más dignas posibles. Muchas veces no tienen ni siquiera un lugar tranquilo donde morirse dignamente, metidos en alcantarillas o en los bajos de un coche, pegados a un motor ardiendo.”